El ingreso de esta semana al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) del mayor proyecto de hidrógeno verde en la historia de Chile por parte de TotalEnergies H2 –con una mega inversión de US$ 16 mil millones para producir hidrógeno y amoníaco verde– ha vuelto a encender los reflectores sobre una industria tan prometedora como desafiante.
Con más de 70 iniciativas anunciadas, Chile aparece en el radar global como un futuro líder en esta energía limpia. Sin embargo, el entusiasmo convive con una interrogante persistente: ¿cuántos de estos proyectos lograrán hacerse realidad?
Los proyectos
Según la Asociación Chilena de Hidrógeno (H2 Chile), actualmente hay 77 proyectos anunciados relacionados con hidrógeno verde y sus derivados. Pero solo diez han ingresado al SEIA, y cuatro –todos de carácter piloto– han obtenido la aprobación para comenzar (ver gráfico).
Ingresar al SEIA no es un paso menor: implica estudios ambientales que pueden costar entre US$ 500 mil y US$ 1 millón, sin garantías de éxito. “Es una industria que demanda inversiones extraordinarias y enfrenta un marco regulatorio aún en construcción, con proyectos de una escala nunca antes vista en el país”, apuntó el abogado y socio del estudio Echeverría-Ilharreborde-Scagliotti, José Domingo Ilharreborde. “Las primeras empresas que logren aprobar iniciativas a gran escala obtendrán una ventaja competitiva crucial”, complementó.

Las regiones de Antofagasta y Magallanes concentran la mayoría de los proyectos. En el norte, el motor es la energía solar; en el sur, los imponentes vientos patagónicos alimentan turbinas eólicas. De esas fuentes nace el llamado hidrógeno verde: una molécula energética obtenida a partir del agua y energía limpia. La mayoría de las iniciativas apuntan a la exportación, lo que convierte a los puertos en piezas estratégicas del rompecabezas que también están condicionadas a la aprobación del regulador.
Entre los proyectos más ambiciosos en evaluación destacan HNH Energy (US$ 11.000 millones), INNA de AES Andes (US$ 10.000 millones), Volta de MAE (US$ 2.500 millones) y Parque Eólico Faro del Sur de Hif Global (US$ 500 millones). Todos miran al 2030 como su año clave.
Pero antes, deberán navegar un mar de trámites ambientales, permisos y certezas legales aún esquivas. En este escenario, el proyecto recién ingresado por TotalEnergies representa un referente para la industria dada su envergadura. La decisión y observaciones que haga la autoridad ambiental van a marcar la ruta de los proyectos que vengan detrás.
Especialmente luego de que proyectos como el Parque Eólico Faro del Sur de Hif Global tuvo que desistir en 2022 luego de la cantidad de observaciones que indicó la autoridad medioambiental. Retrasando el proyecto que tuvo que volver a ser ingresado al SEIA.

¿Hay demanda?
A pesar del entusiasmo, una pregunta sigue ensombreciendo el panorama: ¿habrá suficiente demanda global para justificar el tamaño de estas inversiones?
Las firmas que apuestan por este negocio están haciendo un fuerte lobby para que se endurezcan las regulaciones contra los combustibles fósiles. Pero el escenario político también juega su carta: el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su escepticismo respecto a las energías limpias ha sembrado nuevas dudas sobre el futuro del hidrógeno verde.
“El objetivo es tener los proyectos listos hacia 2030, para abastecer a los mercados de Europa y Asia que ya definieron sus esquemas de importación”, señaló el director ejecutivo de H2 Chile, Marcos Kulka.
En 2023, la demanda mundial de hidrógeno superó las 97 millones de toneladas, dominada aún por el hidrógeno gris, producido con combustibles fósiles. Si se cumplen los compromisos globales de descarbonización, para 2050 el 64% de esa demanda debería ser cubierta por hidrógeno verde, alcanzando unas 65 millones de toneladas anuales.
La Unión Europea, por ejemplo, ya proyecta importar 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable al 2030. Alemania, Países Bajos y Bélgica han comenzado a asegurar sus suministros mediante acuerdos internacionales. En Asia, Japón y Corea del Sur se perfilan como los compradores más relevantes.

El amoníaco verde: una estrella en ascenso
Uno de los derivados del hidrógeno verde que está ganando protagonismo es el amoníaco verde. Su mercado global, valorado hoy en US$ 2.520 millones, podría crecer a una velocidad vertiginosa del 70 % anual, alcanzando US$ 105.750 millones en 2032, según cifras de H2 Chile.
El amoníaco verde tiene un rol crucial en la descarbonización del transporte marítimo y de la agricultura, dos sectores bajo fuerte presión ambiental. “Si Chile logra mantener costos de producción competitivos, podría convertirse en un actor clave de esta nueva economía limpia”, concluyó Kulka.