El economista Claudio Agostini ve de lejos, por el momento, la campaña presidencial.
Economista de la UC y doctor por la Universidad de Michigan, el hoy académico de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) se declara huérfano de candidaturas por el momento, ya que por ahora no se vislumbra un opción de centro. Agostini militó en la Democracia Cristiana hasta mediados de los 90, siendo dirigente estudiantil por la falange a fines de los 80.
"Prefiero mi independencia porque uno, desde la academia, trata de contribuir para que haya mejores políticas públicas, que se discutan en base a evidencia. Son propuestas, más que personas. Entonces, una vez que tú te casas con una candidatura, si esa candidatura propone algo que a ti te parece que no está bien amarrado, no voy a salir criticando…", explica el especialista en impuestos y libre competencia.
- Lo que sí ha estado muy presente en la campaña es el tema tributario. ¿Ya es inevitable pensar que volverá a haber reforma tributaria en el próximo Gobierno?
- Es una buena pregunta porque llevamos mucha reforma tributaria en poco tiempo y uno necesita un horizonte más de largo plazo. Uno quisiera que como país fuéramos capaces de llegar a algún acuerdo tributario. Más allá de que siempre se puedan hacer ajustes menores, sobre todo en temas que tienen que ver con evasión y elusión, genera mucha incertidumbre el que haya reforma tributaria en cada Gobierno y, en general, no es bueno estar cambiando las reglas del juego tan frecuentemente.
- ¿Qué tipo de instrumentos debiera considerar una nueva reforma tributaria?
- Los que a mí me acomodan, que uno mira basado en la mejor evidencia que tenemos, son relativamente difíciles políticamente porque implican eliminar todos los regímenes especiales y todas las exenciones que hay.
Entonces, si uno toma ese abanico de cosas que quisiera ver, por ejemplo, el subir el impuesto al diésel del actual 1,5 UTM por metro cúbico a al menos a 6 para igualarlo al de la gasolina. Dejar de devolverles hasta el 80% del impuesto al diésel a los camioneros. ¿Porque? Porque no tiene sentido. Entonces, son ideas que probablemente estarían bien arriba en las prioridades, pero políticamente es súper difícil.
Y después empezaría a eliminar y reducir exenciones, de tal forma que uno quisiera tener un sistema tributario lo más parejo posible con la base lo más amplia posible, lo cual te permite recaudar más, incluso bajar las tasas un poco si es que uno quiere, pero te permite que haya equidad tributaria horizontal.
Y cuando uno habla de distorsiones, en Chile la número uno es la renta presunta, que tiene a tres sectores económicos -minería, transporte y agricultura-, que pagan no dependiendo de su ingreso, sino del valor de un activo, y eso genera espacios de evasión, de elusión, corta la cadena del IVA. El nivel de distorsiones que genera la renta presunta es muy grande.
Después hay temas que son aún más difíciles de eliminar, como los regímenes especiales geográficos. Por ejemplo, Isla de Pascua es prácticamente un paraíso tributario. Hay zonas francas, hay ley austral. La cantidad de exenciones tributarias asociadas es muy grande y abre espacios de elusión y de evasión.
- Ahora, todos estos temas no están en la discusión de las campañas.
- Yo me imagino que es por razones políticas, porque no son muy populares, aunque hay consenso técnico de que es lo correcto de hacer. El consenso es tener bases amplias y tasas más bajas y que no haya ni exenciones ni regímenes especiales. Y hay muchos países que han avanzado en esa dirección. Nueva Zelanda, que es un país que miramos, no tiene exenciones en el IVA. Europa ha avanzado fuertemente en subir el impuesto al diésel y nosotros ni siquiera estamos en el radar.
Me imagino que nadie quiere perder el voto de los camioneros, pero incluso cuando han estado en el Gobierno ni siquiera han sido capaces de cumplirlo. En el programa de gobierno del presidente Boric estaba subir el diésel e igualarlo al de la gasolina y ni siquiera lo intentaron.
- Ahora, entrando a los candidatos, ¿cómo ha visto las propuestas tributarias que se conocen hasta el minuto?
- Me sorprende que se insista en algunas propuestas tributarias que son malas ideas. Y esto no tiene que ver ni con ideología ni con candidato.
Por ejemplo, con la mejor evidencia que tenemos, el impuesto a la riqueza es un mal instrumento tributario. Y la evidencia que tenemos de todos los países que lo tuvieron y terminaron eliminándolo es mala. Era un impuesto súper difícil de administrar, porque tú tienes que conocer los activos de las personas y los pasivos. Los pasivos son fáciles, ya que son todas tus deudas. Algunos activos son fáciles, como los autos, propiedades, acciones y fondos mutuos. Pero activos como un cuadro caro, una escultura cara que las personas más ricas sí tienen, propiedades que están fuera del país con nombre de una sociedad… es muy difícil de fiscalizar.
Además, es caro de administrar y recauda muy poco. Por ejemplo, en Francia salió un estudio que mostraba que costaba más implementar el sistema que lo que recaudaba. En el neto, salía para atrás la recaudación.
Entonces, más allá de que de que alguien pueda querer tener un impuesto a la riqueza, la evidencia es que no funciona y que es una mala idea.
