Claudio Vicuña, el Presidente que no fue
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Vicuña era casado con Lucía Subercaseaux y tuvieron una prole generosa. Era un hombre de ideas liberales, que había pasado mucho tiempo en actividades agrícolas, alejado de la política. Sin embargo, los desafíos de la crisis de 1890 lo llevaron a asumir funciones protagónicas de las que no se alejaría.
Al comenzar enero de 1891 le correspondió, junto a los demás ministros del gabinete que presidía, tomar algunas decisiones difíciles: por un lado mantener vigente para ese año el presupuesto de 1890 (algo claramente inconstitucional) y pocos días después fijar el establecimiento de la dictadura, con todo lo que implicaba (supresión o intervención de los poderes legislativo y judicial, fin a la libertad de prensa, persecución a los adversarios).
Poco después Vicuña renunció a su cargo de Ministro del Interior -que fue asumido por Domingo Godoy-, dedicándose a su candidatura presidencial, que se verificaría en condiciones de anormalidad. Así, se aprobó la nueva Constitución de 1891 y Claudio Vicuña fue elegido Presidente de la República, sin el reconocimiento de su legitimidad por parte de la oposición instalada en Iquique. La derrota balmacedista en Concón y Placilla sellaron la suerte de la guerra y del propio presidente electo, que nunca llegaría a ejercer el cargo. Balmaceda, antes de suicidarse, escribió su famoso Testamento Político dirigido al propio Vicuña y a Julio Bañados Espinosa, como reflejo de su amistad y confianza.
Tras la derrota, la casa de Vicuña -imitación de la Alhambra- fue saqueada, y el ex ministro partió al exilio en Argentina, donde se instaló el núcleo más irreductible de los vencidos, los “duros”, entre los que estaban Joaquín Villarino y Domingo Godoy. Paralelamente, se inició la acusación constitucional contra el Ministerio Vicuña, proceso cuyo fin era dar un castigo ejemplar a quienes habían establecido la dictadura en Chile. El texto acusaba a los ministros “por los delitos de traición, infracción de la Constitución, atropellamiento de las leyes, haber dejado éstas sin ejecución, malversación de los fondos públicos y soborno”. Sólo la Ley de Amnistía aprobada en 1894 puso fin a esta implacable persecución.
La nueva situación permitió el regreso del líder balmacedista a Chile en 1895. Rápidamente asumió como Presidente del Partido Liberal Democrático y volvió a ocupar cargos de representación en el Senado, asumiendo nuevamente como precandidato presidencial, sin éxito. Claudio Vicuña murió en 1907, dejando herederos en la actividad política.
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