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Sergio Villalobos: veo la crisis en todas partes, en todos los elementos de la sociedad

Y esa crisis es económica, pero más importante aún, es moral e intelectual.

Por: Narayán V. Caviedes | Publicado: Lunes 14 de noviembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Un fantasma recorre, desde la óptica del historiador Sergio Villalobos, el mundo: se trata del marxismo. Para el Premio Nacional de Historia en 1992, es esta ideología la que alimenta la actual crisis internacional. Porque el mundo está en crisis, sostiene.

Y esa crisis es económica, pero más importante aún, es moral e intelectual, precisa el retirado académico. Algo en lo que también colabora la falta de un guía, de "un pensamiento central".

A nivel local, la crisis tiene dos salidas: una "solución sorpresiva", entre la que no desestima la opción de que tenga forma de golpe militar; o el surgimiento de un caudillo que pueda conducir al país. "Alguien con estatura moral, con ideas claras, persuasivo", expone.

¿Es Ricardo Lagos? No. ¿Es Sebastián Piñera? Tampoco. ¿Es Alejandro Guiller? Menos, considera el historiador. ¿Es Michelle Bachelet? Ninguna posibilidad. Villalobos no oculta su desprecio por la figura de la actual mandataria. La salida de la crisis "es un enigma", asegura.

- En una perspectiva histórica, ¿cómo sitúa lo que ocurre en Chile a nivel de participación electoral, en un marco mayor donde la abstención es un fenómeno que se instala con fuerza en otras partes del mundo?

- Esto hay que ponerlo en una perspectiva histórica de largo plazo. Las cosas ocurren porque son el resultado de una larga evolución, lo que en historia llamamos "los grandes procesos". Chile está dentro en los términos de un acontecer mundial que es bastante catastrófico, bastante incomprensible incluso, porque lo que sabemos de Medio Oriente, Siria, ISIS, ¿qué es lo que entendemos de eso? Apenas cosas corrientes. ¿Qué es lo que hay? Una crisis mundial. Es una crisis económica, por una parte, pero más importante aún es moral e intelectual. El desconcierto, el no saber hacia dónde se va. La falta de una guía superior en cada país. ¿Quién orienta a la humanidad hoy? El Papa trata de hacerlo, pero está convertido en un político. Otras grandes figuras son figuras aisladas, como la canciller alemana o el presidente de los Estados Unidos.
Entonces, uno se pregunta dónde están las figuras que guían, el pensamiento central. Ése es el gran problema. Pero, ¿a qué se debe esto? En primer lugar, la crisis religiosa, de la iglesia católica y del cristianismo, que ha pasado por vicisitudes y problemas. La iglesia debió mantenerse alejada de eso, mantenerse en su alto nivel moral. Pero no ha sido así.

En seguida, un ambiente mundial donde el marxismo es quien alimenta la crisis. Karl Marx ha sido uno de los pensadores más importantes y penetrantes en la historia del hombre, que ha ido cundiendo por todas partes. Y no es el marxismo de un partido o un país, porque eso se acabó, pero es un marxismo diluido, que está en todas partes. Lo encuentra en los partidos populares, como la Nueva Mayoría, pero también en partidos más moderados y en la gente de derecha, que -de alguna manera- están con una sensibilidad populista de la cual no pueden escapar.

Entonces, este marxismo conspira, sin poderse concretar. Los valores tradicionales que tuvo el ser humano, como la democracia, la libertad del individuo, todo ha ido cayendo en una situación ambigua y de ahí devienen estos cambios políticos en todas partes. Tomando el caso de América Latina, primero unos gobiernos de derecha, fuertes, que suscitaron problemas porque abusaban del poder también, pero luego unos gobiernos populistas que han sido un verdadero fracaso. En centroamérica, en el Caribe, en Cuba, en Venezuela, en Argentina, en Ecuador. Entonces uno se pregunta dónde está la búsqueda de un centro y algo constructivo para todos y que no esté en el egoísmo y el partidismo. Se ha perdido el rumbo. Ése es el gran problema.

- ¿Y en Chile quién puede, como menciona, "enmendar el rumbo", considerando que los partidos, el gobierno y la iglesia tienen más desaprobación que aprobación?

- Hace varios años que le doy vuelta a esa pregunta y no encuentro realmente una respuesta segura. Veo la crisis en todas partes, en todos los elementos de la sociedad. La veo en los partidos políticos, en las instituciones, la iglesia, hasta el Poder Judicial. Entonces, dónde está la solución, cuál es la línea política. No la sé bien. Se me ocurre que algo intermedio debiera ser. Cuál de las entidades o personajes que hoy actúan en Chile tiene un porvenir asegurado y nos pueda sacar de este marasmo. No lo sé. He llegado a pensar que dentro de una crisis total puede haber una "solución sorpresiva", que nadie desearía y en la que nadie está pensando.

- ¿Se refiere a un golpe de Estado? ¿Es eso plausible hoy?

