North, el Rey del Salitre
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 16 de septiembre de 2011 a las 05:00 hrs.
Una de las grandes consecuencias de la Guerra del Pacífico fue que Chile incorporó enormes territorios en la zona norte del país, que a su vez tenían riquezas inmensas. La gran fuente de recursos era el salitre, y los resultados se vieron con fuerza en los años siguientes: los ingresos del Estado se duplicaron y comenzó una campaña nunca vista de construcción de obras públicas.
John Thomas North (1842-1896) es uno de esos personajes fascinantes que aparecen de tiempo en tiempo en la historia. Inglés de nacimiento, se trasladó a Sudamérica en 1869, donde desarrollaría una próspera carrera en los negocios. Se enriqueció con la compra de certificados de la industria salitrera, junto a su socio Robert Harvey, y después del conflicto internacional pasó a ser el Rey del Salitre en Chile, el dueño del norte. Su fama se debía en parte al aumento del negocio salitrero a nivel mundial, así como a las características personales del inglés, hombre inteligente, lleno de energías, que combinaba “una gran astucia con la falta de principios”, en palabras de Harold Blakemore.
A comienzos de 1889 realizó un famoso viaje al país donde tenía sus principales inversiones, el cual narró después su asistente W. H. Russell en A visit to Chile and the nitrate fields of Tarapaca. La prensa cubrió con entusiasmo y un tono favorable la visita del magnate, quien tuvo fiestas en su honor, dio conferencias de prensa y compartió con autoridades políticas del país. Por cierto, se reunió con el presidente de la República, José Manuel Balmaceda, a quienes algunos atribuían posturas nacionalistas en relación al salitre. Sin embargo, en la entrevista que ambos sostuvieron el gobernante le señaló a North que “no tenía la menor intención de hacerle la guerra a los negocios establecidos”.
La figura de North fue controvertida en su vida y después ante la historia. Cuenta la mitología que quería evitar una potencial expropiación de sus empresas y que incluso habría querido regalar un caballo al presidente Balmaceda (¿soborno?) como forma de atraer su favor (así lo señala el propio Neruda en su “Balmaceda de Chile”). Además -tesis del historiador comunista Hernán Ramírez Necochea- fue quien contribuyó con sus recursos e influencia política a provocar la guerra civil de 1891. La odiosa prensa del momento había seguido en parte esa línea: “Los judíos, North y Dreyfus, están aliados íntimamente y comprometidos con la revolución”.
El tema, como sabemos, es mucho más complejo, y en el estallido del conflicto influyeron sobre todo la extrema polarización política del país, la politización del Ejército y el hecho de que los políticos comenzaran a mirar a los cuarteles para resolver las dificultades. Pero esa es otra historia, y Balmaceda fue derrotado y se impuso el parlamentarismo. En cuanto al Rey del Salitre, los años siguientes fueron de una posición menos visible y exitosa.
El coronel North murió en 1896, apenas unos días después de haber realizado otro de sus memorables banquetes, para unas 400 personas. Su deceso fue lamentado incluso por el príncipe de Gales y otros dignatarios, pero en Chile no causó mayor noticia.