La académica del área de finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, Viviana Fernández, se preguntó cómo eran las prácticas de sostenibilidad de las empresas familiares, es decir, si eran más o menos comprometidas con el medio ambiente que el resto de las compañías con este tipo de iniciativas.
Para realizar su investigación examinó datos de empresas predominantemente privadas en 41 países y concluyó que las empresas familiares privadas suelen estar más comprometidas con las iniciativas ambientales. ¿Por qué? Porque tienen concentración de la propiedad y una orientación a largo plazo hacia las partes interesadas y el bienestar de la comunidad.
En el paper Greenwashing corporativo e indicadores de gestión verde, se estableció una puntuación de lavado verde basada en las inconsistencias entre la información ambiental declarada y las prácticas reales.
Los hallazgos indicaron que aproximadamente el 39% de las compañías practican el greenwashing. Sin embargo, un 33% de las empresas familiares lo hace, una cifra menor al 43% de sus pares no familiares.
Fernández explicó que los resultados son consistentes con la literatura que postula que las empresas familiares tienen un capital socioemocional, que son los lazos entre los miembros de la familia y también su compromiso con la comunidad.
“Entonces ese tipo de ataduras puede hacer que las empresas tengan una visión más de largo plazo y que ello las lleve a una mejor conservación o mayor respeto hacia el medio ambiente”, comentó a DF.
Según el reporte, “la sostenibilidad en las empresas familiares implica un enfoque integral que considera factores ambientales, sociales y económicos. Al integrar prácticas sostenibles, las empresas familiares pueden generar un impacto positivo, garantizar el éxito a largo plazo y contribuir al bienestar de la comunidad en general”.
En este sentido, puntualizó, “la disposición a innovar y adaptarse a las circunstancias cambiantes es crucial. Las empresas familiares que adoptan prácticas sostenibles suelen estar mejor posicionadas para adaptarse a las tendencias cambiantes del mercado, los requisitos regulatorios y las preferencias de los consumidores”.
La conclusión del paper es que “las empresas familiares muestran un mayor compromiso con las iniciativas ecológicas genuinas y una reducción del greenwashing, aprovechando el comportamiento ético y las prácticas ecológicas como un activo estratégico”.
Eso sí, precisó que “si bien el control familiar por sí solo puede no mejorar directamente las métricas tradicionales de desempeño empresarial, la integración de prácticas ecológicas superiores mejora significativamente su ventaja competitiva y su éxito general. Esto ofrece una comprensión más matizada de la interacción entre la sostenibilidad, la gobernanza y el rendimiento en las empresas familiares”.