Por Marta Sánchez Leiva
Hasta el 7 de septiembre José de Gregorio no se refería públicamente al término de su período en el Banco Central. Cada vez que se le preguntaba, su respuesta oficial era “mi foco es tratar de conducir el Banco y contribuir al cumplimiento de su meta”.
Pero fue ese miércoles 7 y ante el Senado, cuando sorprendió con un discurso que algunos parlamentarios interpretaron como una despedida y otros como un paso a la reelección.
Aunque por ahora la única certeza que se tiene es que, por ley, De Gregorio cesa en sus funciones en menos de tres meses, cabe preguntarse ¿qué camino tomará la máxima autoridad monetaria cuando deje de serlo?
La primera alternativa que surge natural -dicen sus cercanos- debido a la impronta internacional que ha intentado darle al Banco Central y a que su nombre circuló como posible sucesor de Strauss-Kahn como director del Fondo Monetario Internacional (FMI) es, precisamente, aceptar alguna invitación del propio Fondo o del Banco Mundial, ya que en ambas participa activamente.
A lo que se suma la posibilidad de volcar su trabajo en un banco de inversión extranjera como JP Morgan, por ejemplo.
Siempre en el ámbito internacional también se le ha presentado la posibilidad de dedicarse a la academia en alguna universidad de Estados Unidos, donde no se descarta Chicago o Berkeley.
Pero quienes conocen a De Gregorio señalan que la posibilidad de radicarse en el extranjero en estos momentos, se torna cuesta arriba, básicamente, por la dificultad de trasladar a su familia fuera del país, ya que sus hijos se encuentran en la universidad.
En Chile
Siendo así, las alternativas nacionales están plenamente vigentes.
Dado su perfil académico y su vinculación como profesor titular de las universidades Católica y Chile, lo lógico sería que continuara haciendo clases en la primera casa de estudios tal como lo hace actualmente, o volviera al Centro de Economía Aplicada de la segunda.
No obstante, comentan fuentes cercanas, apareció una tercera posibilidad que es dedicarse a la vida académica en la Universidad Adolfo Ibáñez.
Siguiendo en Chile, comentan, además de hacer clases, De Gregorio mira con buenos ojos colaborar en la investigación de algunos de los centros de pensamientos nacionales como el CEP o Cieplan.
La permanencia
Pero, el camino final que tomará la autoridad monetaria seguirá pendiente al menos hasta los primeros días de diciembre. Cuestión que para algunos personeros que conocen de cerca el trabajo del Banco Central no es el escenario más óptimo, toda vez que debería conocerse con un mes de anticipación, al menos, la decisión que ha tomado el gobierno. Con ello, el presidente saliente podría delinear con “calma” su futuro laboral y se terminaría con la incertidumbre que rodea la proximidad de la fecha de salida del presidente del instituto emisor.
Porque ahora, por ejemplo, la posibilidad de que el gobierno opte nuevamente por su nombre para evitar una compleja negociación política en el Congreso y mantener en puestos claves a gente con la suficiente expertise para hacer frente a una posible profundización de la crisis externa está plenamente vigente.
De hecho, el primer llamado público a su permanencia en el instituto emisor lo hizo el economista, Sebastián Edwards, en agosto pasado.
Pero, De Gregorio guardó silencio y sólo sacó la voz en su reciente exposición ante el Senado. Advirtiendo que era su opinión personal, ya que esta parte de su discurso no la conocía todo el Consejo, intentó imprimir en tres frases un mensaje transversal al mundo político: “Nunca en nuestra historia económica habíamos tenido mejor desempeño frente a una crisis de las proporciones de la que atravesamos. Nunca en nuestra historia habíamos tenido más de dos décadas de tanto progreso económico. Nunca hemos estado mejor preparados para afrontar nuevos desafíos frente a un incierto panorama internacional”.