- No lo sé, pero es una posibilidad que existe. Ahora, uno piensa que hubo gobiernos militares, como el de Carlos Ibáñez del Campo, y después resurge como caudillo. Después vino un segundo gobierno militar, que es el que todos conocemos, en que quizá el país en el fondo no lo deseaba, pero era la única solución que quedaba y por eso salió. Por eso, uno nunca puede saber. Eso es una posibilidad. La otra es que surja una figura carismática.

- Un caudillo...

- Un caudillismo de alguien con estatura moral, con ideas claras, persuasivo, que pueda conducir el país hacia una solución. Ahora, ocurre que en la historia de los países -y lo hemos visto en Latinoamérica-, estas situaciones caóticas suelen desembocar en la aparición de figuras. Así fue Fujimori, en Perú; Menem, en Argentina; Castro, en Cuba. Uno no puede prevenir estos períodos de crisis. Hacia dónde va, cuál será la solución, quién será el personaje. Eso es un misterio. Así ocurrió con los años de la independencia. Había una crisis del sistema colonial, habían nuevas ideas, antagonismos y no se sabía para dónde iban estos países e inesperadamente surgen caudillos, instituciones, juntas de gobierno que comienza a llevar estos países por una ruta en la que no se había pensando: las repúblicas independientes. En Chile podría pasar algo así, desembocar en algo imprevisto.

- Pero los caudillismos en la región se han ubicado mayoritariamente a la izquierda. ¿Así también podría ocurrir acá?

- En Chile sucedió que democráticamente los gobiernos fueron hacia la izquierda, como el actual. Pero que esa sea la solución definitiva, no lo sé. Hemos visto cómo todos los gobiernos latinoamericanos han ido fracasando. Hoy hay una tendencia de derecha, de un liberalismo comprensivo, con sensibilidad social que se debe a este marxismo diluido, etéreo, que está en todas partes. Se me ocurre que por ahí podría ser la solución para nuestro país, pero es un enigma. Hoy hay decenas de candidatos. A veces, esquivan el compromiso. Y el resultado de las últimas elecciones municipales ha sido desconcertante y ha desarmado a algunas personas. Ricardo Lagos, por ejemplo, a quien considero un gran estadista, ha quedado como en el aire, no sabe qué va a hacer. Por otro lado está Sebastián Piñera, que viene desde atrás, no de forma abierta, pero es evidentemente un candidato y de mucho peso. Pero también hay gente sin peso, como Marco Enríquez-Ominami y Alejandro Guillier, que es un buen hombre, pero qué trayecto tiene, qué experiencia, qué posibilidad real tiene. Yo diría que ya quedó descartado.

- Pero es un senador y, según las encuestas, el más competitivo frente a Piñera.

- Las encuestas pueden que tengan peso o no. También está José Miguel Insulza, pero realmente no corre. A lo que me refiero es que el país está viviendo una situación enigmática, eso es hoy.

- El próximo gobierno, independiente de su color, ¿qué debe hacer con el proceso de reformas impulsado por Michelle Bachelet? Le permitió ganar las últimas elecciones presidenciales con cierta comodidad.

- El proceso no lo debe continuar ni menos profundizar. Debe ofrecer una nueva perspectiva, más comprensiva. Una cosa evolutiva razonada, paciente, que los incluya a todos, sin odiosidades, sin populismos exagerados. Por ahí debería ir la cosa. Ahora, hemos llegado a esta situación. Yo creo que ha habido un fracaso de este gobierno y de la señora Bachelet. Creo que no tiene capacidad como gobernante y le falta intuición. Sus tropiezos han sido continuos, tanto en el primer gobierno como en este segundo. No es una persona apta para dirigir el país, para orientarlo. No se maneja nada, por la falta de capacidad de estadista. Le falta esa sensibilidad. Entonces, además de la situación general del país, hay una individualidad: un gobierno que está al garete, que va para allá y para acá, que ahora está retrocediendo. Ahí falta la persona, el gran estadista.

- ¿Y esa persona es una de las que hoy postula para llegar a La Moneda?

- Hay una carencia de ese gran líder que digo. Caudillo, carismático, con apoyo amplio, nacional, pero hay personas meritorias, como Ricardo Lagos, cuyo porvenir ha quedado un poco en el aire con la votación de las elecciones municipales. Está Piñera, una persona muy digna, ligada al mundo de los negocios y que piensa como tal. Y no sé quién más.

"Pecados graves"

- Buscando en la historia, ¿existe otro momento en el que la desafección y el desinterés con la política sean tan profundo como es actualmente?

- Nunca se repiten las cosas, aunque son parecidas a veces. No me atrevo a decir tanto como lo que sugiere. Los gobiernos de la Concertación, en general, tuvieron buena orientación. Se salió del gran problema político y se fue abriendo paso a una vida democrática extraordinaria. En eso, Patricio Aylwin fue extraordinario. Con una sensibilidad, una capacidad superior, que supo orientar al país. Después hubo otros gobiernos, unos buenos y otros dos discutibles, por lo menos. Los países van así, van 'zigzagueando', pero situaciones anteriores son muy distintas. El fin del gobierno de Salvador Allende era de una irrupción total contra la tradición del país y la conciencia de la gente, por eso desembocó en el gobierno militar. El gobierno del Frente Popular fue cayendo poco en un desprestigio y dando cabida a otros gobiernos. El primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo o Arturo Alessandri Palma terminaron por una vía evolutiva que volvía a la gran tradición del país. Los países tienen un ser moral que viene detrás, que es el que vivimos todos, y esto es trastornado por ideologías. Las ideologías son un verdadero problema, pero son inevitables.

