Ryanair promete que dejará de tratar tan mal a sus clientes
Por: Equipo DF
Publicado: Martes 22 de octubre de 2013 a las 05:00 hrs.
Para ser una empresa conocida por tratar a sus clientes con indiferencia e incluso con hostilidad, Ryanair lo ha hecho bastante bien. La aerolínea de bajo costo irlandesa es el mayor operador de Europa, transportando a cerca de 80 millones de pasajeros al año. La empresa todavía está creciendo y acumulando grandes cantidades de efectivo. Michael O’Leary, su abrasivo jefe, dice que la percepción común es que los pasajes de Ryanair son tan baratos que los viajeros serían capaces de “arrastrarse sobre vidrio molido” por comprar uno.
Entonces, ¿porqué O’Leary usó la reunión general anual de la compañía en septiembre para anunciar una nueva y más suave Ryanair? Quizás es porque le preocupa que las nuevas reglas europeas sobre las ayudas estatales le obliguen a subir los precios y que los turistas esperen más por su dinero ¿O será que está perdiendo ante easyJet, una aerolínea un poco más económica? ¿O quizás todas esas historias de problemas de los viajeros están pesando en la conciencia de O’Leary? Bueno, olvidemos esa última.
Los diarios en toda Europa imprimen con entusiasmo las quejas de los pasajeros por los rústicos servicios de Ryanair, y se les anima a hacerlo por la reticencia de la aerolínea a pedir disculpas o incluso comentar.
Hasta ahora, parece haber asumido que esa “mala” publicidad le ahorra más al desviar las demandas de compensaciones de lo que le cuesta. El cálculo ahora podría haber cambiando, aunque no por mucho. Los arreglos que está introduciendo son baratos y formas fáciles de parecer menos “irritable y confrontacional”, como O’Leary describe los actuales valores del servicio al consumidor de la aerolínea.
Para mejorar su sitio web, que él mismo admite que es “basura”, significará más negocio. Una impopular tarifa de 70 euros (US$ 94) por reimprimir las tarjetas de embarque en el aeropuerto será rebajada a 10 euros. Aunque se presenta como una máquina de hacer dinero, O’Leary dice que menos de diez pasajeros al día tienen que pagarla.
O’Leary también promete que los viajeros no serán más amonestados por pequeños excesos de peso en el equipaje: él culpa a los agentes locales en algunos aeropuertos por aplicar sus reglas con excesivo entusiasmo. Un nuevo jefe de marketing actuará como vocero de la aerolínea, y su relacionador público será menos “brusco y rígido”, dice. Lamentablemente, esto significa que el público estará viendo menos a O’Leary. El mundo será menos alegre, sin sus ganas de poner una cara tonta, para dar a conocer su línea aérea.
Entonces, ¿porqué O’Leary usó la reunión general anual de la compañía en septiembre para anunciar una nueva y más suave Ryanair? Quizás es porque le preocupa que las nuevas reglas europeas sobre las ayudas estatales le obliguen a subir los precios y que los turistas esperen más por su dinero ¿O será que está perdiendo ante easyJet, una aerolínea un poco más económica? ¿O quizás todas esas historias de problemas de los viajeros están pesando en la conciencia de O’Leary? Bueno, olvidemos esa última.
Los diarios en toda Europa imprimen con entusiasmo las quejas de los pasajeros por los rústicos servicios de Ryanair, y se les anima a hacerlo por la reticencia de la aerolínea a pedir disculpas o incluso comentar.
Hasta ahora, parece haber asumido que esa “mala” publicidad le ahorra más al desviar las demandas de compensaciones de lo que le cuesta. El cálculo ahora podría haber cambiando, aunque no por mucho. Los arreglos que está introduciendo son baratos y formas fáciles de parecer menos “irritable y confrontacional”, como O’Leary describe los actuales valores del servicio al consumidor de la aerolínea.
Para mejorar su sitio web, que él mismo admite que es “basura”, significará más negocio. Una impopular tarifa de 70 euros (US$ 94) por reimprimir las tarjetas de embarque en el aeropuerto será rebajada a 10 euros. Aunque se presenta como una máquina de hacer dinero, O’Leary dice que menos de diez pasajeros al día tienen que pagarla.
O’Leary también promete que los viajeros no serán más amonestados por pequeños excesos de peso en el equipaje: él culpa a los agentes locales en algunos aeropuertos por aplicar sus reglas con excesivo entusiasmo. Un nuevo jefe de marketing actuará como vocero de la aerolínea, y su relacionador público será menos “brusco y rígido”, dice. Lamentablemente, esto significa que el público estará viendo menos a O’Leary. El mundo será menos alegre, sin sus ganas de poner una cara tonta, para dar a conocer su línea aérea.
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