Con la candidatura de Sebastián Piñera en una posición expectante, respaldado por una derecha insólitamente ordenada, las opciones de los presidenciables del oficialismo se reducen con el pasar de las semanas. El senador Alejandro Guillier no solo no crece, sino que retrocede (de 16% a 15% según la Cadem), aunque se encuentra bastante por encima todavía del expresidente Ricardo Lagos (que de acuerdo a la misma Cadem no despega del 3%). Ambas situaciones son complicadas, por cierto, pero el candidato del PPD se halla en un escenario especialmente delicado y juega sus últimas cartas a contrarreloj.
A diferencia de Piñera y de Guillier -ambos independientes-, Lagos simplemente no podrá seguir compitiendo si su partido no logra reficharse el 14 de abril, para lo que faltan apenas dos semanas. Sería el fin de su periplo por regresar a La Moneda y, probablemente, la mejor salida de una extraña campaña de siete meses donde se ha desangrado en la aventura por conquistar las simpatías partidarias y ciudadanas. No ha tenido ningún éxito: en la Cadem, alcanzó su peak de 8% un mes y medio después de lanzarse, pero desde entonces ha caído en picada.
En el PPD aseguraban este jueves que cuentan con los militantes necesarios para inscribir un candidato presidencial, que el Servel no tiene los números actualizados como el partido y que Lagos en persona ha estado atento a los avances del proceso.
Si hace siete meses el exmandatario hubiese tomado otra opción política y estratégica, posiblemente no se encontraría encajonado como se halla. Decidió seguir un camino institucional alimentado por las falsas promesas de proclamaciones incumplidas. Si Lagos hubiera desconfiado -como quizás debería haberlo hecho-, hubiera emprendido el camino de un candidato independiente que, sin el apoyo de ninguna colectividad, se hubiese dedicado a recolectar las 35.000 firmas necesarias para plantarse ante la Nueva Mayoría desde una posición de fuerza. Pero concluyó que era posible conquistar al PPD, al Partido Socialista y a la Democracia Cristiana en cosa de semanas y ahora, cuando faltan algunos días para que el Servel haga cumplir la ley, su suerte depende de la capacidad de un partido para encontrar nuevos militantes.
Para quienes piensan que un mínimo de realidad aconseja que baje su candidatura, que el PPD no lograra llevar candidato sería la mejor salida de todas para Lagos. El expresidente, aunque derrotado, tendría a su haber que a sus 79 años recorrió 14 regiones, desde la mañana a la noche, mostrando que en el ocaso de su vida entregó todo lo que tenía.
Una segunda salida sería luego de la primaria del 2 de julio. De realizarse la consulta ciudadana y de llegar Lagos a estar en la papeleta como candidato del PPD, el periodo de campaña le habrá servido al expresidente para trabajar en un asunto que lo tenía obsesionado, incluso antes de lanzar esta candidatura: rescatar el legado de su gobierno.
Con su círculo convencido de que desde el primer periodo de Michelle Bachelet se comenzó a desprestigiar el trabajo realizado en 2000-2006, los debates con los otros candidatos le servirían al expresidente para seguir defendiendo su administración y, de paso, la labor de la Concertación, aunque al final perdiera. Sería, de nuevo, una salida dignificante y por arriba.
Una tercera vía -quizás la menos conveniente- sería el reconocimiento abierto de que su postulación no logró -como aspiraba- convocar a todo su sector. Por el contrario, su figura terminó convirtiéndose en una provocación para aquellos sectores de la izquierda –de dentro y fuera de la NM– que desprecian la transición y a sus máximos dirigentes.
La indefinición del PS
Aunque en la oficina de la presidencia del PS su retrato cuelga de una de las paredes junto a los de Salvador Allende y Michelle Bachelet, difícilmente la colectividad va a proclamar a Lagos.
Cuando termine abril el partido tendrá que haber elegido un candidato de querer llegar a primarias: el 2 de mayo vence el plazo para inscribir las postulaciones a la consulta legal que debería realizarse el 2 de julio próximo. Pero aunque los apoyos en el socialismo están divididos, Lagos tendría apenas a un tercio de la tienda socialista. El resto respaldaría sobre todo al senador Guillier, seducidos por su mejor desempeño en las encuestas.
Este sábado el comité central del partido deberá decidir si realiza o no la consulta ciudadana programada para el 23 de abril. La colectividad se ha empezado a dar cuenta de que tiene poco sentido realizar una primaria interna entre dos candidatos que marcan bastante poco: José Miguel Insulza y Fernando Atria.
Pero, al mismo tiempo, como reclama el ex canciller, al partido le resulta difícil desdecirse de una decisión tomada durante el verano. En ese sentido, la todavía presidenta del PS, Isabel Allende –líder de un proceso confuso que ha llevado a la colectividad a jugar un insólito papel en la definición presidencial– comienza a abogar por incluir en su consulta interna a Guillier y al propio Lagos.
