El Banco Central Europeo (BCE) ha vuelto a "comprar" tiempo para que sus estímulos sigan creciendo y celebra hoy el primer aniversario de la tasa de interés al 0% con la inflación disparada al 2%, una mayor divergencia con la Fed y las tensiones políticas latentes en Europa.
Muchas cosas han cambiado en el último año, sin embargo, tal y como se esperaba, la ultralaxa política monetaria del BCE continúa invariable desde que en marzo de 2016 sorprendiera a los mercados sacando toda su artillería: bajó la tasa al 0%, amplió el QE (Quantitative Easing) e incluyó en sus compras los bonos corporativos.
Esa pasividad levanta ampollas sobre todo entre los alemanes más ortodoxos.
Tasa en la línea roja del 2%
La institución monetaria europea que preside Mario Draghi tenía hoy motivos para mover ficha. Sobre todo teniendo en cuenta que su objetivo gira en torno a la estabilidad de los precios cerca pero por debajo del 2% y la inflación tocó precisamente ese nivel en febrero (la tasa más alta de los últimos cuatro años) cuando un año antes lo que preocupaba era el fantasma de la deflación, puesto que inflación se encontraba en terreno negativo.
Sin embargo, el banquero italiano seguirá a defendiendo a ultranza en la rueda de prensa que ofrecerá en algunos minutos que estos datos se deben al incremento de los precios del petróleo y que la inflación subyacente (que no tiene en cuenta los precios de la energía ni de los alimentos frescos por ser más volátiles) continúa estable en el 0,9%. Ahí tomará la palabra Draghi indicando que para dar cualquier paso necesita ver una inflación sostenida, como hizo en la última reunión.
¿Ajustará su programa de compra de deuda?
Asimismo, Draghi tendrá que valorar si el resurgir de la inflación aconseja algún nuevo ajuste en su programa de compra de deuda (QE), que este mes cumple dos años desde su implantación. Si no modifica su hoja de ruta, que por ahora no lo ha hecho, el BCE seguirá bombeando dinero en la zona euro a razón de 80.000 millones de euros al mes hasta finales de marzo, posteriormente reducirá la cuantía a 60.000 millones hasta diciembre "o más si fuera necesario".
Muchos expertos ven esta fecha como el principio del fin de los estímulos extraordinarios o QE, un movimiento conocido como 'tapering' (la retirada progresiva de los estímulos).