Los últimos procesos electorales en nuestro país han dejado más preguntas que respuestas. Cómo es el votante que participa, qué busca de los candidatos y qué aspira alcanzar con su elección. Hace unas semanas el Servicio Electoral compiló unas cifras que contribuyen a despejar en algún grado esas incógnitas, revelando cómo es el nuevo elector. Uno de los cambios más evidentes en estos 30 años en que Diario Financiero ha seguido los vaivenes políticos, a juicio de los expertos, es que el ideologismo, que campeó en gloria y majestad hasta la elección presidencial de Ricardo Lagos, comenzó un proceso de retirada y, a estas alturas, se desvaneció por completo, siendo reemplazado por el pragmatismo.

Las cifras del Servel -basadas en las elecciones presidenciales de 2017- dan cuenta de un compromiso cívico mayor entre las mujeres que en los hombres (54,6% versus 45,3%). Un aspecto novedoso de la elección anterior es que, a diferencia de lo que se pudiera pensar, en cuanto a que quienes militan en un partido político se sentirían especialmente convocados para ir a las urnas, sólo un 60,6% de los militantes concurrieron a votar en la primera vuelta, lo que aumentó levemente, a 61,4%, en el balotaje.
Otro fenómeno interesante, que marca el desgano de la ciudadanía hacia los procesos electorales, es que después de años en que la clase política, especialmente la centroizquierda, insistiera en la necesidad de permitir el voto de los chilenos en el exterior, en las presidenciales votó sólo el 60% de los habilitados para hacerlo, cifra que bajó a un 54% en la segunda vuelta. En cambio, la participación de los extranjeros que viven en Chile fue a la inversa. Mientras que en la primera vuelta votó el 19% en la segunda aumentó el interés por participar, llegando al 21%.
Es un hecho: los jóvenes votan menos
Por otra parte, un estudio publicado por el Centro de Políticas Públicas de la UDD, sobre las elecciones parlamentarais de 2017, aporta un perfil cualitativo del ciudadano que participó en ese proceso electoral, que incluye información acerca de su sexo, edad, religión y frecuencia de asistencia a los oficios, educación, empleo y clase social subjetiva. Y tal como lo reflejan los datos del Servel, las mujeres constituyen la mayoría de votantes en todas las coaliciones.
Mientras que los jóvenes son mayoría en el Frente Amplio (18-25 años), en la Fuerza de la Mayoría (pacto de la Nueva Mayoría) y Chile Vamos no llegan a uno de cada diez. En Chile Vamos un 65% se declara católico y un 50% hace lo propio en la Fuerza de la Mayoría. En ambas coaliciones un 13% se declara evangélico, aunque también en ambos pactos con un reducido nivel de asistencia a oficios religiosos. En el Frente Amplio, en tanto, el 46% de sus votantes se define como no creyente y ateo. Resulta llamativo que entre los votantes del Frente Amplio y la Fuerza de la Mayoría están los porcentajes más altos con educación superior (40% y 35%, respectivamente); entre los votantes de Chile Vamos, en cambio, sólo un 25% es profesional universitario.
Algo similar ocurre en cuanto a situación laboral, donde el 53% y 56% de los votantes del Frente Amplio y Fuerza de la Mayoría, respectivamente, trabajan y un 26% y 7% estudia; mientras que sólo el 50% de los votantes de Chile Vamos trabaja y el 7% estudia. El 22% de Chile Vamos y Fuerza de la Mayoría son jubilados y un 5% cesantes. En el Frente Amplio, en tanto, hay sólo un 10% de jubilados y un 7% de cesantes. En la derecha es donde más hay dueñas (os) de casa, llegando a un 15%; en la Fuerza de la Mayoría 10% y 3% en el Frente Amplio.
En lo que respecta a la clase social de los votantes de las coaliciones, el Frente Amplio concentra el mayor porcentaje de clase media, media alta y alta (60%), seguida de Chile Vamos (58%) y Fuerza de la Mayoría (52%). En cambio, la Fuerza de la Mayoría concentra el mayor porcentaje de clase media baja y baja (48%), seguido por Chile Vamos (42%) y el Frente Amplio (40%).
No a la ideología
Para el director ejecutivo del Instituto Libertad, Aldo Cassinelli, el cambio más significativo en el perfil del nuevo votante chileno es que pasó de ser ideológico a pragmático, lo que "implica que la oferta electoral de los candidatos tiene que ser percibida por los electores como algo que les es razonable".
En ese sentido, Cassinelli añade que en cuanto a perfil "el segmento más grade está dado por los adultos y ese electorado es el que más marca la oferta política en las elecciones y después en la agenda pública, en términos de programa", con lo que obliga a los políticos a crear una agenda que le haga sentido y mantenga cautivo a ese electorado, como con el caso de la reforma a las pensiones y temas seguridad.
De hecho, explica que Renovación Nacional y el Frente Amplio son los únicos que "comprendieron", en la elección presidencial pasada, cómo enfrentar el proceso y por eso les fue mejor que a los demás sectores políticos. RN, explica, basó su trabajo territorial de campaña en el sistema de "Inteligencia Electoral", creado por IL. Su foco está en reconocer los cambios que ha experimentado la sociedad y, por tanto, el electorado; y entregar una oferta política ad hoc a esos cambios.
Por su parte, el cientista político y decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno, coincide con Cassinelli en que el nuevo votante "no se relaciona con discusiones ideológicas abstractas. También es individualista, orientado hacia cuestiones que se refieren a los estilos de vida y crecientemente apolítico".
Y otro rasgo del perfil del nuevo electorado que reflejan los procesos electorales de los últimos años es que "evoluciona hacia un tipo de ciudadano intermitente, que se activa (políticamente hablando) cuando emerge algún acontecimiento y toma posición en torno a "buenas causas" (aborto, migraciones, medio ambiente, maltrato animales etc)".
En concreto –agrega Moreno- son ciudadanos "que buscan incidiry estar implicados en el proceso político, no como antes, sino que en las modalidades de participación que ellos mismos quieren y que se caracterizan por formato intermitente, parcial y esporádico", dejando atrás las ideologías.


2000
enero
El inicio del fin de las ideologías
El 17 de enero del año 2000, Diario Financiero destacaba en su portada al vencedor de la segunda vuelta presidencial, Ricardo Lagos Escobar, junto a quien le diera una dura pelea, Joaquín Lavín. Este último se inscribió en la historia política reciente por quedar a sólo 30 mil votos de su contrincante, considerado el favorito de la opinión pública, en la primera vuelta. Esas elecciones, según analistas, fueron las últimas que se definieron ideológicamente. Diario Financiero ha podido constatar que, elección tras elección, el desinterés ciudadano por la política ha desincentivado a participar y también cómo el elector se ha ido inclinando hacia una actitud más pragmática, apoyando candidatos que ofrecen resolver problemas concretos de la ciudadanía. Por lo mismo, la segunda vuelta del año 2000 definiría el fin de un ciclo marcado por la política y la ideología, donde paradojalmente el llamado candidato del "cosismo" no logró imponerse. Tres décadas más tarde el escenario político ha cambiado diametralmente.