La cumbre de líderes de la Unión Europea arrojó en su primer día al menos un avance concreto, luego de que las autoridades del bloque aprobaran un plan de crecimiento por 120 mil millones.
Sin embargo, este es apenas un tímido avance respecto de la magnitud del desafío que persiste, y el encuentro confirmó además la profunda división que existe entre los gobernantes sobre las prioridades y estrategias para salir de la crisis, con un bloque presionando por más medidas de emergencia para evitar un colapso en España e Italia, y el otro temeroso de que la ayuda frene las necesarias reformas de largo plazo.
El plan de crecimiento, que está enfocado en el largo plazo, incluye financiamento para infraestructura, alivio tributario y otras medidas basadas en los fondos de la UE. También contempla bonos para proyectos y apoyo para las PYME.
“La agenda de crecimiento es una señal de nuestro constante compromiso”, afirmó el presidente de la UE, Herman Van Rompuy. “Reúne todas las medidas concretas que tomaremos poco a poco”.
Pero incluso este modesto avance se vio opacado a última hora, luego de que España e Italia pusieran como condición medidas de emergencia para estabilizar los mercados y evitar que el costo de la deuda siga avanzando hasta niveles insostenibles. Horas antes del encuentro, el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, prometió a su parlamento que haría todo lo necesario para conseguir ayuda inmediata, advirtiendo que su país “no podrá seguir financiándose en el mercado por mucho más tiempo”.
Lo urgente y lo importante
Gran parte de la reunión, de hecho, se centró en la situación de Roma y Madrid. Su aliado francés, el presidente galo François Hollande, reclamó “soluciones muy rápidas” ya que ambos “han hecho esfuerzos”.
Una posibilidad es utilizar el fondo de rescate de la UE para comprar bonos españoles e italianos, pero eso obliga a un plan de ajuste y reformas, aunque menos estricto que si se tratara de un rescate completo. Los fondos también incluyen acreedores prioritarios, es decir, que están en primera línea para cobrar en caso de un impago, lo que molesta a los inversionistas y repercute negativamente sobre la deuda.
Pero la propuesta chocó una vez más con la oposición del bloque encabezado por la canciller alemana Angela Merkel.
El más duro fue el primer ministro holandés, Mark Rutte, que afirmó que la “única vía” para que España e Italia salgan de la crisis es seguir haciendo recortes y aprobando reformas, especialmente en el mercado de trabajo.
Una salida intermedia ofreció Finlandia, un socio más cercano a Alemania. La idea del primer ministro Jyrki Katainen es que los gobiernos en problemas emitan bonos garantizados contra activos estatales, tal como se hace ahora, y que estos títulos sean adquiridos por los fondos de rescate europeos.