Por George Chen
La rápida escalada de escándalos que han involucrado a varios bancos internacionales en los últimos meses ha golpeado no sólo a sus accionistas, sino que también a los bancos chinos que consideraban a HSBC y Standard Chartered Bank como los mejores modelos de control interno y manejo de riesgo.
Esta semana, Standard Chartered se transformó en la última institución financiera en ser atrapada en una serie de transacciones aparentemente ilegales con Irán. El banco rechazó las acusaciones de los reguladores estadounidenses de esconder US$ 250.000 millones en operaciones con las instituciones financieras iraníes durante casi una década.
Hace sólo unas semanas, HSBC, el mayor rival de Standard Chartered, fue acusado por el gobierno de EEUU de ayudar a los capos de la droga en México a lavar dinero.
“Por supuesto que estamos impresionados”, dijo un banquero senior chino que tiene una relación de negocios con ambos bancos británicos.
“Hablando honestamente, HSBC solía tener una buena imagen en China entre los bancos extranjeros. Varios bancos chinos, siempre describieron a HSBC como un buen modelo del cual aprender”.
China lanzó su propia reforma financiera en 2002 y desde entonces muchos bancos locales se han asociado con firmas extranjeras, en parte para aprender de ellas. HSBC, por ejemplo, controla 20% de Bank of Communications, en Shangai, y pretendía mejorar su manejo de riesgo y gobierno societario a través de la alianza.
“Esto va a hacer que las autoridades chinas estén más determinadas a seguir su propio camino al estilo chino para regular, reformar y liberalizar su sector financiero, en vez de seguir la denominada mejor práctica internacional en esos países desarrollados”, comentó Joy Yang, economista jefe para China de Mirae Asset Securities, en Hong Kong.
Standard Chartered cuenta con su propia asociación local con Bohai Bank, una entidad estatal de tamaño mediano con base en Tianjin.