La sorpresiva movida de BTG Pactual, de levantar un libro de órdenes paralelo para el remate de acciones de Falabella dejó a más de un herido. Y no sólo estamos hablando de la corredora encabezada por José Miguel Barros, sino también de los inversionistas que se quedaron fuera del libro de los brasileros y decidieron inscribirse en el “oficial”, lo que pone la lupa en la forma en la cual operan los remates en el mercado local.
Según comenta un ejecutivo que fue parte del proceso, este caso dejó al descubierto una de las desventajas que tiene este tipo de transacciones, que es una menor transparencia, ya que la prorrata no está definida por el colocador, dándole el mismo espacio a los inversionistas institucionales que a los de fondos mutuos y retail. Es así como los interesados en adquirir determinadas acciones tienden a “inflar” el número de títulos a comprar, ya que es la única forma que tienen de competir con las AFP.
El problema, por otro lado, es que las administradoras tienen prohibido por ley, aumentar artificialmente su demanda por estos mismos papeles. Sin embargo, donde no existe prohibición es, paradójicamente, en la inscripción en más de un libro, lo cual resultaría a juicio de un ejecutivo de ese sector contradictorio, ya que finalmente el efecto de ambas estrategias es similar. Y qué fue lo que sucedió en este caso, aumentó artificialmente el precio de la acción.
“Aunque todas las empresas quieren tener a los institucionales entre sus inversionistas, todos debemos aceptar que muchas veces funcionan como manada, y en algunos casos, ejercen una presión ´poco sutil´ en determinadas colocaciones”, afirmó un ejecutivo de una empresa que transa en bolsa.
De hecho, en el mismo mercado mencionan a modo de ejemplo que AFP Provida, debido al proceso de control que adoptaron desde poco antes que llegara Metlife a su propiedad, acostumbra seguir el mismo standard de exigencia que se cumplen en el mercado norteamericano.
Una fuente del proceso comenta que usar esta estrategia similar a la de “doble inscripción” en ese país sería algo impensado, ya que “la SEC no perdona y todos sabemos que nadie se mete con ellos”.
Se mantienen los problemas
Desde un punto de vista más crítico, una alta fuente del sector señala que, al menos lo que sucedió en el caso de los inscritos en ambos libros, demuestra que pese a los años aún no se ha sacado nada en limpio después del caso Cascadas. “Se supone que las AFP sólo pueden invertir en determinadas acciones que se transan en bolsa porque es donde se produce, de la manera más correcta, la formación de precios, atendiendo a la oferta y demanda del mercado. Y estas cosas demuestran que la realidad no es tan así”, asegura.
A la espera de cambios
Tras casos como el del remate de Falabella, por lo general las voces apuntan a no rigidizar más el mercado con nuevas normas o prohibiciones, sino a simplemente, aplicar lo que ya existe.
Y en ese sentido, destacan que en este episodio realizar una subasta de libro de órdenes habría sido lo más apropiado, especialmente debido a la escasez de colocaciones que ha habido en el mercado.
En 2005 debutó la subasta por libro de órdenes, que pese a ser similar a un remate, permite discriminar por tipo de inversionista, pudiendo así los institucionales (en ese entonces) superar el problema que mantenían en estas operaciones, ya que por la prorrata les tocaba un porcentaje bastante inferior al que pretendían adquirir, ya que por ley, no pueden inflar la demanda
Sin embargo, ¿de qué depende elegir un remate y no una subasta? De la liquidez que se le quiera dar a un título. Ello porque si bien las institucionales son el principal motor del mercado chileno, también es cierto que su horizonte de inversión es a mediano y largo plazo, haciendo que en algunos casos le puedan restar liquidez a determinadas acciones.
Y en el caso del remate de la semana pasada, comentan fuentes de la operación, si bien uno de los objetivos apuntaba a lograr compradores "de buena calidad" –como hedge funds, fondos de inversión extranjeros, entre otros-, también era prioritario incrementar la liquidez de los títulos del retailer. De todas formas, destacan que independiente de lo anterior, la normativa bursátil debiera controlar que en los remates tampoco se presenten inscripciones dobles de inversionistas.