En cambio, las contribuciones de bienes raíces, por ejemplo, son un muy buen impuesto, y por las mismas razones por las cuales el impuesto a la riqueza es un mal impuesto: las contribuciones recaudan y no poco. En el caso de Chile, recauda 1,3% del PIB, en el promedio de la OCDE recauda 1,7% del PIB.
Además, recauda de forma relativamente fácil y es barato de administrar y fiscalizar, ya que es muy difícil evadirlo. Tú puedes esconder tus ingresos detrás de sociedades, el IVA también, pero esconder tu propiedad es muy difícil.
Entonces, si uno mira las características de un impuesto, es un impuesto ideal, distorsiona poco, recauda, es fácil de administrar y barato de fiscalizar. Además, es progresivo. Entonces, tiene todo lo bueno de un impuesto. Derogarlo o eliminarlo es un error del punto de vista de política tributaria.
- Ahora, donde sí hay un consenso es que se genera un efecto indeseado sobre los adultos mayores, ya que es un impuesto que depende del valor de la propiedad y no se correlaciona con los ingresos del propietario.
- Sí, estoy de acuerdo. Las contribuciones tienen un solo problema práctico: que yo puedo estar viviendo en una propiedad que subió mucho de valor y mis ingresos no subieron acorde, o incluso me jubilé y bajaron mis ingresos. Entonces, tengo un problema práctico.
Es un problema, pero es un problema acotado, ya que en Chile el 77% de las viviendas están exentas. Entonces, el problema está acotado potencialmente a 23% de la vivienda. Además, en Chile ya hay exenciones importantes para los adultos mayores, y además es por edad.
Entonces, de verdad el problema es bien acotado y es importante ponerle magnitud. No es un problema enorme que afecte a una cantidad enorme de contribuyentes.
Dicho eso, para algunas personas sí existe el problema. Ahora, yo siempre creo que cuando alguien inventó la rueda y funciona, no hay que inventar la rueda, hay que copiar lo que funciona.
- ¿A qué países hay que mirar?
- Canadá e Irlanda tienen un sistema para hacerse cargo de este problema que funciona súper bien, que es de acuerdo a tu nivel de ingresos. Tú pagas una fracción de las contribuciones, que puede ser desde 0% hasta 50% y la diferencia que no pagas es una deuda que la propiedad tiene con el Estado, no tú. Entonces, cuando tú la vendes se paga la deuda y para ti queda la diferencia entre el valor de venta menos la deuda de contribuciones acumuladas de mucho tiempo. Si tú mueres, tus herederos reciben la propiedad menos el valor de la deuda.
Entonces, eso te garantiza que una persona a quien le subió mucho el valor de su propiedad, por su ingreso pueda seguir viviendo en esa propiedad sin ninguna restricción, sin tener que irse y sin tener que endeudarse para pagar contribuciones. Yo creo que son mecanismos que se pueden implementar en Chile.
- ¿Cómo ve esta idea del Gobierno de fijar un tope del 5% de los ingresos en pago de contribuciones para los adultos mayores más vulnerables?
- Esa es la solución que tiene Estados Unidos en varios estados, con un rango que varía entre 3% y 5%, dependiendo del estado. También es una solución razonable.
A mí me gusta más la otra idea, porque si estás en una propiedad cara, está bien que ese impuesto se pague, aunque sea en el futuro.
Impuestos vs. crecimiento
- Volviendo a las campañas, ¿cómo ve las ideas de Matthei, Kast y Kaiser de rebajar agresivamente el impuesto corporativo?
- Los impuestos corporativos tienen un efecto negativo en la inversión, pero tampoco es el principal determinante cuando uno mira las decisiones de inversión de las empresas. Por ejemplo, más importante es que exista estabilidad en las reglas del juego, que haya respeto por el Estado de Derecho y las leyes. Que haya capital humano e infraestructura también pesa más que los impuestos.
¿Influyen los impuestos? Por supuesto, pero hay otros determinantes que son más importantes. Ahora, desde el punto de vista de la competitividad, las multinacionales comparan las tasas de impuestos, pero también comparan estas otras cosas.
Por ejemplo, hay varias empresas chilenas que invierten en Perú y en Brasil, que tienen tasas de impuestos corporativos más altas que Chile. Entonces, si el impuesto fuera el determinante y uno perdió competitividad, ¿por qué hay empresas chilenas de celulosa invirtiendo en Brasil, que tiene una tasa de 30%, o en Colombia y Perú que tienen tasas más altas que Chile? Por otras razones, como porque son mercados más grandes, porque tienen otras ventajas. Me parece importante poner el contexto.
- Pero incluso en la centro izquierda hay consenso de que la tasa de Primera Categoría es alta en Chile.
- Dicho lo anterior, sí creo que la tasa de impuestos hoy día está un poco más alta en Chile y tenerla en un rango de entre 20% y 25% me parece razonable.
Pero agregaría dos cosas que con las cuales hay que tener cuidado. Primero, uno tampoco quisiera bajarla tanto, ya que empiezan a incentivar el disfrazar todos los tipos de ingreso a través de empresas de mentira. Y la segunda, que no hay ninguna buena razón desde el punto de vista de política tributaria para que las PYMEs tengan una tasa menor. Ninguna. Los impuestos tienen que ser lo más neutros posibles. Además, tener una tasa más baja desincentiva a que crezcan las empresas.