Si bien la ciudadanía tiende a cuestionar a los jóvenes de entre 15 y 24 años que no trabajan ni estudian -“no hacen nada”, suele ser la crítica-, las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sugieren realidades inquietantes detrás de las 336.604 personas que fueron parte de dicho grupo en el trimestre abril-junio.
Un informe elaborado por el director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC UDP), Juan Bravo, profundizó en el grupo que se conoce como NINI, identificando los problemas sociales tras el fenómeno.
“La definición de NINI puede generar un estigma dañino, injusto e innecesario en el segmento de personas jóvenes, puesto que muchos de ellos no están en una situación de vagancia, apatía ni están inmersos en actividades negativas para ellos o la sociedad”, dice Bravo.
De hecho, del total unos 162.981 (48,4%) son hombres y 173.623 son mujeres (51,6%). Una diferencia de género que se acentúa al examinar las diferencias entre los motivos para estar fuera de la fuerza laboral.
Mientras que entre las NINI de 15 a 24 años el 21,8% lo hace por razones familiares permanentes (37.848 mujeres), entre los hombres el porcentaje llega a apenas 2% (3.283 varones).

Los factores sociales
Bravo también buscó aclarar de dónde provienen los NINI y cómo son sus hogares.
Al cruzar los datos del INE con la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen 2022), los jóvenes de 15 a 24 años provenientes de hogares con ingresos más bajos exhiben una mayor proporción de NINI.
En el detalle, entre los jóvenes que pertenecen al 20% de hogares con menor ingreso per cápita del país (quintil 1), el 21,8% está en esta situación, muy superior al 6% observado entre quienes provienen de hogares del quintil 5, los de mayor ingreso per cápita.
Las cifras del INE también muestran una mayor prevalencia del fenómeno entre extranjeros que viven en el país. Así, entre los jóvenes de 15 a 24 años de nacionalidad chilena el 12,6% cae en la categoría de NINI, mientras que entre los jóvenes de 15 a 24 años de otros países el 20,9% está en esta situación.

Al profundizar en su situación familiar, el análisis permitió constatar que el 71,2% de los jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni están ocupados son hijos o hijastros del proveedor económico principal del hogar en que viven. El 9,4% son nietos y el 5,5% son convivientes de quien ejerce dicho rol en el hogar, mientras que el 13,9% está en otras situaciones.
¿Cómo incide la situación laboral del proveedor principal del hogar en la prevalencia de este fenómeno? De acuerdo con el informe de Bravo, el 53,3% de los NINI vive en uno donde la cabeza familiar es un ocupado formal.
Sin embargo, al mirar la prevalencia del fenómeno NINI, se aprecia que entre los jóvenes de 15 a 24 años que viven en un hogar donde el proveedor principal del hogar es ocupado formal el 12% es NINI, cifra que se eleva a 14,5% entre quienes lo hacen en uno cuyo liderazgo es ocupado informal, a 15,5% entre quienes viven en un hogar donde el proveedor principal está desocupado y a 15,6% entre quienes viven en un hogar donde el líder de familia está fuera de la fuerza laboral.
La advertencia sobre un concepto complejo
Para Bravo, un hecho que llama la atención es que dentro del total de NINI hay 72.289 inactivos cuya razón principal para estar fuera de la fuerza laboral es por razones de estudio, equivalente al 21,5% de los NINI.
“Pues no parece razonable que en la medición de NINI haya una porción tan relevante de inactivos por razones de estudio, lo que estaría reflejando que la actual medición sobreestima en forma importante este fenómeno”, dijo.
Para él, además, el uso de NINI es complejo, ya que se trata de un concepto que, implícitamente, conlleva una carga negativa. “El no estar estudiando ni trabajando remuneradamente no significa necesariamente que la persona no esté realizando actividades socialmente valiosas”, afirmó, como ocurre en el caso de las personas que cuidan. Además, es una definición demasiado amplia “o derechamente inútil con propósitos de políticas públicas”, pues éstas deben apuntar a la razón concreta por la que un joven no se encuentra estudiando ni trabajando remuneradamente. “La política a aplicar será muy diferente dependiendo si ello se debe a desempleo, a una enfermedad incapacitante, estar desalentado, tener responsabilidades familiares o estar inmersos en la droga o el crimen. En definitiva, el concepto es de poca utilidad”, cuestiona.