Los grandes problemas de liquidez que viene atravesando Alitalia la llevaron a iniciar ayer formalmente el proceso de bancarrota, su segundo en una década, luego de que sus trabajadores votaran la semana pasada en contra de un plan de refinanciación de US$ 2.200 millones que incluía recorte de empleos y concesiones.
En un comunicado, la línea de bandera italiana reconoció “la grave situación económica, patrimonial y financiera”, y la “inviabilidad de encontrar soluciones alternativas” rápidamente, por lo que sus accionistas decidieron por unanimidad solicitar al gobierno del primer ministro Paolo Gentiloni la intervención administrativa.
En respuesta, el Ejecutivo nombró a tres comisionados que gestionarán la firma durante seis meses y les concedió un préstamo de 600 millones de euros (US$ 655 millones) para asegurar la operatividad.
El llamado crédito puente fue acordado con la Unión Europea (UE) y se extenderá solo durante la gestión de los interventores.
Gentiloni reiteró que no habrá nacionalización y que el préstamo “responde a las exigencias de continuidad y mantenimiento”, mientras que la aerolínea asegura que “el programa de vuelos seguirá funcionando según lo previsto”.
Perdiendo fuerza
Desde hace varios años, la operadora ha venido registrando un débil rendimiento, consecuencia de sus altos costos y de una creciente competencia por parte de rivales low cost, que la han llevado a ver mermar su posición dentro del mercado italiano y de la industria de la aviación.
Su participación en el mercado local cayó a 18% a partir de 2015, desde el 23% que tenía en 2007; mientras que Ryanair, la mayor aerolínea de bajo costo de Europa, ha pasado a ubicarse en el primer lugar con 23% de participación, frente al 12% que ostentaba hace diez años.
La operadora italiana ha perdido cerca de 3.000 millones de euros desde que emergió de la bancarrota en 2009 y reportó pérdidas netas por 199 millones de euros en 2015, el último año en que entregó resultados.
Futuro incierto
En un plazo de 180 días –prorrogable por otros 90– los interventores deberán presentar un plan viable que sanee las cuentas de la empresa.
Si no logran el visto bueno del gobierno o de los accionistas –la aerolínea de los Emiratos, Ethiad Airways, y bancos italianos como UniCredit e Intesa Sanpaolo–, se iniciará un proceso de reestructuración mediante la cesión de bienes o la liquidación de la empresa.
Ethiad, dueña del 49% de participación, había propuesto despedir a unos 1.600 empleados sobre una plantilla de 12.500 personas y recortes de sueldo, pero ello fue rechazado por los trabajadores. La operadora entonces decidió no otorgar financiamiento adicional.
Analistas estiman que ahora los cambios podrían ser más profundos.
Alitalia, que tendrá que buscar comprador, dijo la semana pasada haber agotado todas las opciones para mantener la solvencia.
