El año pasado la participación de la región en las exportaciones nominales mundiales fue de 38,9% y de 36,7% en importaciones, según la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico de Naciones Unidas.
Los anuncios de aplicación y alza de aranceles por parte de Estados Unidos el 2 de abril desconcertaron al mundo y, en particular a Asia, región que recibió el mayor golpe.
Antes de la prórroga de 90 días decidida luego por el Presidente Donald Trump, a naciones como Camboya, Laos y Vietnam se les había impuesto tarifas aduaneras de 49%, 48% y 46%, respectivamente. O sea, todo producto que llegara a puerto estadounidense desde esos destinos tendría que pagar esa valla.
Más atrás, se ubicaron Bangladesh (37%), Tailandia (36%) y Taiwán (32%), en circunstancias que a países más desarrollados, como Corea del Sur y Japón, se les impusieron tasas de 25% y 24%. Estos dos últimos ya enfrentaban impacto en su sector automotor por el arancel de 25% de recarga a la importación de automóviles.

Todas barreras que alterarían eventualmente el comercio de estos mercados, que en las últimas décadas han logrado insertarse en el intercambio internacional y desarrollar rubros competitivos.
Por ejemplo, el año pasado la participación de la región en las exportaciones nominales mundiales fue de 38,9% y de 36,7% en importaciones, según la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico de Naciones Unidas.
Se trata, por lo demás, de una zona donde Chile tiene -más allá del liderazgo de China- destacados destinos de exportación. Incluso, Japón se posicionó como el tercer mercado de las ventas al exterior con una participación del 8,1% del total, mientras Corea del Sur correspondió al 4,8% e India al 2,6%.
Más complejo aún, es que este muro arancelario podría golpear una región que temía una ligera desaceleración de su actividad ya antes del 2 de abril.
En enero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que Asia emergente y en desarrollo viviría una moderación desde el 5,7% de 2023 hasta 5,2% en 2024 y luego a 5,1% durante este año.
No obstante, solo con la incertidumbre comercial y antes de que se anunciaran los aranceles, el Banco Asiático de Desarrollo ya había rebajado su previsión para el crecimiento de los países en desarrollo de la zona a 4,9% para este año y a 4,7% en 2026.
Al excluir a China, las previsiones apuntaban a una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) estable de la región de 5% para 2025 y de 5,1% en 2026.
En paralelo, la inflación de la mayoría de los países estaba en una ruta de retorno a la meta planteada por los bancos centrales.
Los precios entre febrero y marzo presentaron un aumento de 2,3% en Taiwán, 2,1% en Corea del Sur, 1% en Indonesia, 0,9% en Singapur y 0,8% en Tailandia. En Japón, India y Vietnam se mantuvieron al alza en 4,2%, 3,6% y 3,1%, respectivamente.
Dado este escenario, se preveía que las restricciones monetarias también se relajarían.
A la fecha, la tasa de interés en Indonesia es de 5,75%; en Vietnam, 4,5%; y en India, es de 6%.
En cambio, en Corea del Sur y Singapur el nivel es de 2,75%; seguido por el 2% de Tailandia y Taiwán, mientras que em Japón el tipo recctor es de apenas 0,5%.
El riesgo de más pobreza
Los aranceles del 2 de abril también afectan a algunas de las economías más vulnerables de Asia. Si bien Bangladesh y Camboya albergan la producción y fabricación de productos de empresas multinacionales, también cuentan con tasas de pobreza del 17,7% y 18,7; y, en el caso de Laos, de 18,3%, según el Banco Mundial.
No obstante, los tres países fueron objeto de aranceles del 46%,49% y 48%, o sea, de los más altos.
Para Camboya, el FMI estimaba en enero que el crecimiento de 2024 había sido de 5,5% y que aceleraría su ritmo a 5,8% este año, aunque con un alza de la inflación desde 0,5% del año pasado a 2% el presente.
Para Laos el organismo indicó en noviembre que ya tendría una baja en su Producto desde 4,1% de 2024 a 3,5% en este ejercicio. Mientras que Bangladesh también tendría una desaceleración al 3,8% en 2025 debido a las pérdidas de producción causadas por el levantamiento popular, las inundaciones y el endurecimiento de las políticas.
Myanmar también fue uno de los más afectados al recibir un arancel de 44%. La tasa se anunció días después de que el país sufriera un terremoto que dejó al menos a 3.000 muertos y 4.500 heridos, en un contexto en el que ya se proyectaba que el PIB mejoraría apenas este año.