El expresidente –que milita formalmente en el PPD y no en el PS, aunque se le reconozca la propia militancia– no está dispuesto a participar en el proceso. ¿Qué ganaría Lagos si formalmente tiene al PPD y, al menos, un tercio de los socialistas le darían su respaldo de igual forma en una primaria de la Nueva Mayoría?
Tanto a Guillier como a Lagos le vendría bastante bien el apoyo de los socialistas. Llegar arropado a una primaria legal –donde se pone a prueba la capacidad orgánica de los partidos, el llamado acarreo– otorga mayores posibilidades de triunfo. Pero con un PS bastante dividido –donde no existe una sola postura en materia presidencial– la decisión formal del partido tiene menos importancia con el paso de los días. Defina lo que defina la colectividad, en la práctica terminará dividida a la hora de apoyar a uno u otro candidato y sus militantes, finalmente, respaldarán en las primarias legales al candidato que mejor les parezca.
En el comité central de mañana podía mantenerse o bajarse la idea de realizar la consulta ciudadana del 23 de abril entre los candidatos socialistas. Como en el PS todo puede ocurrir, podría este mismo sábado definirse apoyar a un postulante, aunque esta opción parezca poco posible. Con probabilidad, el siguiente comité central del día 23 tendrá que definir el nombre de un presidenciable. Sea como fuere, las opciones de que sea Lagos son mínimas. No tendría sentido que ahora –siete meses después de su anuncio de postulación–, el PS le diera un respaldo que hasta ahora le ha negado.
La nueva mesa socialista, encabezada por el ex ministro Álvaro Elizalde, parece tener una línea pragmática y favorable a Guillier.
Problemas de despegue
La decisión de no tocar ni al gobierno ni a la Nueva Mayoría –con desaprobaciones históricas– podría configurarse como una de las causas por las que Lagos no ha logrado despegar en las encuestas. El expresidente tomó esa determinación al comienzo de la campaña, lo que con el paso de los meses se ha transformado en una mochila demasiado pesada para un candidato que, adicionalmente, está identificado con el ADN de la Concertación y de la transición.
Fue la cara visible de los malos resultados de la Nueva Mayoría en las municipales y desde septiembre hasta la fecha se transformó en el símbolo de la antigua forma de hacer las cosas. Para sus partidarios resulta injusto desde muchos puntos de vista, sobre todo porque Lagos dejó el poder hace 11 años y nada ha tenido que ver con los escándalos de corrupción que han marcado la agenda local en los últimos años. Pero en un ambiente donde se repudia a la política en general, el exmandatario ha resultado fuertemente damnificado.
Los ataques provienen de dirigentes altamente valorados por la ciudadanía, como el diputado Giorgio Jackson. Esta semana el parlamentario de Revolución Democrática señaló que a una parte de la Nueva Mayoría no le molesta el legado de Augusto Pinochet, lo que motivó una fuerte carta de respuesta de los portavoces de Lagos. “En ese período, se redujo la pobreza del 36% al 7%, el PIB pasó de US$ 800 per cápita a más de US$ 25.000, hoy acceden a la educación superior un millón de estudiantes más que entonces, por poner sólo algunos ejemplos de un periodo del que muchos nos sentimos orgullosos”, señalaba el texto del laguismo.
Si hubiera tomado mayor distancia del gobierno y de la Nueva Mayoría, probablemente Lagos podría haber conquistado el centro y aquellos electores que valoran su perfil de estadista. Pero al no hacerlo y, al quedar ligado a la actual administración y sus problemas –como la falta de crecimiento–, parecen demasiado tardías las acciones que tienden a rescatar el legado de los gobiernos 1990-2006. Ha calado hondo la acción de los anti Concertación, que no provienen solo del movimiento estudiantil sino, sobre todo, de los autoflagelantes de la centroizquierda.
En este escenario, de nada le han valido a Lagos algunas definiciones que buscan capturan a un electorado de izquierda, como cuando señaló que el 5% de cotización adicional tenía que ir a fondo común y, a través de un tuit, agregó: “Y ni un solo peso para las AFP”. Cualquier intento por capturar a estos sectores será infructuoso.
Si el PPD se reficha, como sostienen en privado que va finalmente a suceder, Lagos apostaría por llegar a la primaria apoyado solo por ese partido. En su equipo señalan que, en el escenario de una campaña de primaria, menos importante serán las encuestas que el contenido que podría mostrar en los posibles debates ante Guillier y la senadora Carolina Goic. No era el plan original llegar a la consulta solo con el respaldo de una colectividad –pensaba que tendría al PPD, al PS y a la DC, en ese orden–, pero pese a las dificultades estaría dispuesto a correr la carrera hasta el 2 de julio. Entre los laguistas no se renuncia a la esperanza de que los democratacristianos, desilusionados por el discreto desempeño de Goic, finalmente se plieguen al expresidente.
Esta semana –nuevamente– han circulado rumores de una eventual bajada de la candidatura de Lagos. En su equipo señalan, sin embargo, que sigue con la energía suficiente para quemar sus últimos cartuchos.