Economía

John Edmunds: “La educación como explicación de la desigualdad en Chile no me convence”

El profesor de finanzas de Babson College, en Boston, asegura que la mayoría de los países del mundo no están contentos con su sistema educativo. Pero sí alerta sobre la pérdida de un destino común entre los chilenos.

Por: Isabel Ramos Jeldres | Publicado: Miércoles 20 de enero de 2016 a las 04:00 hrs.
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Uno de los principales problemas que enfrenta actualmente Chile es que el destape de los casos de corrupción expuso de forma más evidente la creciente desigualdad, planteó John Edmunds, profesor de finanzas de Babson College, en Boston.

Edmunds está de visita en Chile porque es el consejero del directorio de mifutu.ro, empresa que ayer lanzó la aplicación Mimolido, un emprendimiento para incentivar el ahorro a partir del vuelto (ver recuadro).

- La ONG Oxfam publicó un informe, previo a la cumbre del Foro Económico Mundial en Davos, que alerta sobre el aumento de la desigualdad en los últimos cinco años ¿a qué se debe esto?

- El aumento de la desigualdad es algo que viene ocurriendo desde hace largo tiempo, no se limita a los últimos cinco años. Pero se debe a la tecnología, comercio internacional, concentración de oligopolios, a los vaivenes de la bolsa. También hay otros factores que varían de un país a otro. Aquí veo una desigualdad más visible que cuando empecé a venir a Chile hace 20 años. Antes se veía un país mucho más unido, cada chileno se sentía chileno, igual a los demás. Ahora siguen siendo chilenos, pero no tan iguales. Eso me duele, porque era un país similar a algunos europeos como Suecia y Dinamarca. No era el mismo nivel de vida, pero había sentido de un destino común. No sentir un destino común es un problema para cualquier nación. En Chile no hay identificación de nacionalismo, ni de raza, pero sí hay identificación de estratos.

- ¿Cuándo se produjo el punto de inflexión?

- Hace tiempo, pero los eventos recientes no han ayudado. La percepción de la corrupción es nueva, la forma de financiar las elecciones se ve como imperdonable. Lo que está pasando se asemeja más a Centroamérica, donde viví cinco años. Allá hay cuatro países -Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua- que son intercambiables: cada uno va por lo suyo y si se gana una elección lo primero que hay que hacer es llenarse los bolsillos. Aquí no había visto eso, no lo estoy viendo ahora tampoco, pero sí hay señales de que la economía está organizada para beneficiar a un estrato mucho más que a otros, y eso es nuevo.

- Entonces, el destape de los casos de corrupción aumentan la percepción de la desigualdad en nuestro país…

- La percepción, pero la desigualdad proviene de fuerzas fundamentales que son difíciles de contrarrestar. Por ejemplo, el comercio internacional, que ha crecido enormemente, principalmente por la eliminación de las barreras al comercio, pero también por la caída drástica del costo del transporte. Es difícil apuntar a una sola causa de la desigualdad. Aquí se menciona el tema de la educación, pero eso no me convence como explicación. Ningún país está contento con su sistema educacional. Estuve en Singapur y le mencioné al taxista que el sistema del país era admirado internacionalmente. El taxista se estaciona, apaga el motor y empieza a reclamarme por media hora que estoy completamente equivocado. Le tuve que pedir perdón. Acá todos dicen que el 10% de arriba consigue la mejor educación del mundo. Pero ese es un fenómeno internacional. En Babson, cuando traigo un artículo de The Economist a la clase, tengo que leerlo a viva voz y traducirlo al inglés común de ellos. Porque es un inglés de Inglaterra, muy elevado, con mucha jerga de los intelectuales y simplemente no lo entienden.

- A eso se suma que Chile está atravesando una desaceleración, lo que es compartido por el resto de los emergentes. ¿Esa desaceleración se explica únicamente por China?

- No. Inclusive diría que China es sólo en parte responsable. China tiene que divulgar más datos financieros, pero lo primero es que los tengan ellos. El sistema financiero es sólo la punta del iceberg, no se sabe realmente qué tan grande e inestable es el sistema entre particulares. El vecino toma prestado a su amigo o su vecino y lo pone en una cuenta con apalancamiento en la bolsa. Si pierde el especulador perdió, pero el vecino también. No se sabe hasta dónde llega eso. De todos modos, el gobierno chino tiene los remedios adecuados, por ejemplo tiene una cantidad enorme de divisas. Además tiene la maquinita, puede imprimir billetes.

- ¿Qué le preocupa entonces?

- Lo que llevo meses tratando de entender es la caída del petróleo, porque esto tiene consecuencias profundas. Me preocupa mucho lo del petróleo. Y no por Venezuela que ya se ha convertido en un objeto de comparación. Si Venezuela cae deja de entregar combustible subvencionado a Cuba y Nicaragua. Pero Rusia es lo que me preocupa, porque Rusia vive del petróleo. Cuando Vladimir Putin se dé cuenta de que su idea de reactivar el imperio no va a ser factible no sé qué va a hacer.

- ¿Y qué pasa con Medio Oriente? Porque la caída del petróleo está provocando reformas y recorte de las subvenciones.

- Tienen que retirarlos. Para mí es una buena noticia que el petróleo haya bajado tanto. Mi padre me dijo cuando tenía once años que íbamos a pelear la tercera guerra mundial por el Golfo Pérsico, por el crudo que está ahí. Pero ya no, nadie quiere eso. Ahora hay una guerra en Yemen. Están peleando subvencionados por Arabia Saudita por un lado y por Irán por el otro. Esa guerra de la OPEP la veo como a Arabia Saudita asegurándose de que Irán no sea más poderoso, no por el petróleo.

A eso se suma que los paneles solares ya se han vuelto competitivos sin subsidios, al igual que las turbinas. Se están instalando líneas de turbinas donde hay viento, pero también hay una alta capacidad para transportar la energía desde el sitio en que se genera, donde hay mucho viento, al punto de consumo. El petróleo es un recurso del pasado.

Mimolido, incentivo al ahorro

 

La aplicación Mimolido permite que los usuarios ahorren el vuelto cada vez que realizan una transacción con tarjeta de débito. La App es una solución a dos problemas, "uno es que las personas deben decidir entre gastar y ahorrar, el otro es que hay que ahorrar una vez al mes, lo que se transforma en un costo fijo", explicó el CEO, Rodrigo Sainz.

Sainz explica con un ejemplo: si se compra un café por $ 1.650 y se paga con tarjeta, la aplicación detecta el gasto y ofrece la opción de rendondear a $ 2.000. Se retiran los $ 2.000 de la cuenta corriente y se transfieren a otra cuenta, que puede ser una cuenta vista. Al llegar a cierto monto, como $ 5.000, la aplicación ofrece la opción de transformar ese dinero en ahorro, trasladándolo a un fondo mutuo del money market del banco escogido por el usuario. "El ingreso cuesta cero, cobran 0,89% al año y rentan 5%, un poquito más que la inflación, por lo que te protege", argumenta Sainz. La educación financiera se enfoca actualmente en no gastar, cuidar los pasivos, pero lo que genera riqueza es comprar activos, dice. "Lo más importante para iniciar el proceso de creación de riqueza de una persona es captar algo de sus gastos".

Después de Chile, los planes son crecer en Latinoamérica, España, Francia y Europa del este.

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