Andrés Velasco golpea la mesa: “El riesgo para Chile es caer en la mediocridad”
Decano de Políticas Públicas de LSE plantea que la caída en el crecimiento potencial del país es un “derrumbe que es alarmante”.
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por s. valdenegro y r. lucero
Andrés Velasco no ha parado en estas dos semanas que lleva en Chile. La presentación de su libro “Liberalismo en tiempos de cólera”, escrito junto al sociólogo Daniel Brieba, ha copado parte importante de su agenda. El decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics and Political Science, advierte que desde que se bajó del avión ha notado que la discusión en el país sigue la tónica de la política a nivel global, con “polarización y conflicto”, algo nada distinto a lo que ha visto en la capital del Reino Unido.
“La mejor manera de incomodar a mis amigos británicos cuando me invitan a alguna comida y me preguntan si me siento en casa, es decirles que vengo de América Latina y que la política es populista, mientras que en Gran Bretaña la política también es populista. Por lo tanto, me siento como en casa”, dice entre risas.
El exministro de Hacienda de la primera administración Bachelet señala que el populismo “está presente” en Chile, aunque no al extremo de Brasil, México y Argentina. “La conversación se ha vuelto muy proclive al insulto, a golpes y contragolpes y uno echa de menos las discusiones de largo plazo”, dice.
Esto, en un marco donde observa que hace más de una década que el PIB crece poco, que la productividad en promedio está estancada, que la canasta exportadora es la misma que hace 50 años. “Es una economía con claros síntomas de estancamiento y eso requiere acción, tanto del gobierno como de los privados”, subraya.
- ¿No ve ese debate de más largo plazo en el país?
- Es bien evidente que en muchas de nuestras discusiones la cabra se toma el monte. Por ejemplo, nuestro debate sobre crecimiento ha sido politizado en extremo. Cuando Bachelet estaba en el poder, la gente que está hoy en el gobierno se empeñó en decir que era todo su culpa y le restaba importancia al factor externo. Hoy, la gente de Chile Vamos dice que todo es factor externo y lo que pase en Chile no tiene importancia alguna. Es bien evidente que ni tanto ni tan poco. Evidentemente, las discusiones locales inciden, pero el ciclo económico también incide.
- Se dice que el gobierno pierde el control de la agenda.
- No quiero reducir la discusión a que el gobierno A lo hizo bien y el gobierno B lo hizo mal y viceversa, porque ha habido demasiado de eso. Es evidente que el gobierno ha cometido errores de conducción política, el más evidente es que la discusión laboral se le fue de las manos, pero es un error reducirlo todo a la discusión política del día. La clase política no ha estado a la altura.
A veces, es bueno levantar un poco la mirada y ver qué otros países pequeños han dado saltos en las últimas décadas: Irlanda, Singapur y Nueva Zelanda.
- Usted vivió en carne propia las dificultades de dar estas peleas dentro del gobierno.
- Es necesario un liderazgo del equipo económico para redefinir los términos de la discusión. Por ejemplo, no me cabe duda que el régimen tributario que se heredó del gobierno anterior era demasiado complejo y había necesidad de simplificarlo. Pero cuando el gobierno presentó la reforma tributaria como el resorte que cambiaría la trayectoria de crecimiento, cometió un error técnico porque el impacto en el crecimiento será bastante reducido; y también hubo un error político, porque se centró la discusión en un tema que es siempre conflictivo.
No he visto a este equipo económico tratando de sacar la discusión de la coyuntura más conflictiva e instalando los temas de más largo plazo.
Hay también un asunto de prioridades políticas, responsabilidades que van más allá del ministro de Hacienda o de Economía. Esto viene hace rato y yo lo viví en carne propia.
Me temo que en Chile a veces la polémica se lo come todo.
- ¿Ve al gobierno muy preso de las encuestas?
- Hay dos tipos de liderazgo: el que marca y moldea las encuestas; y el que sigue a las encuestas.
