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Marcel: “Siempre me pareció que esa euforia sobre Chile era un poco exagerada”

Dice que no corresponde a los consejeros intervenir en la discusión legislativa, y considera que en el debate constitucional sobre la autonomía del Banco Central hay más oportunidades que amenazas.

Por: Jorge Poblete | Publicado: Viernes 15 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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Mario Marcel llegó en octubre al país para asumir como consejero del Banco Central, fue ratificado en forma unánime por el Senado en diciembre, pero al visitar su oficina es como si recién llevara un par de semanas ahí. En su escritorio, no hay indicios de “personalización”. No está, por ejemplo, la foto que solía tener en su oficina de director de Presupuestos del gobierno de Ricardo Lagos, donde aparecía en una protesta de los años 70 junto al ex consejero Manuel Marfán.

El economista alcanzó a estar fuera ocho años y medio. Un tiempo que, sin embargo, no hizo que en Chile se olvidara su trabajo a cargo de las platas públicas en tiempos de Lagos, como ideólogo de la regla fiscal de balance estructural y como cabeza de la “comisión Marcel” para modificar el sistema previsional en el primer período de Michelle Bachelet.

En entrevista con Revista Capital, Marcel analiza a fondo la coyuntura y se hace cargo de las versiones sobre los motivos de su llegada a Chile.

- ¿Cómo recibe las expectativas que se han generado en torno a que asuma la presidencia del Banco Central?

- Cuando me incorporé al consejo, lo hice como consejero. Ésa es la pega a la que vine y entiendo que la decisión sobre la presidencia del Banco Central corresponde a una instancia diferente. Frente a esa decisión, todos los consejeros tenemos que estar disponibles para ser presidentes del Banco, es parte de nuestra responsabilidad. Eso es válido para cualquiera de nosotros.

- ¿Cómo ve la crisis de confianza en Chile?

- Lo que es específico de Chile es que tradicionalmente la confianza entre las personas era muy baja y eso se compensaba con una mayor confianza en las instituciones, y ahora que se ha debilitado la confianza en las instituciones, la confianza entre las personas ha empeorado un poco más. La encuesta Bicentenario, por ejemplo, revela que el radio de interacción social de las personas en Chile es extremadamente reducido, por lo que no es extraño que haya una disociación tan grande entre cómo perciben su situación respecto de lo que creen que está pasando en el país, donde lo segundo lo perciben como muchísimo más negativo que lo primero. Como su ámbito de relaciones con otra gente es limitado, entonces se informan a través de otras vías, donde la información puede estar más distorsionada, y el pesimismo puede instalarse de forma más estable. También somos un país muy centralizado, porque tenemos un régimen muy presidencialista, y todos esos elementos tienden a generar una brecha entre las personas y las instituciones (…). La parte mala de la brecha es que es que el pesimismo está muy extendido, pero la buena es que basta que un grupo significativo se dé cuenta de que su mejor situación no es una excepción, para impulsar una aceleración del consumo y la inversión.

Euforia del pasado

“Respecto de Chile, hubo un período largo de gran euforia, en la mirada externa de los organismos internacionales, de los inversionistas, etcétera. Ahora, conociendo al país más por dentro, siempre me pareció que esa euforia era un poco exagerada”, dice Marcel sobre sus años en Estados Unidos y Europa.

- ¿Qué pasó con esa euforia?¿Se pasó a un período de apatía?

- Se tendió a normalizar la situación, en el sentido de que los medios y los analistas escudriñan más en profundidad las cosas de Chile. Ahora, al hacerlo igual salen cosas que son muy positivas. Pensemos que hoy macroeconómicamente, cuando discutimos la magnitud del ajuste fiscal o por qué no se suben más las tasas de interés, muchas veces nos estamos comparando con países que en su momento no fueron suficientemente lejos en términos de construir mayor solidez macro. En Chile, la razón por la cual la política monetaria y la política fiscal pueden seguir siendo contracíclicas, es porque tenemos una economía bastante sana. Es cierto que crecemos poco y que nos gustaría crecer más y no podemos darnos por satisfechos con un crecimiento del 2%, pero por otro lado no tenemos grandes desequilibrios en la balanza de pagos, no tenemos grandes riesgos cambiarios en el sector corporativo, tenemos un sistema financiero bastante sólido.

La autonomía

- Hoy está en desarrollo el proceso constituyente, que podría poner en entredicho la autonomía del Banco Central. ¿Le preocupa?

-Yo lo tiendo a ver como una oportunidad para que el Banco Central se conozca mejor, para que se entienda la importancia de su autonomía y se pueda mostrar lo que eso ha aportado al país. En el mundo se ha ido generalizando en buena medida el funcionamiento de los bancos centrales como instituciones autónomas. Entonces lo veo más como una oportunidad que como una amenaza.

- Pero la amenaza existe.

- Tengo una enorme confianza de que los antecedentes, la experiencia y el contraste con períodos en que las cosas funcionaron de otro modo, sean suficientemente convincentes. Creo que las instituciones que son proactivas ante el debate público son al final más efectivas que las que asumen una actitud defensiva.

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