El último obstáculo para un tratado de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Canadá quedó despejado. Finalmente, y tras una tensa espera, la pequeña región belga de Valonia retiró ayer su rechazo al Acuerdo Exhaustivo Económico Comercial (CETA, su sigla en inglés), que en los últimos días parecía condenado al fracaso.
“Hay acuerdo para CETA en Bélgica. Todos los parlamentarios ahora están dispuestos a aprobarlo antes de la medianoche de mañana”, escribió ayer en su Twitter el primer ministro de ese país, Charles Michel.
“Estoy contento con la noticia”, reaccionó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, agregando, sin embargo, que contactará a la contraparte canadiense solo cuando “todas los procedimientos para la firma estén terminados”.
Negativo precedente
El anuncio representa un importante paso, más allá de los beneficios económicos para ambas regiones. Un nuevo fracaso en las negociaciones habría sido una pésima señal en momentos en que crecen los llamados a adoptar políticas proteccionistas. El acuerdo que se discute en paralelo entre la UE y EEUU ya parece muerto, lo mismo que la Asociación Transpacífico TPP, y el diálogo entre Bruselas y Mercosur tampoco da muestras de avance.
“Parece evidente que la Unión Europea ahora es incapaz de concluir un acuerdo internacional hasta con un país con el que comparte los mismos valores”, había dicho la semana pasada la ministra de Comercio de Canadá, Chrystia Freeland.
Pero no sólo hubiera sido una mala señal sobre el futuro de la globalización, sino de la propia UE. Luego de que los ingleses aprobaran su salida del bloque, los británicos y sus socios europeos afrontan ahora una compleja negociación.
Las intensas polémicas han planteado dudas sobre la capacidad de Bruselas de alinear a todos sus miembros para articular un acuerdo. Las dificultades con el CETA muestran la importancia para el Reino Unido de negociar sus futuras relaciones con la UE antes del Brexit, para evitar “cualquier tipo de disrupción política y económica” y “minimizar el escándalo”, señaló el ministro de Comercio inglés, Liam Fox.
El colpaso de CETA habría dejado en evidencia que incluso la objeción de un pequeño estado como Valonia es suficiente para descarrilar un pacto.
Para el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, CETA es una muestra de “qué tan relevante sigue siendo la UE como entidad política”.
Contra el reloj
Después de cinco años de negociaciones, los 28 países de la UE ya habían dado su visto bueno al acuerdo, que el vice canciller alemán Sigmar Gabriel había calificado como “el mejor que la historia” del bloque. Pero quedaba un pequeño detalle. Según la legislación de Bélgica, el tratado debe ser aprobado por las cinco regiones federales del país. Y lo que suponía una mera formalidad, terminó convirtiéndose en un caos diplomático.
Valonia, que representa más de la mitad del territorio del país, pero solo 18% de su comercio externo, se opuso debido a las cláusulas de arbitraje y el posible impacto de las importaciones de carne de Canadá.
La nueva ronda de negociaciones duró toda la semana. La fecha original para la firma era ayer. Hasta el último minuto, Trudeau seguía confiando en una resolución a la crisis. Pero ayer por la mañana, finalmente canceló su vuelo a Bruselas.
Unas horas después llegó la noticia de un acuerdo entre las autoridades belgas. Para lograrlo, se hizo un apéndice de cuatro páginas donde se especifica que el arbitraje no se va a aplicar durante el período inicial, y se incorpora una cláusula para proteger a los agricultores en caso de “desequilibrios de mercado”. El texto del tratado principal se mantuvo sin cambios.
Dudas duraderas
Sin embargo, la polémica dejó heridas profundas y persisten las dudas. Según Charles Lichfield, socio de la práctica de Europa de Eurasia Group, la Comisión Europea ya perdió “su competencia y legitimidad” para negociar acuerdos comerciales, así que los tratados futuros se demorarán más, y hasta pueden fallar. El acuerdo de Asociación de Comercio e Inversiones Transatlánticas (TTIP), que UE está tratando de firmar con EEUU, “tiene mucho más medidas controversiales”, dijo el experto a DF.
Con respecto al Brexit, las negociaciones estarán “muy expuestas a todo tipo de emociones y pasiones políticas”, asegura Lichfield. “Hay todavía 37 parlamentos nacionales regionales que tienen que aprobar el acuerdo con el Reino Unido, y es muy poco probable que todos lo harán en primera ronda”.
Datos clave sobre el CETA
El CETA eliminará aranceles para 99% líneas de productos, tarifas para industrias, agricultura y productos del mar, al igual que otras barreras para el comercio bilateral, para inversiones, derechos de la propiedad intelectual y desarrollo sustentable. Según las autoridades, el acuerdo significa un aumento del comercio bilateral de 25%, y un ingreso de 12.000 millones de euros (US$ 13.000 millones) anuales para la economía europea. Actualmente Canadá es el duodécimo socio comercial de la UE, con apenas 1,6% de las importaciones y 2% de las exportaciones por monto total del bloque. Sin embargo, el comercio está creciendo rápidamente: en 2014-2015 las exportaciones crecieron 11,3%, mientras que las importaciones se incrementaron en 3%.