Un satélite de US$ 88 millones respaldado por Google y Jeff Bezos se perdió en el espacio, lo que representa un revés para los esfuerzos globales por detectar las emisiones de metano, un poderoso gas de efecto invernadero que proviene principalmente de la industria petrolera y el gasífera.
El satélite MethaneSAT fue lanzado en marzo de 2024 a bordo del SpaceX de Elon Musk para monitorear columnas y fugas de metano, el cual -aunque invisible- es responsable de casi un tercio del calentamiento mundial en la era industrial.
Pero esta semana, MethaneSAT dijo que el satélite había “perdido energía y que probablemente no sea recuperable”.
"El equipo de ingeniería está llevando a cabo una investigación exhaustiva sobre la pérdida de comunicación. Se prevé que esto lleve tiempo", declaró un comunicado, añadiendo que su labor para abordar las emisiones de metano continuará.
El Fondo de Defensa Ambiental, la organización sin fines de lucro que impulsó el satélite, dijo al Financial Times que era "demasiado pronto para decir si se lanzará otro satélite".
“En este momento, el enfoque está en comprender qué sucedió, continuar procesando y publicando los datos de metano de alta calidad que MethaneSAT ya recopiló, y aplicar la tecnología y los conocimientos comprobados de la misión”.
La relevancia del MethaneSAT
El dispositivo, que fue descrito como “uno de los satélites de rastreo de metano más avanzados en el espacio”, había estado recopilando datos e imágenes de emisiones en sitios de petróleo y gas en todo el mundo.
Fue uno de un número cada vez mayor de satélites que surgieron para recopilar datos sobre fugas de metano a medida que los países y las empresas de combustibles fósiles de todo el mundo se comprometieron a abordar las emisiones de ese gas altamente potente en los últimos años.
Más de una docena de satélites siguen monitoreando las emisiones de metano, aunque con diferentes capacidades. MethaneSAT, que hizo públicos sus hallazgos, logró detectar fugas de metano relativamente pequeñas en áreas de tamaño mediano.
Su principal objetivo era la detección de metano, en particular en la producción y distribución de petróleo y gas, mientras que otros satélites tienen una mayor variedad de propósitos y no todos publican sus hallazgos.
La industria energética es la segunda mayor contribuyente a las emisiones de metano de origen humano, después de la agricultura. Sin embargo, abordar las emisiones de metano de la industria se considera una de las oportunidades más económicas y rápidas disponibles actualmente para combatir el calentamiento global.
30% de reducción de emisiones para el final de la década es el compromiso de más de 100 países.
Sin embargo, los expertos han advertido que las compañías energéticas han encontrado numerosas formas de ocultar la magnitud de sus emisiones, lo que hace que tecnologías como los satélites sean cruciales para rastrear las emisiones. “El petróleo y el gas están emitiendo mucho más metano de lo que creemos”, dijo el año pasado al FT Eric Kort, profesor de clima, ciencias espaciales e ingeniería en la Universidad de Michigan.
El Fondo Bezos para la Tierra, el brazo filantrópico de Bezos, dijo en julio pasado que proporcionaría US$ 10 millones en financiación al EDF para apoyar a MethaneSAT, después de haber proporcionado ya una donación de US$ 100 millones durante tres años en 2020. El satélite también fue respaldado por el gobierno de Nueva Zelanda y otros.
Google también había proporcionado capacidades de computación de inteligencia artificial necesarias para procesar grandes cantidades de datos producidos por el monitor de metano en órbita.
El satélite fue diseñado para medir emisiones de metano que otros satélites no pueden medir. También podía calcular las emisiones totales, su origen y su evolución a lo largo del tiempo.
Las emisiones mundiales de metano provenientes de la energía se mantuvieron en niveles casi récord en 2024, y la Agencia Internacional de Energía afirmó a principios de este año que el 70% de dichas emisiones podrían evitarse a un bajo costo.