Preocupación está generando a nivel mundial el uso de redes sociales para los abogados.
Cada vez es más habitual que surjan normas de actuación, para minimizar riesgos. Ejemplo de ello es que la principal organización mundial de abogados, la International Bar Association (IBA), publicó un código de conducta, alertando de las oportunidades y los problemas que abre el uso de estas plataformas para los profesionales, según informa Expansión.
Ya hay una serie de casos que demuestran estas complejidades. En Texas, por ejemplo, un abogado pidió un aplazamiento por la muerte de su padre y el juez del caso descubrió, a través de Facebook que, en realidad, estaba en una fiesta. O en Inglaterra, un magistrado se vió obligado a renunciar a su cargo por comentar en Twitter cuestiones relacionadas con los casos que lleva.
Las redes sociales están planteando situaciones inéditas. Y la conclusión es simple: un mal uso de estas plataformas puede comprometer la carrera de los profesionales del derecho que deciden lanzarse a ellas sin estar conscientes de los riesgos que traen aparejados.
Recomendaciones
Entre la lista de recomendaciones que formula la IBA -consigna Expansión-, se incluyen cosas como que, antes de aceptar una amistad en una red social, se compruebe cómo ello puede afectar en el futuro a su ejercicio profesional si se trata de clientes, jueces u otros abogados.
También propone que antes de comentar algo, se piense si puede dañar su reputación; que se configure convenientemente la privacidad de cada cuenta –aunque esto no garantice la seguridad total–; o que se tenga en mente si un comentario puede dar lugar a malentendidos.
Cuidado especial merece el publicar opiniones que puedan revelar un posicionamiento sobre algún tema que pueda ser contrario al que defiende de un cliente, causando un conflicto de interés.
A la vez, se motiva que los estudios de abogados establezcan normas de uso de estas nuevas vías de comunicación para sus empleados, explicándoles los riesgos a los que se exponen.
Casos emblemáticos
En el mundo ya se han dado varios casos que han llamado la atención. Por ejemplo, en Reino Unido, una mujer que formaba parte del jurado, echó por tierra un caso sobre drogas y corrupción de millones de libras por chatear con el acusado por Facebook.
Ahí, la corte la condenó a una pena de ocho meses de cárcel por desacato al tribunal.
En Estados Unidos, un juez fue recusado por ser amigo en Facebook de uno de los letrados del caso. El abogado defensor puso de manifiesto esta relación, señalando que podía afectar a la imparcialidad del juicio.