Economía y Política

Rubén Ballesteros: “No es necesario que el juez domine todas las materias”

Defiende la “trascendencia, fuerza y potencia que tiene el Poder Judicial hoy”, como consecuencia de una ciudadanía más exigente con sus derechos.

Por: | Publicado: Sábado 14 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Patricia Arancibia Clavel



Rubén Ballesteros Cárcamo (72), el nuevo Presidente de la Corte Suprema, tiene una larga trayectoria en el Poder Judicial. Se inició como secretario del Segundo Juzgado de Letras de Puerto Montt, luego de estudiar Derecho en la Universidad de Chile de Valparaíso. En el 2000 fue Presidente de la Corte de Apelaciones de Santiago, al mismo tiempo que Hernán Álvarez presidía la Suprema. Ambos eran de origen chilote -él nació en Castro- y bromeaban que en sus manos provincianas estaba la justicia en la capital. Ajeno a los halagos, sobrio y reposado, responde con sencillez y serenidad todo tipo de preguntas, sin necesidad de cuestionario previo ni rigideces horarias.

-Su nombramiento como presidente de la Corte Suprema no estuvo exento de cierta polémica. ¿Cómo se siente luego de tres meses en el cargo?
-Siento una gran satisfacción y tremendo orgullo. Es algo que llega, que uno no busca. Algunos han objetado que yo dijera que son las circunstancias las que nos llevan a cumplir una u otras funciones en el país, como me pasó cuando como juez, tuve que presidir un Consejo de Guerra en Osorno o cuando el año 83 fui nombrado ministro de la Corte de Apelaciones de Punta Arenas y como “pajarito nuevo” me dieron la causa del “Puntarenazo”. 
Allí procesé al senador José Ruiz de Giorgio y a Carlos Mladinic, funcionario muy importante de los gobiernos de la Concertación. Los condené, la Corte de Apelaciones aprobó lo realizado y nunca he sentido ni tenido algún problema con ellos.

-¿Cómo sortea esta situación en el día a día?
-Claramente esas actuaciones me han perseguido por años, especialmente cuando el 2005 fui nominado para ministro de la Corte Suprema y el Senado tuvo la opción de aprobarla o rechazarla. Allí la oposición en mi contra fue fuerte como también hubo molestias de diversos grupos cuando hace poco el pleno de la Corte Suprema me eligió como presidente. En lo personal, no es algo que me preocupe o afecte extraordinariamente, aunque debo decir que en general, no me gusta estar en sitios donde hay demasiada gente. Estoy expuesto, saben quién soy y yo no sé quién es quién. Es complicado.

-Pero, ¿está tranquilo de conciencia?
-Estoy absolutamente tranquilo. Redacté mis sentencias -guardo los borradores que hice en esas hojas de block fiscal baratos- y no tengo ni un motivo de preocupación, ni la sensación de haber cometido una injusticia. Siento que hice lo que tenía que hacer de acuerdo a las circunstancias, a los hechos y a la aplicación de las normas, que es lo que hacemos los jueces. Eso es todo. A algunos les gustaría que yo dijera que estoy arrepentido de lo que hice, pero no puedo arrepentirme de cosas que yo judicial y legalmente entiendo que estuvieron bien.

-¿Ud. fue nominado ministro de la Corte Suprema por Ricardo Lagos?
-Sí y después de haber sido aprobado por el Senado, le pedí una audiencia y tuve la oportunidad de preguntarle por qué se expuso a que lo criticaran y que también lo presionaran…
-¿Y qué le contestó?
-Él es un estadista, un hombre que está en un nivel muy alto en la política chilena y de fundadas decisiones.



Relación con otros poderes: “depende de cada uno”


-Las relaciones entre el Poder Judicial y los otros dos poderes del Estado –Ejecutivo y Legislativo- no han pasado por buenos momentos.

¿Cómo están ahora? 
-Muy buenas. He conversado con el Presidente Piñera de todos los temas, sin ningún problema lo mismo con el ministro de Justicia con el cual tenemos mucha relación. Hay proyectos nuestros en el Congreso y están todas las reformas, los nuevos procedimientos, la profesionalización del personal de los tribunales etc., que significan un trabajo mancomunado. Lo mismo sucede con el Legislativo. Fui en su oportunidad a saludar al presidente del Senado, Guido Girardi, y hace pocos días a Camilo Escalona, senador de mi región y todo perfectamente bien.



-Su antecesor tuvo algunos roces…


-A veces depende de la personalidad de cada uno, a veces de las circunstancias políticas. Los jueces tenemos una línea de acción diferente a la de los políticos y también una forma distinta de ver, analizar y evaluar los hechos que ocurren en la vida nacional. Ello puede en algún momento producir algún roce o distanciamiento, pero hoy, no tenemos ninguno.

-¿Es verdaderamente independiente el Poder Judicial en Chile? 
-Una de las columnas fundamentales que sostienen al Poder Judicial es su independencia. Todos los jueces, tienen claridad meridiana que su desempeño debe ser independiente de cualquier influencia exterior. Al juez sólo le importan los hechos y la aplicación de la ley. El día que perdamos esa independencia, el Poder Judicial deja de ser tal, convirtiéndose en un órgano de administración del Estado.

