Economía

Alemania gira hacia el intervencionismo estatal

China ya no es el único país que apuesta por financiar sus grandes empresas o bloquear inversiones extranjeras en sectores clave.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Lunes 25 de marzo de 2019 a las 04:00 hrs.
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Frankfurt

Cuando Donald Trump llegó a Washington proclamando su política de “Estados Unidos primero” y amenazas proteccionistas, Alemania se erigió como defensor del modelo de libre mercado en Europa. Eran otros tiempos, la economía más grande de la eurozona se expandía a su mayor ritmo en seis años y el liderazgo de Angela Merkel y su coalición entre democratacristianos y socialdemócratas era indiscutido. Dos años después mucho ha cambiado. Los principales economistas alemanes proyectan que el país crecerá apenas entre 0,5% y 0,8% este año, y una debilitada Merkel vive la última parte de su mandato.

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Peor aún, el liderazgo de China en el área tecnológica y el despliegue de su plan de inversiones Belt and Road han aumentado la presión sobre una Europa que aún no recupera el dinamismo perdido tras la crisis financiera de hace una década.

En el último mes, Alemania ha desplegado un giro drástico en su política económica. A cargo del ministro de Economía democratacristiano, Peter Altmaier, uno de los más cercanos a Merkel, ahora apuesta por una política proteccionista y el plan para modernizar su industria tiene componentes de planificación estatal.

La “Estrategia Industrial 2030” no contiene las reducciones tributarias, simplificaciones burocráticas y reducción de costos demandados desde hace años por las empresas, sino la creación de fondos estatales para financiar inversiones en áreas estratégicas, y para apoyar a empresas y tecnologías consideradas clave para competir en el escenario internacional. Las empresas identificadas en el plan de Altmaier incluyen Volkswagen, Daimler, BASF, ThysenKrupp, Siemens y Deutsche Bank.

Campeón nacional

“Este programa de política industrial asume la tarea de saber cuáles son las tecnologías correctas del futuro, cómo deberían ser las estructuras competitivas, cuál es la participación correcta de la industria en la creación de valor, quién tiene la importancia estratégica de ‘campeón nacional’ y qué empresa tradicional debe contar con protección del Estado”, plantea Lars Feld, uno de los cinco miembros del Consejo de Expertos, que vigila la economía alemana.

Para el profesor Tomaso Duso, director de Empresas y Mercados en el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW Berlin), además de equivocado, el plan del gobierno hace énfasis en industrias y estructuras del pasado.

Contrario a Francia, que siempre ha defendido medidas más proteccionistas y la participación del Estado en la gestión de sus grandes empresas (AirFrance, Renault), Alemania tiene una tradición de libre mercado establecida por Ludwig Erhard, arquitecto del “milagro económico” de la postguerra.

Pero eso ha cambiado. Deutsche Bank comenzó negociaciones para fusionarse con su rival doméstico, Commerzbank, por presión del gobierno. Precisamente, para crear un campeón nacional bancario.

Las negociaciones comenzaron pocas semanas después de que Altmaier, junto a su par francés, Bruno Le Maire, hiciera una férrea defensa por la necesidad de crear campeones europeos en ciertas industrias, facilitando las fusiones y cambiando las leyes de libre competencia de ser necesario, para poder enfrentarse con multinacionales de EEUU y China. La postura está muy lejos del fallo de la Comisión Europea, que acaba de rechazar la fusión de las unidades ferroviarias de Siemens y Alstom por considerar que atenta contra la libre competencia en el mercado.

Una mala copia

Alicia García-Herrero, economista jefe de Natixis para Asia-Pacífico, recuerda que los gobiernos europeos no han sido siempre completamente liberales, pero sí ve un cambio especialmente en Alemania. “Está empezando a revisar su modelo como respuesta a la competencia de China en terceros mercados”, afirma. Precisamente, otro elemento de la estrategia de Altmaier es la creación de un fondo estatal para entrar a la propiedad de empresas estratégicas y protegerlas de posibles adquisiciones extranjeras, específicamente chinas.

Una mala idea, pues considera que la propia China podría crecer aún más con menor intervención estatal.

China no sólo se presenta como un rival en mercados antes dominados por los pesos pesados de la industria alemana, sino que ha tomado el liderazgo en áreas clave para el futuro, como el desarrollo de la banda 5G y la inteligencia artificial. Además, su dinamismo económico (6% de crecimiento vs. 2% en la eurozona) y millonaria campaña de inversión ya le está ganando adeptos en la propia Europa, con Italia sumándose al plan Belt and Road.

Pero, “la idea de que el Estado sabe mejor que el mercado, cuál es la tecnología y los sectores del futuro, es bastante extravagante. El proteccionismo y los subsidios masivos pueden funcionar en China en este momento. Pero la estrategia de crear una copia mala y reducida en Europa no tendrá éxito”, advierte Duso.

Es más, ya hay experiencias fallidas en Europa. En medio de la burbuja puntocom, el bloque anunció su propia estrategia para asumir el liderazgo en el desarrollo digital. “La Unión ha establecido hoy un nuevo objetivo estratégico para la próxima década: convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo”, reza la declaración de Lisboa firmada en mayo de 2000. Sus propios impulsores reconocieron una década más tarde, que había sido un fracaso.

Enormes burocracias, falta de voluntad política y medidas proteccionistas internas han sido los principales obstáculos para desarrollar la innovación en el bloque.

Zenglein cree que la Comisión Europea debería recordar esta mala experiencia y evitar seguir los pasos de Alemania. Por el contrario, la estrategia, afirma, debería ser liderar a los países que defienden el modelo de libre mercado para presionar por cambios en la Organización Mundial de Comercio.

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El gobierno alemán presionó para que Deutsche se fusione con Commerzbank.

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