- ¿Qué caracterizará al 'ser moral' de los próximos años?

- Una vuelta a la gran tradición democrática del país, con elementos de derecha y reduciendo el populismo y la retroexcavadora a una máquina vieja, desgastada y que no sirve.

- Una lectura es que la alta abstención es responsabilidad de las personas, ¿pero no es acaso de las autoridades que no son capaces de convocar a esa gente?

- Claro, ha habido una crisis de conducción y de personalidades, desde la cumbre hasta los mandos medios y bajos.

- ¿De ambos sectores, Nueva Mayoría y Chile Vamos?

- Ambos sectores han caído en pecados graves. Por una parte, las políticas inadecuadas y, por otro, los hechos puntuales de inmoralidad, de peculado, de enriquecimiento, de falseamiento de cosas, algo que es ajeno a la mentalidad histórica del país. Chile es un país honesto, honrado, con una virtud republicana, digo yo, es decir, a favor de la vida pública de todos, sin egoísmos hasta donde es posible.

- En ese marco, ¿qué puede ofrecer la derecha, que se sintió triunfante de las elecciones municipales, pero no tiene una propuesta política que no sea estar en contra de las reformas del actual gobierno?

- La abstención es parte de la protesta contra la política en general y de la política oficial en concreto. De modo que el sector de derecha no es tan perdedor por la ausencia de los votantes. Ahora, es imposible adivinar. La historia no sirve para eso. Cómo se va a salir de esto y hacia dónde irán las cosas. Creo que hacer una política más centrada, una vuelta del buen tacto nacional. Hay que abandonar los populismos exagerados y las cosas violentas.

"Las crisis en historia no saben para dónde disparan"

- El caudillo que usted plantea, ¿emergerá desde los sectores con mayor experiencia o de la nueva camada de dirigentes políticos, que provienen del mundo social?

- Hay una aparición de ciertos grupos independientes y políticos independientes que surgen con cierto éxito. La gente joven es siempre la más despistada del mundo, la que tienes menos experiencia, menos cultura, menos tacto. Entonces, es fácil que caigan en actitudes extremas, por lo que creo que no será así. La solución debe venir de un sector culto, que medita razonadamente las cosas, con prudencia. Que atiende a todo y a todo le da una solución, en un consenso general.

- Algunos políticos han planteado que la democracia está a punto de desfondarse. ¿Es tan así?

- Puede ser. Las crisis en historia no saben para dónde disparan. Se tomaron la Bastilla y terminaron rodando las cabezas de los reyes de Francia, un nuevo sistema, nuevas ideas y un nuevo mundo. Nunca se sabe.

- El debate por una nueva Constitución, ¿puede ser parte de la solución o del problema?

- Ahí se desemboca en situaciones conflictivas, que no se sabe para dónde se disparan. Ahora, sobre este debate, ¿por qué? Realmente no funciona la Constitución.

- Gran parte de la ciudadanía cree que no o que, al menos, requiere de profundos cambios.

- ¿Sería mejor otro sistema u otra Constitución? Se optó por el voto voluntario y fue un fracaso para quienes lo propusieron. El voto voluntario ha favorecido a la derecha, porque es la gente culta, la que estima que tiene que debe intervenir. Todo eso está jugando. Una reforma constitucional es enigmática, podría ser un nuevo fracaso y no llegar a nada. Por ejemplo, la idea que los intendentes sean elegidos por voto popular, contra la tradición unitaria, fuerte del gobierno, que ha sido una política exitosa. Esto de hablar del regionalismo, que se separe el poder, puede ser un gran disparate. Eso se practicó en algunos momentos y el país fue un desastre, porque había un gobierno central que distribuía los ingresos del país equitativamente entre todas las regiones. Y cómo puede manejarse Aysén, Chiloé, Magallanes, si no hay un gobierno que está continuamente destinando recursos y tomando medidas hacia allá. ¿Qué ocurre en Arica o Iquique? Si esas riquezas quedan allá y no se distribuyen entre todos los chilenos, se produce una catástrofe. Esto de descentralizar es un problema mayor, que sólo gente muy culta y que conoce de historia puede dilucidar.

- Pero el cambio a la Constitución es más amplio, dice relación con tener un sistema de protección social con buenas pensiones, con educación como derecho y no bien de consumo, salud de calidad. Es más amplio el debate.

-Todo eso se ha dado, en alguna medida. Darlo absolutamente es imposible. No hay educación barata, la buena es cara. ¿Quién la financia?, los particulares, las asociaciones, la iglesia, el Estado, hasta empresas. Porque esto del lucro no pasa de ser una tontería, porque el lucro bien guiado puede producir muy buenos resultados.

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