-Pero, ¿es posible que puedan sustraerse de las influencias de los medios de comunicación, de la opinión pública, de las presiones políticas o económicas?
-El juez no se puede sustraer de lo que ocurre a su alrededor. Al igual que todo ciudadano, es parte de la sociedad chilena, pero no participa activamente en ella justamente por la función que cumple. Vivimos una vida más retraída, alejados de determinados lugares y situaciones que afecten nuestra independencia.

-Y en sus decisiones, ¿cuánto pesa la posición política que tienen?
-Yo tengo y he tenido posición política, que ejercí en mis tiempos universitarios, pero los jueces tenemos prohibición de manifestarnos en ese plano e intervenir en ella. Todos los jueces saben que esa es una restricción que le exige la función judicial y la cumplen absolutamente.

-No ha sido siempre así…
-Puede que en alguna situación un juez haya dirimido una cuestión judicial atendiendo más a sus convicciones de orden filosófico, religioso o político. No todos quienes conforman el Poder Judicial son seres perfectos, pero puedo asegurar que el 99% de ellos -está en nuestro ADN- adoptan resoluciones y dictan sentencia dejando de lado posiciones de orden extra-judicial.





Judicialización de conflictos sociales


-¿Cuáles son las causas que explican la cada vez mayor judicialización de los conflictos políticos, económicos y valóricos?
-El Poder Judicial está dirimiendo hace bastante tiempo asuntos que deberían solucionarse antes y por otras autoridades, que no debieran llegar aquí, pero llegan. Ello revela la trascendencia, fuerza y potencia que tiene el Poder Judicial hoy. 
Creo -como lo dije en mi cuenta pública en marzo- que esto se debe a que existe una ciudadanía más exigente con sus derechos y que observa arbitrariedad y abusos de algunos agentes tanto del sector público como privado.



-Pero están asumiendo una responsabilidad muy grande y también una fuerte crítica de intromisión en asuntos públicos que escapan a su esfera…


-Entendemos que si se recurre al Poder Judicial es porque ya no hay otro ente u organismo que resuelva el asunto. Asumimos las consecuencias, como en el caso de HidroAysén, que debió solucionarse fuera de la órbita de los tribunales.



-Justamente hoy se está cuestionando la independencia de dos jueces de la Corte Suprema que participaron en ese fallo. ¿Hay o no conflicto de interés allí?


-No puedo opinar porque soy presidente del Comité de Ética y estoy llamando a los otros dos miembros de ese Comité para tratar la situación.

-¿Es aceptable que miembros del Senado soliciten una revisión de los fallos que hacen jueces de la Corte Suprema, como en este caso?
-Los senadores que vinieron a visitarme, me presentaron una denuncia por infracción a la ética de dos colegas. Aquí no estamos frente a un problema legal de aplicación del código orgánico que señala cuándo un juez debe inhabilitarse, sino a una denuncia de un problema que se califica de ético-moral. 
Pienso que no es bueno archivar los antecedentes sin investigar ni darles la oportunidad a esos jueces de conocer enteramente la denuncia, de realizar sus descargos, llevar a cabo el procedimiento y dictar sentencia. Es mucho mejor actuar con transparencia y que no quede la idea que se está guardando algo o protegiendo a alguien.



-Con todo, la opinión pública no tiene bien conceptuado al Poder Judicial…


-Nunca va a ser distinto, porque aquí, la mitad pierde y la mitad gana. Los que ganan no salen a la calle con un letrero que diga “Gracias”, se quedan en su casa tranquilos porque ya ganaron.

-¿Están preparados los jueces para sentencias donde predominan aspectos técnicos?
-Cuando para una materia determinada se necesitan conocimientos específicos que el juez no domina, existen los llamados medios de prueba, o sea informes de peritos, declaraciones de profesionales, estudios de institutos de investigación, etc. No es necesario que el juez domine todas las materias.

-¿Fue correcto el fallo de HidroAysén?
-No puedo opinar al respecto.



-Pero sí, si se actuó de acuerdo a la ley…


-Eso es lo primero que tengo que presumir. Yo no tengo el conocimiento de esa causa como sí la tienen los ministros que intervinieron, pero puedo señalar que los fallos de la Corte Suprema, de la Corte de Apelaciones y en general de todo juez, se ciñen a los hechos y al derecho. El sistema judicial tiene mecanismos para que las cosas que no están bien hechas, sean revisadas por varias instancias, por tribunales colegiados de distinta conformación para que al final, se llegue a la decisión que corresponda.



-Cómo evalúa la creación de tribunales especiales al margen del Poder Judicial, como tributarios, ambientales, etc…


-Se dice que nuestros tribunales ordinarios se demoran y no resuelven muchos asuntos, pero se está haciendo una aseveración con antecedentes del Poder Judicial del segundo milenio. La justicia penal, laboral, de familia antigua y lenta ya no existe y en un par de años más tampoco en el ámbito civil. Esos tribunales debieran ser parte integrante del Poder Judicial de acuerdo al Código Orgánico del Tribunal.

-¿Qué le pediría a quienes son responsables de hacer las leyes?
-Nos hemos caracterizado por tener un poder legislativo que hace muy buenas leyes. De repente, quizás, hacemos demasiadas y somos muy reglamentistas y detallistas. Existe una forma de vivir, de relacionarse, de resolver los conflictos y la ley debe reflejar eso que la ciudadanía vive. No se puede quedar atrás ni tampoco ir muy adelante. El Congreso tiene fama de ser un gran creador de buenas leyes. Distinto es su mayor o menor cercanía con la gente.

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