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Publicado: Lunes 17 de noviembre de 2014 a las 05:00 hrs.
Es común escuchar hoy sobre I+D. Sin ir más lejos, en Chile existe una ley que promueve la investigación y desarrollo. Sin embargo, a nivel nacional se invierte menos de un 0,4% del PIB, muy por debajo del selecto grupo de la OCDE que gasta cerca de seis veces más que nosotros.
Ahora bien, ¿qué resultados han tenido empresas y universidades en Investigación y Desarrollo? Al menos en nuestro país, no muy buenos. Según el Instituto Nacional de Propiedad Industrial, hasta comienzos de esta década, los residentes registraban alrededor de 320 patentes anuales. Además, estas publicaciones tampoco han tenido grandes resultados de generación de valor para las empresas y sus clientes, debido a la existencia de intereses disímiles entre las compañías y las universidades, donde se visualiza escasa colaboración en investigación aplicada.
Por un lado, los investigadores y profesores asociados a entidades de educación superior tienen como foco las ciencias fundamentales y la investigación académica, dado que sus incentivos están en escribir "papers" de clase mundial que los posicionen profesionalmente y que le de visibilidad a las casas de estudios a las que pertenecen.
Por otro lado, las grandes empresas operan en base a su modelo de negocios tradicional, donde el principal incentivo es el "business as usual", para así seguir la senda que los ha llevado donde están. En este sentido, desde el mundo corporativo y de forma esporádica, se generan nuevos desarrollos de soluciones que los mantienen en una posición competitiva. Sin embargo, en esta tarea no encontraremos innovaciones de alto impacto en base a descubrimientos tecnológicos recientes.
Por tal motivo y de forma natural, nacen entidades que desarrollan trabajos de investigación aplicada, cubriendo la brecha existente entre la investigación académica de las universidades y el desarrollo de las compañías. Se trata de los centros de investigación que, en base a problemáticas de las propias organizaciones, buscan soluciones que generen innovaciones basadas en ese nuevo conocimiento generado a las empresas.
Por esta "falla" de mercado existente entre la investigación y el desarrollo, el Club de Innovación ha realizado una serie de alianzas con centros de investigación internacionales tales como Standford Research Institute, Fraunhofer, Csiro e Inria, con el claro propósito de generar puentes entre centros de investigación de clase mundial y las firmas de la industria local, para que, en conjunto, generen soluciones de impacto global.
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Mauricio Molina nos cuenta de su pasión por el BMX y cómo se convirtió en el primer chileno en competir en esta disciplina en unos Juegos Olímpicos y ser parte del selecto grupo de los 25 mejores del mundo.
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