Los dos gobiernos liderados por Sebastián Piñera se han atrevido poco. Cuesta identificar una propuesta estructural, políticamente costosa, que el primer gobierno de Sebastián Piñera haya hecho y donde se haya gastado su capital político.
La pregunta que hay que hacerse es hasta qué nivel el gobierno preparó al electorado para estos tiempos más difíciles. La respuesta es que el gobierno no hizo esa pega, porque al prometer tiempos mejores sin explicar que el mundo es tormentoso, no tomó decisiones duras que permitieran prepararse. El chanchito fiscal no es lo que fue el 2008.
- ¿No ve en el gobierno una apuesta por reformas pro crecimiento?
- La reforma tributaria es más bien pequeña, la de pensiones habrá que ver, pero si uno se pregunta cuál será el impacto en el crecimiento de mediano plazo, la respuesta es que es escaso. En alguna medida, porque no fueron diseñadas para eso, no son procrecimiento.
El problema subyacente de Chile es la productividad y uno ve que las iniciativas que hoy se discuten tendrán impacto limitado. Yo soy partidario de que haya más competencia en el mercado de los medicamentos, pero el gobierno se va a enfrentar al lobby de actores que se verán afectados.
- ¿Ve al gobierno con la energía para dar esas peleas?
- Ojalá que las dé, no quiero ser pájaro de mal agüero, pero me gustaría que dieran más peleas como esas. Ahora, no saltaría de ahí a la conclusión de que la trayectoria de crecimiento va a variar porque se hagan dos o tres modificaciones de esa índole.
“Hay que mirar más el crecimiento potencial”
- ¿Qué riesgos ve para Chile? ¿Caer en el populismo?
- Yo creo más bien que el riesgo para Chile es la mediocridad. No olvidemos que los chilenos somos orgullosos de nuestro país, pero no hay que perder de vista que en el siglo XX fue de los países de peor desempeño económico en América Latina, lo que nos acompañó desde 1914 hasta mediados de los ‘80.
Por lo tanto, cuando uno dice que Chile se convertirá en otro país más de América Latina, no; quizá Chile vuelva a ser lo que fue durante décadas, un país bien portado, bien tranquilo, hasta que tuvimos un tremendo golpe de Estado y mucha violencia, pero donde la inflación era alta, la deuda era alta y el crecimiento era bajo.
El riesgo en Chile es la mediocridad, que los salarios crezcan poco, que siga siendo una realidad dolorosa que apenas cuatro de cada diez mujeres tengan un empleo estable, que muchos jóvenes que quieren estudiar y trabajar no puedan hacerlo.
Esa es una realidad que existe y si sigue siéndolo en 30 años más, vamos a haber fracasado.
- ¿El riesgo es que nos quedemos pegados en el 3% o en la discusión de si crecemos más o menos de 3%?
- No hay que sorprenderse de que cuando Chile era un país bastante pobre hace 40 años, empezamos a crecer muy rápido; y que cuando hoy somos un país más rico, crezcamos menos. Pero lo que sí nos puede sorprender y alarmar es que la convergencia ha sido más rápida de lo que corresponde dado el limitado ingreso per cápita que tenemos.
Ahora, hay que plantear bien el debate. Mi temor es que se diga que un año fue malo porque Juanito estaba en el gobierno. El gobierno actual está cosechando lo que sembró, cuando haces críticas muy ácidas y radicas en un gobierno como el de Bachelet toda la responsabilidad por el lento crecimiento y le atribuyes cero responsabilidad a lo externo, te van a pasar la cuenta y te van a aplicar el mismo molde; y es exactamente lo que está pasando.
Por lo tanto, hay que mirar más el crecimiento potencial. En la última década, la capacidad de crecimiento de largo plazo pasó desde cerca de un 5% a bajo 3%. Eso no es convergencia gradual, es un derrumbe de la capacidad de crecimiento y ese hecho es indudable y alarmante.