Europa ha exhalado con alivio tras la victoria de Emmanuel Macron en Francia, con su discurso incondicionalmente pro-europeo, propuestas de más integración y promesas de “defender a Francia y Europa”. Mientras tanto, las autoridades de la UE –tanto como el euro, que tras subir a sus máximos en seis meses retrocedió ayer– están preparándose para los pasos concretos del nuevo presidente, quién asumirá el poder el 14 de mayo.
Así, Macron tendrá que liderar con la primera y segunda (todavía) economía del bloque, Alemania y el Reino Unido: definir su posición respecto al Brexit y negociar la reforma de la zona euro. “Europa está fragmentada y polarizada y Macron enfrenta restricciones domésticas e internacionales importantes”, dijo a Bloomberg Shada Islam, directora de geopolítica del think tank Friends of Europe, en Bruselas.
Macron no promete nada bueno para el gobierno de Theresa May. Su asesor, Jean Pisani-Ferry, afirmó ayer que –aunque el presidente electo no buscará castigar al país por su decisión– “tenemos intereses opuestos en algunos aspectos” y “habrá una negociación dura y él será duro”. Sin embargo, su posición respecto al Brexit es compartida por los socios europeos, que llevaron estas semanas las negociaciones casi hacia el nivel de ataques personales.
Mientras tanto, en otro asunto clave –la reforma de la zona euro– será la única voz poderosa en contraponerse a Alemania.
Reformas en duda
El equipo de Macron –que busca fortalecer el rol de Francia en Europa– ya está evaluando qué enfoque adoptará con el gobierno de Angela Merkel. “Hay tres campos dentro del mundo de Macron: uno que quiere una confrontación agresiva con Alemania, otro que ofrece ser amistoso pero firme y el tercero que quiere seguir el liderazgo alemán”, dijo a Reuters una fuente del equipo del nuevo presidente, que ya anunció que Alemania será el destino para su primer viaje al extranjero.
Macron es partidario de más integración europea y quiere crear un presupuesto común y asignar un ministro de Finanzas de la zona, además de ofrecer más estímulos para la economía europea, iniciativas a las que Alemania se opone. Ayer, Angela Merkel reiteró su negativa para bajar el superávit del país para ayudar a impulsar el crecimiento europeo, afirmando que éste se debe en parte “a la calidad de nuestros productos” y en otra a “políticas del Banco Central Europeo en las que no podemos influir”.
A la vez, el portavoz del gobierno, Steffen Seibert, afirmó que “la falta de interés del gobierno federal por los eurobonos sigue siendo válida”, refiriéndose al instrumento que dejaría a todos los países europeos en una canasta común para pedir préstamos.
Sin embargo, la posición del país puede cambiar. El líder socialdemócrata, Martin Schulz –que va cabeza a cabeza con Angela Merkel para las elecciones de septiembre– es partidario de la idea y promotor activo de la integración. “Alemania tiene que mostrar el reconocimiento de su responsabilidad por Europa”, afirmó a Bloomberg Joachim Poss, parlamentario socialdemócrata alemán.
Mostrando credenciales
Mientras tanto, Europa espera que Francia afirme su liderazgo europeo con reformas internas. Macron, que fue el único candidato presidencial en comprometerse a mantener el déficit del país dentro de 3% exigido por las reglas europeas, recibió ayer un regaño de Jean-Claude Juncker. “Con Francia tenemos un problema en particular. Los franceses gastan demasiado dinero y gastan demasiado en cosas equivocadas”, afirmó el presidente de la Comisión Europea.