A pesar de que las últimas cifras de empleo de la entidad confirman que la tasa de ocupación informal se encuentra a la baja, tanto para hombres como mujeres, el país todavía tiene a 2.453.943 personas ejerciendo labores sin contrato ni cotizaciones de salud o para el sistema previsional.
A nivel de ramas de actividad, la mayor tasa de informalidad se da en servicios domésticos, con un 60%, y el sector con menor informalidad laboral, en tanto, es la minería, con una tasa de apenas 2% sobre el total, de acuerdo con un informe del Observatorio de Informalidad Laboral de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), sobre la base de cifras del INE.
2% es la tasa de informalidad laboral en minería, la más baja del país.
En el caso femenino, la prevalencia de la informalidad laboral se explica por distintos motivos, afirma la investigadora de Clapes UC, Carmen Cifuentes. El primero está relacionado a la mayor carga de trabajo no remunerado debido a los “roles de género -estereotipos– que aún existen” en la sociedad y que llevan a que las mujeres tengan mayores responsabilidades en el cuidado de terceros, así como también en labores domésticas. “Esto dificulta su acceso a empleos formales con horarios rígidos, lo que las lleva a optar por trabajos independientes o en sectores con alta informalidad, como el comercio, el servicio doméstico o la agricultura”, explica la experta.
En un segundo término, Cifuentes indica que enfrentan dificultades para reincorporarse al mercado laboral después de períodos de inactividad por razones de maternidad o cuidado familiar. “Esta discriminación en los procesos de contratación se convierte en una barrera para acceder a empleos de mayor calidad”, expone.
A esto se suma el hecho de que, en muchos casos, no existen incentivos para formalizarse. “Es razonable que algunas mujeres prefieran mantenerse en la informalidad si es que la formalización conlleva mayores ‘costos’ inmediatos que no se compensan con beneficios inmediatos”, enfatiza.
Menores ingresos y pensiones
Una de las consecuencias tiene que ver con los bajos ingresos que genera este tipo de trabajo. En el caso de las mujeres, quienes tienen un empleo formal ganan en promedio $ 854.250 al mes, mientras que para las trabajadoras informales esta cifra baja a $319.126. Es decir, las primeras tienen un ingreso aproximado 167% mayor, según datos del estudio “Zoom de género”, realizado por el OCEC-UDP, ChileMujeres y la CCS. “La capacidad de generar ingresos propios se ve muy limitada”, observa la presidenta ejecutiva de ComunidadMujer, Alejandra Sepúlveda.
Junto con impedir el desarrollo profesional y limitar el acceso a derechos laborales básicos, al no adherirse a las leyes sociales, la informalidad dificulta el acceso a servicios de salud y se ve perjudicado el ahorro previsional, afirma la presidenta de la CCS, María Teresa Vial. “Esto, a su vez, contribuye a ampliar la brecha de pensiones entre mujeres y hombres, dejando a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad económica en su etapa de jubilación”, explica Vial.
La mayor expectativa de vida de las mujeres agrava la situación, sostiene la ministra del Trabajo y Previsión Social, Jeannette Jara, quien recalca la importancia de la aprobación de la reforma previsional a fines de enero pasado. “Uno de los objetivos de la reforma es fomentar la formalidad laboral en el país, con importantes incentivos a la cotización y con el foco puesto en las mujeres, a través de un seguro social que reconoce los años cotizados y una compensación por su mayor expectativa de vida”, expone Jara.
Cómo avanzar
La gerenta general de ChileMujeres, María José Díaz, afirma que para promover la formalidad laboral femenina, es fundamental garantizar la igualdad de derechos y oportunidades laborales, impulsando tanto reformas legales como transformaciones culturales.
Coincide Cifuentes al comentar que se requiere un enfoque integral que fortalezca las políticas de conciliación entre el trabajo y la vida familiar, junto con la promoción de la corresponsabilidad parental. “Es crucial impulsar la creación de empleos formales en el sector privado. Para ello, es necesario retomar el crecimiento económico, reducir la incertidumbre en torno a las reformas laborales y promover una agenda pro-empleo”, concluye.