Por M. Steen, C. Bryant, J. Wilson y B. Groom
Frankfurt/Londres
El país que inventó el fútbol podría aprender dos o tres cosas de su rival alemán acerca de cómo promover talentos jóvenes, aprender de los errores y planificar a largo plazo.
Mientras el Bayern Munich se enfrentaba al Borussia Dortmund en la final de la Liga de Campeones en el estadio de Wembley, no sólo los jugadores alemanes sino también sus políticos recordaban la última década en que el país pasó del estancamiento a la cabeza de Europa. Las autoridades de todo el espectro político miran hacia Alemania por inspiración económica.
El Green Investment Bank, creado por el gobierno británico, con su modelo de aprendizaje y estrategia de innovación, se inspira en el ejemplo alemán. Los laboristas proponen bancos regionales, inspirados en las Sparkassen germanas. La Confederación de la Industria Británica quiere crear empresas de tamaño medio al estilo alemán del Mittelstand.
“Nuestro sistema colapsó”, dice Vince Cable, secretario de Negocios. “La crisis financiera fue un desastre y debemos enfocar las cosas con cierta humildad y aprender de otra gente”.
Incluso en medio de la recesión más larga de la eurozona, el desempleo alemán está en mínimos históricos y su economía crece, aunque poco.
Es un fuerte contraste con el año 2000, cuando Alemania era llamada “el hombre enfermo de Europa”, su economía flaqueaba y su selección era incapaz de ganar un solo partido en la Eurocopa de ese año.
A nivel económico, un gran avance de Alemania fue la reforma laboral del canciller Gerhard Schröder. Para muchos economistas, sus exportadores se han beneficiado de un euro más débil que el marco. Berlín también aumentó el gasto en investigación y desarrollo.
Pero son las características tradicionales las que estudian a fondo los políticos británicos, y no por primera vez. Bob Bischof, vicepresidente de la Cámara de Industria y Comercio Germano-Británica, ha visto olas de entusiasmo similares antes.
“Soy un poco escéptico”, dice. “Pueden hablar de cómo quieren copiar esto o aquello, pero creo que hay demasiados intereses (en el Reino Unido) en mantener el modelo de valor bursátil (de gobernanza corporativa) para cambiar realmente”.
Si se supera dicho escepticismo, ¿qué puede aprenderse?
Consultados sobre por qué el desempleo juvenil alemán de 7,9% es casi un tercio del promedio de la eurozona, los empresarios apuntan a un sistema de formación vocacional, conocido como sistema dual.
Éste combina una formación laboral con clases teóticas. Un 60% de los egresados escolares del país ingresan a este sistema.
Aunque estos programas no son baratos, los jóvenes tienden a ser leales y el sistema ayuda a vincular sus capacidades con las necesidades del mercado laboral. Es un fuerte contraste con el sistema británico, criticado por producir demasiados estudiantes humanistas y no suficientes expertos en mecatrónica.
Las empresas familiares y de tamaño medio, conocidas como Mittelstand, representan la mitad de la producción económica y el empleo. Al especializarse en avanzados nichos de mercado, retener trabajadores calificados y ser financieramente conservadoras con poca deuda, el Mittelstand ha progresado. En vez de preocupaciones trimestrales, su independencia les permite mirar a largo plazo, según los ejecutivos.
Para el consultor Hermann Simon, “la mayor diferencia entre Alemania y el resto del mundo es el peso de sus campeones ocultos, un fenómeno global único”.
Advierte sin embargo que “muchas causas tienen profundas raíces históricas y son difíciles de imitar”.
Por ejemplo, Alemania se convirtió en una nación mucho después que Reino Unido, lo que obligó a las firmas del Mittelstand a exportar antes. Su buena distribución en el país ha contribuido a su éxito. Hermann cree que puede aprenderse de su fuerte inversión en innovación, cercanía al cliente y continuidad gerencial.
Cuando necesitan un préstamo, los bancos locales las conocen bien.
También el sistema financiero alemán llama la atención del Reino Unido. Sus bancos locales de ahorro y su enorme banco de desarrollo KfW son vistos como modelos potenciales por la forma en que han mantenido los préstamos a lo largo de la crisis financiera.
Hay más de 420 cajas de ahorro. Otorgan muchos servicios y operan en asociaciones regionales y nacionales para proteger los depósitos de los ahorristas en un sistema de confianza mutual, pero todas operan en un pueblo, ciudad o área rural.
Sus jefes dicen que su “principio regional” es clave en su éxito y parte por la cual Alemania mantiene un amplia base corporativa: los bancos apoyan la creación de empleo y firmas a nivel local.
El KfW, que comenzó como un vehículo de financiamiento para la reconstrucción de posguerra de Alemania, canaliza casi 80.000 millones de euros de emisiones anuales de bonos a través de otros bancos hacia proyectos de energía limpia y protección climática así como desarrollos internacionales y financiamiento comercial.
Durante la crisis, el KfW también otorgó financiamiento de emergencia para algunas compañías que parecían viables pero necesitaban ayuda. Durante la crisis no todo le salió bien. Perdió miles de millones de euros por la exposición del banco IKB a los créditos subprime, y transfirió dinero a Lehman Brothers cuando colapsaba.
Algo que no se ve en Alemania es un triunfalismo por este sistema que está funcionando bien, económica y futbolísticamente. La atención ya está en la próxima temporada, en que Alemania enfrenta una elección, desafíos demográficos y temor por los mercados de exportación.