US$ 3 millones contempla la construcción de las plantas
Uno de los problemas del uso de coagulantes químicos para tratar aguas residuales industriales es que producen lodos tóxicos, lo que hace inviable su recirculación. Para entregar una alternativa, la empresa chilena Climate Smart Leasing, implementará en el país una tecnología sueca de la empresa Axolot Solutions, basada en electrocoagulación, que permite reducir con electricidad los sólidos suspendidos y recircular el agua.
El gerente general de la empresa, Juan Pablo González, adelantó que a fin de año iniciarán la construcción de las dos primeras plantas de tratamiento de aguas residuales para empresas en la zona sur del país, las que operarán bajo un modelo de leasing (arrendamiento).
Las instalaciones serán de 200 metros cuadrados cada una y demandarán una inversión de US$ 3 millones. Las obras de la primera parten en noviembre y de la segunda, en diciembre y estarán operativas en abril y mayo de 2026 en las regiones del Biobío y La Araucanía, respectivamente.
Explicó que el modelo de negocio se basa en el leasing operativo, donde la empresa se encarga de la instalación, mantenciones y funcionamiento de la planta, y se cobra por metro cúbico de agua tratada.
La tecnología
La empresa chilena tiene la representación de la tecnología sueca para la región, la que deberán adaptar a las necesidades de cada industria.
González explicó que la solución, a través de electrodos especializados, libera iones metálicos en el agua que actúan como “coagulantes naturales”, para atraer y neutralizar contaminantes, microorganismos y sales, lo que posibilita recircular el agua y “disminuir hasta en 70% los residuos sólidos generados, además de mitigar emisiones y la huella hídrica”, dijo.
Ya han realizado pruebas con “casi todos los tipos de industrias que hay en Chile”, como acuicultura, forestal, minería, textil, farmacéutica, alimentaria y metalúrgica, para lo cual han tenido que realizar adecuaciones de la tecnología sueca para resolver desafíos propios de cada sector. Por ejemplo, para remover arcillas en minería o materia orgánica en alimentos y pesca, tuvieron que utilizar nuevos “pulsos eléctricos” y coagulantes programados según el tipo de agua industrial, ya sean aguas ácidas o con metales pesados.