Cristián Candia H.
Según estimaciones de la industria salmonera, la macrozona de la Región de Aysén concentrará cerca del 80% de la producción de salmón del Atlántico que se cosechará durante 2011. Las mejoras productivas y los buenos márgenes llevaron a una buena parte de las empresas salmonicultoras a volver apostar por esta especie, la que genera el mayor valor agregado, pero también es la más proclive al virus ISA. Estas positivas perspectivas se han topado, sin embargo, con un inconveniente no menor, la poca infraestructura disponible para enfrentar este aumento productivo. César Barros, presidente de la Asociación de la Industria del Salmón de Chile (SalmonChile) reconoció la complejidades de esta situación y comentó que es de los temas que estamos abordando con la autoridad, sobre todo, porque al crear una macrozona en Aysén, se requiere tener una capacidad instalada de plantas de proceso, puertos, aeropuertos y laboratorios para hacer frente a una incremento como éste.
Fuentes del sector explican que el mayor problema que implica esta escasez de infraestructura radica en que el transporte de los peces y la descarga tendrían que trasladarse hacia la Región de Los Lagos, con el consiguiente riesgo sanitario que ello implica. Al respecto, el subsecretario de Pesca, Pablo Galilea, defendió las macrozonas independientes que se propusieron, ya que -dijo- buscan poder evitar futuros eventos sanitarios, como el ISA, y no sólo implican inversiones privadas, sino que también públicas, como en la construcción de puentes, caminos, alcantarillado y viviendas para los operarios de la zona.
Hay tanto inversiones en el ámbito público como privado que ya están programadas y van a permitir a la Región de Aysén ser un polo importante para el desarrollo de la industria salmonera, aseguró la autoridad, quien anunció que se ha conformado una mesa de trabajo para enfrentar la situación. César Barros, a su turno, explicó que estas inversiones requeridas no son menores y por ello varias empresas del rubro han adoptado distintas estrategias que permitan alivianar esta situación. Hay compañías que están promoviendo consorcios para levantar pisciculturas que es un gasto muy importante. Se asocian varias y levantan un centro. También en la Novena Región el piscicultor arrienda su lugar para que la empresa lo opere para que el proceso sea de acuerdo a las normas de la empresa que quiere los smolts o alevines, comentó Barros.
Por el lado del transporte, el dirigente estimó que también se debiesen materializar inversiones en well boats cerrados (naves que transporta los peces), donde reconoció que hay aún déficit. Todos están preocupados por el tema, nadie quiere que le peguen ninguna peste, y como también hemos aprendido que todos quieren estar al tanto y todos quieren participar en la resolución de cualquier crisis que haya, todos van a querer que estas inversiones se hagan bien y de la forma más segura posible, van a ser mucho más exigentes los vecinos y que el afectado, puntualizó Barros.
Fuertes inversiones
En la industria se ha calculado que las inversiones requeridas para adecuarse a la nueva normativa sanitaria y ambiental tienen un costo de entre US$ 500 millones y US$ 1.000 millones. Al respecto, Barros reconoció que la salmonicultura está enfrentada a todos estos cambios, lo que implica un fuerte proceso de inversión que es doloroso para muchos y provoca cambios que son muy duros. Ahora que todos están queriendo producir y hay buenos márgenes cada norma que se establece hace que algunos rían, lloren o sufran y por eso es que es importante que estas cifras estén bien expresadas y que el gobierno diga cuál es el sendero a seguir.
Agregó que es importante tener un diálogo fructífero al interior de la industria, porque todo esto afecta a de distinta forma a las empresa, destacando el cambio de estatutos que se ejecutará en marzo en el gremio salmonicultor para incorporar más actores a las decisiones.