Marta Sánchez Leiva
Para 2011 la sentencia es clara: el Ministerio de Hacienda tendrá que ajustar el gasto fiscal. Así lo señalaron cuatro expertos destacados de la plaza, toda vez que para ellos es evidente que el Banco Central no podrá lidiar solo con el control de la inflación y la depreciación del tipo de cambio.
Si bien a septiembre del año pasado -cuando se presentó el proyecto de Ley de Presupuestos 2011- existía consenso respecto a que un incremento del gasto fiscal de 5,5% estaría en línea con la estimación del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 6%, la realidad cambió con el resultado final de esta variable.
La directora de Presupuestos, Rosanna Costa, informó a fines de enero pasado que el crecimiento del gasto público fue de 7% real respecto de 2009, “tasa algo inferior al 7,8% proyectado en el Informe de Finanzas Públicas que acompañó a la Ley de Presupuestos para 2011”.Este 7% final inmediatamente, a juicio de los analistas, eleva en un punto porcentual el gasto del Estado para el presente ejercicio, situándolo por arriba de un 6% y como por definición la política fiscal es contracíclica -continúan los expertos- el gasto fiscal en un año expansivo debiera situarse por debajo del PIB.
Ello, agrega el economista jefe de BanChile Inversiones, Rodrigo Aravena, “para acotar el efecto del ciclo y no amplificarlo”.
Recuerdan, además, que en 2009 cuando la economía se contrajo 1,5%, el gobierno de la época llevó a su “máxima expresión” la política fiscal alimentando un gasto que superó los dos dígitos.
El problema
Pero no gastar o hacer la mayor ejecución en una sola parte del año también acarrea costos, tal como sucedió el último trimestre de 2010 cuando la ejecución del presupuesto alcanzó un 29,9%.
De hecho, el economista de Rojas y Asociados, Patricio Rojas, afirma que “en particular este año, el gasto crecerá por encima de lo comprometido por el Fisco en el presupuesto dado que se subejecutó el gasto en 2010”.
Aravena agrega que “obviamente ejecutar todo este presupuesto implicará mantener un alto tamaño del gobierno en la economía, que empujará una alta demanda por bienes no transables y una presión adicional para que el tipo de cambio real se siga apreciando”.
Para el economista de Zahler & Co., Hermann González, “como en 2010 el gasto público creció cerca de un punto menos de lo previsto, podríamos decir que en realidad el gasto aprobado en la Ley de Presupuestos 2011 crecerá en torno a un punto porcentual más que lo anunciado originalmente”. De ahí que estima que la expansión real del gasto público será de 6,2%. “De esta forma, la política fiscal no está contribuyendo a contener la apreciación real del peso, porque el crecimiento del gasto público será similar y no inferior al crecimiento del PIB en 2011”.
Por tanto, asevera que se “requiere que el gasto público crezca menos que el producto para que la política fiscal no siga impactando a la baja el tipo de cambio real”.
Efectivamente, dice Rojas, “comparto la posición de que el Fisco debería aportar al control de la inflación y a la apreciación del peso, reduciendo su gasto”. No hay que olvidar, añade, que las expectativas de inflación han subido fuertemente, más todavía con la inestabilidad que muestran los países exportadores de petróleo. “Luego, la tarea para el Banco Central no es fácil, lo que hace necesario que el Fisco contribuya. Es más, pienso que el próximo movimiento para contener las presiones a la apreciación del peso deberían venir por parte del Fisco, reduciendo su gasto”, afirma.
El gerente de Estudios de Gemines, Alejandro Fernández, recalca que “la política fiscal fue muy expansiva el año pasado y está previsto que sea muy expansiva este año de nuevo”.
A su juicio, “el gasto público no debiera crecer más de 3% este año, pero está previsto que crezca el doble (6%). Esto debería ser así por el control de la inflación y el tipo de cambio real. Lo ideal sería un recorte del gasto”.
Aravena, en tanto, propone que “debería haber una subejecución del presupuesto disminuyendo la velocidad de crecimiento del gasto fiscal y gran parte de los excedentes adicionales, unos US$ 500 millones, que va a recibir producto del alto precio del cobre, aportarlos al Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES)”.
Lo anterior, afirma, “permitiría ratificar que la política fiscal seguirá siendo contracíclica y que convergerá antes de lo esperado al balance en términos estructurales”.
De esta forma, concluye, “sería bueno que el gasto fiscal crezca menos de lo que está proyectado en el Presupuesto, US$ 53 mil millones, que respecto del año pasado estamos hablando de casi un 6% en términos reales”.