Banca & FinTech

Silicon Valley Bank: Cuando el riesgo se materializa

Por: Vito Sciaraffia, CEO de Altafid | Publicado: Viernes 24 de marzo de 2023 a las 11:17 hrs.
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El CEO de Altafid, Vito Sciaraffia.
El CEO de Altafid, Vito Sciaraffia.

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En medio del reciente colapso de Silicon Valley Bank (SVB), las preocupaciones acerca de la salud del sistema bancario estadounidense han aumentado significativamente. En particular, tres tipos de bancos están siendo monitoreados: bancos pequeños o medianos que tienen una gran proporción de sus inversiones (activos) en instrumentos de largo plazo; aquellos con una importante cantidad de depósitos no asegurados; y, tercero, bancos expuestos sobremanera a una industria específica, como SVB, que estaba concentrado en el sector tecnológico.

¿Qué ocurrió con SVB? Rápidos y cuantiosos incrementos en las tasas de interés afectaron su modelo de negocios. Por un lado, se hizo más difícil para empresas tecnológicas levantar fondos. Esto redujo el crecimiento de los depósitos en SVB e incrementó la cantidad de retiros. Por otro lado, los aumentos en las tasas redujeron el valor de mercado de los bonos de largo plazo en que el banco tenía parte de sus activos. El banco no tuvo que reconocer estas pérdidas en su contabilidad porque estos bonos serían mantenidos hasta su madurez. El problema es que los retiros alcanzaron tal nivel que SVB se vio forzado a liquidar parte de estos bonos, lo que lo forzó a reconocer pérdidas por casi US$ 2.000 millones. Al mismo tiempo, anunció que buscaría levantar nuevo capital. Todo esto asustó a los depositantes, que corrieron a retirar sus depósitos y dejaron el banco en situación de insolvencia.

¿Por qué esto no ha ocurrido en otros bancos? Entre 2020 y 2022, los activos contabilizados como “mantenidos hasta su madurez” en SVB pasaron desde un 16% a un 45% de los activos totales. Por el contrario, la industria bancaria, en promedio, pasó desde 0,71% hasta sólo 1,62%. La gestión de riesgo de SVB fue negligente en la forma en que administraron los activos, exponiéndolos a demasiado riesgo de tasas de interés. Lo que ocurrió finalmente fue simplemente la materialización de ese riesgo en que incurrió el banco. Por buscar mayores rendimientos en instrumentos de largo plazo, terminó en el piso.

La falla de un banco nunca es una buena noticia. La Reserva Federal (Fed) y el gobierno de Estados Unidos rápidamente tomaron medidas para evitar que el pánico se expandiera hacia otros bancos y sectores. Entre otras cosas, extendieron la garantía de los depósitos al 100% de los depositantes del banco y abrieron una nueva línea de crédito, en condiciones más ventajosas que las existentes hasta ese momento, para los bancos que lo necesitaran.

Una bandera de alerta que nunca debiese ser subestimada es la concentración en un solo sector. En el caso de SVB, el tecnológico. Al igual que SVB, muchos inversionistas sobreexponen su cartera de inversiones en tecnología, inmobiliario u otros sectores particulares.

En el caso de la industria tecnológica, varios inversionistas se han visto seducidos en los últimos años por algunos fondos de capital de riesgo que los llevan subestimar el riesgo detrás de algunas compañías que no tienen modelos de negocios claros ni perspectivas realistas de generar utilidades en los próximos años.

Por mucho tiempo estos problemas quedaron ocultos detrás del acceso a financiamiento barato, algo que comenzó a acabarse hace exactamente un año. Ahora que las tasas han subido, lo que era solamente un riesgo se está volviendo una realidad y muchas de estas empresas simplemente cerrarán o verán un recorte importante en sus valorizaciones. De alguna forma, esto es justamente lo que le ocurrió a SVB: los accionistas lo perdieron todo.

Los ganadores tienden a no repetirse: mejor diversificar. Cuando hay problemas, los inversionistas se refugian en bonos del Tesoro. De hecho, luego de la quiebra de SVB, observamos que estos bonos se valorizaron considerablemente. Hasta hace poco, sus precios mostraban caídas en los últimos meses. La otra cara de la moneda es que los activos riesgosos sufren, pero esto será temporal.

Ya hemos visto correcciones importantes en muchas empresas tecnológicas, que han recortado personal y han vuelto a priorizar las utilidades corrientes. Muchas de ellas, incluso las más grandes, vieron sus acciones caer el año pasado, pero este año se han recuperado. Sin embargo, estas son compañías viables, con ingresos importantes y un modelo de negocios claro. Muchas empresas nuevas no caen en la misma categoría y terminarán desapareciendo o siendo absorbidas por otras a precios bajos.

En conclusión, SVB, antes de quebrar, era un banco especializado que se relacionaba con empresas de alto riesgo. Si bien otros pocos bancos también cayeron, su tamaño era pequeño. Debido a la naturaleza riesgosa de las compañías con que SVB se relacionaba, había una probabilidad alta de que una situación como la que ocurrió se materializara. Muchos inversionistas que apostaron al riesgo de forma concentrada, y muchos fondos de capital de riesgo también, pagarán caro la alta exposición a activos riesgosos.

Es más, muchos bancos pequeños expuestos al sector tecnológico también corren riesgo de desaparecer, aunque las ayudas anunciadas podrían ayudarlos a sortear el escenario actual. La lección de esto es, una vez más, diversificar. Mantener una cartera de inversiones diversificada a través de distintas monedas, regiones e industrias reduce el riesgo de sufrir pérdidas cuantiosas como consecuencia de un solo evento.

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