Por Kharla Caniupán
Las heladas que afectaron a parte del sector agrícola y frutícola no sólo impactarán a los productores o el sector bancario. Dentro de la cadena, las empresas que venden productos agrícolas y al mismo tiempo prestan servicios financieros cumplen un rol relevante.
Es el caso de Copeval, Coagra y Martínez&Valdivieso (M&V), entidades que tienen una gran presencia en la zona afectada por el terremoto blanco. Todas están evaluando caso a caso qué pasa con sus clientes, los cuales están midiendo la magnitud del daño y tomando decisiones en función de eso. En el caso de M&V, su gerente general, Francisco Awad, indicó que están “en plena evaluación del impacto de las heladas en nuestros clientes. Con esa información definiremos los pasos a seguir y cómo abordaremos el problema”.
Copeval a junio registra más de US$ 183 millones en stock de créditos. El gerente general, Darío Pollini, hace hincapié en que hay que entender cómo funciona el sector: “La actividad agrícola tiene riesgos climáticos y comerciales y quienes entran a este negocio lo saben”.
Agrega que si bien existirá una menor producción de fruta de exportación, situaciones de menor rentabilidad o de pérdidas, esto no significará que las empresas quiebren o se paralicen: “Sólo hay que entender la realidad que están viviendo y actuar en consecuencia; darle los plazos de pago que ellos requieren”, dice.
En la misma línea, Juan Sutil, presidente de empresas Sutil (agrupa a Coagra y Vanagro, entre otras) considera que el Estado debería focalizarse en los productores que han sido dañados y que no cuentan con las garantías para poder reestructurar sus pasivos o rearmar su situación financiera: “El Estado tiene dos caminos, o los dejan fracasar producto de la helada o los apoyan”, dice Sutil.
Agrega que la mayoría tendrá pérdidas parciales y los menos, mermas considerables. Por esto, enfatiza que “lo que hay que hacer es dar un año de gracia, que el banco le cobre intereses el 2014 y no le cobre las cuotas de capital. Y que todos los bancos y la autoridad (SBIF) tengan la buena disposición para postergar las deudas un año. Y de esa manera se evita agudizar una crisis de producción al sector financiero”, explica Sutil.
Garantías para productores
El presidente de Asociación de Instituciones de Garantía Recíproca (Asigar), Felipe Sandoval, explica que el 8% de las garantías está en el sector agrícola, casos en que actúan como avales de quienes toman el crédito, en este caso el agricultor.
Sandoval indica que una buena opción ante una crisis es lo que se hizo para el terremoto, cuando se crearon fondos especiales por parte de Corfo que dieron garantías para las empresas que sufrieron problemas por el terremoto.
“Se podría repetir esta opción, pero se requerirían recursos especiales del Estado para que creen un fondo especial para esto”, explica Sandoval.
Sutil destaca que se deben “buscar los mecanismos para que los agricultores que están afectados puedan recibir apoyo (...) Si fuera presidente de la Corfo lo primero que haría sería sacar un programa de apoyo de la catástrofe de las heladas para que los agricultores a través de las SGR puedan tener garantías para poder operar en el largo plazo con la industria bancaria y obtener financiamiento que les permita hacer nuevamente sus cultivos y sacar adelante su producción”.
Carteras aseguradas
Mientras Copeval tiene la totalidad de sus préstamos asegurados con Magallanes, Coagra mitigó ese riesgo con Continental. La función de los seguros de crédito es cubrir el riesgo de no pago de las cuentas por cobrar. Por eso, las compañías de seguros de crédito están monitoreando de cerca el tema.
Maureen Rallier, gerente de Ventas de Crédito de la Compañía de Seguros de Crédito Continental, indica que si bien “es muy temprano de anticipar cuál será el impacto concreto, se visualiza un aumento de impagos en los próximos meses de aquello agricultores que se han visto afectados por estos fenómenos climáticos, debido a que los créditos de este mercado son asociados a las fechas de las cosechas”.
Pollini advierte que Copeval -que tiene más del 50% de su stock otorgado a agricultores de tamaño mediano (que representan el 20,68% del universo de clientes) y el 15,81% en la pequeña agricultura (78% de sus clientes están en este segmento)- tiene todas sus cuentas por cobrar con seguros de crédito.
Destaca que el riesgo está bastante atomizado porque tienen presencia en toda la zona agrícola y todos los rubros: “El impacto es acotado, menor al 10% de la cartera”.
Agrega que “probablemente esto se traducirá en la necesidad de apoyar a asegurados y productores prorrogando los vencimientos de los créditos, para poder darles la oportunidad de recuperar sus cultivos”.