La crisis de casi una década del Banco Popular Español tuvo su clímax esta mañana, cuando la Junta Única Resolutiva de la Unión Europea (JUR) decidió intervenirlo y traspasar su operación al Banco Santander, por la simbólica suma de un euro.
Se trata de la primera vez que las reglas europeas de la post crisis permiten la intervención directa sobre una entidad de la región.
¿Quién pierde?
Los accionistas lo pierden todo. Entre ellos, Andrónico Luksic, quien había invertido cerca de US$ 100 millones en la entidad. El Popular contaba con 4.000 millones de euros en capitalización bursátil a inicios del año; ahora, no obstante, se traspasa forzosamente a Santander por un euro. Los tenedores de sus bonos junior (no garantizados), por un total 2.000 millones de euros, también perderán todo.
¿Quién se salva?
El mecanismo de la Junta Única Resolutiva de la UE busca, precisamente, rescatar a las personas e instituciones que tuvieran cuentas de ahorro en Popular, así como los acreedores "senior", cuya deuda, de unos 1.000 millones de euros, pasará a Santander.
Asimismo, las arcas fiscales españolas no tendrán que poner un centavo. Se trata de un contraste notable con la situación en Italia, donde el gobierno inyectará miles de millones a Monte dei Paschi, o Portugal.
¿Por qué se hace así el rescate?
La regulación europea, a través de la JUR, señaló que las condiciones del banco hacían prever una crisis de liquidez en el corto plazo. La agencia de la UE declaró que el banco estaba "próximo a fallar" e intervino el banco, traspasando su operación a Santander.
¿Por qué estaba en crisis Popular?
El desplome del sector inmobiliario en 2008 afectó con particular fuerza a Popular, que había hecho préstamos que pasaron a ser incobrables. Al primer trimestre de este año, acumulaba 37.000 millones de euros de activos no productivos en sus registros. En 2012, se rehusó a recibir ayuda estatal y se embarcó en una serie de ventas de acciones que, hasta esta semana, habían logrado reunir 5.500 millones de euros. Nada de ello convenció al mercado, ni a los reguladores, de que podría salvarse.