Chile requiere US$ 125 millones para impulsar potencial astronómico
Los recursos debieran invertirse en desarrollo científico, capital humano, tecnología y turismo.
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Por Francisca Orellana L.
Chile concentra hoy el 40% de la observación astronómica mundial, pero llegará rápidamente al 70% en 2020 gracias a la construcción de nuevos observatorios, como ALMA o E-ELT, lo que representa enormes oportunidades para el país en cuanto al desarrollo de nuevos negocios en torno a la astronomía y al conocimiento científico.
La tarea no es fácil, considerando que se necesitaría invertir al menos US$ 125 millones (US$ 55 millones debieran provenir del Estado) en tres grandes áreas: desarrollo científico y formación de capital humano; capacidad tecnológica e industrial, y turismo (identidad nacional). Así lo revela el estudio encargado por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC), “Oportunidades para Chile tras las inversiones en astronomía durante la próxima década”, desarrollado por Cristián González, director del Núcleo de Investigación de Empresa, Sociedad y Tecnología de la Facultad de Emprendimiento y Negocios de la Universidad Mayor.
El informe delinea las acciones que debería tomar el país para aprovechar la demanda por productos, servicios y procesos que presentan los observatorios, que sólo en infraestructura destinarán US$ 3.000 millones. Remarca, por ejemplo, la necesidad de crear un centro de investigación de excelencia internacional para desarrollar instrumentación astronómica y que fomente la colaboración de universidades chilenas con extranjeras, lo que implicaría un desembolso público de US$ 20 millones por cinco años. Subraya también la capacidad industrial de los privados como proveedores capacitados en rubros como la electrónica, software, robótica o procesamiento de imágenes, y la necesidad de hacer alianzas con consorcios o firmas -tal como lo hace Brasil, que es miembro del Observatorio Europeo Austral (ESO)-, para favorecer la transferencia tecnológica y así consolidar una industria chilena, que podría llegar a mover cerca de US$ 1.000 millones por año en servicios, explica González.
La idea es destacar a Chile más allá del vino y el cobre, transformándolo en un polo mundial de la astronomía y reflexión, instalando, por ejemplo, el mayor planetario astronómico de América Latina, similar al que existe en Nueva York (Rose Center), lo que implicaría una inversión de US$ 100 millones en la II Región.
“Lo que se busca con el estudio es elaborar una política de estímulo a la creación de empresas que constituyan esa oferta, pero es una tarea de alta complejidad e incierta, porque la astronomía no está en la primera línea de la agenda. Si bien representa una oportunidad, requiere de cierto nivel de coordinación público-privada mayor que, al no ser un tema prioritario, queda relegado a un segundo orden”, explica González.
Nuevas iniciativas
Pese a ello, poco a poco se mueve el ecosistema para “captar” este potencial. A la fecha, hay cerca de diez empresas chilenas que han trabajado para la astronomía.
Por ello, para masificar la presencia de firmas locales, la Oficina de Enlace Industrial (ILO), del Ministerio de Economía, realizará mañana, junto a la Sofofa, el primer encuentro que busca que proveedores industriales chilenos participen de la próxima licitación del domo e infraestructura principal del E-ELT, de ESO. “Queremos mostrar el mercado que existe. Antes de desarrollar alguna herramienta hay que conocer bien las brechas, entre las que está la falta de información”, dice Valentina Strappa, que encabeza la ILO.
De hecho, los chilenos tienen la oportunidad de hacer alianzas con consorcios internacionales de países que integren la ESO, o ser socios locales de aquellas empresas que ganen el proceso.
El interés de China
Para González, es importante que el Estado apoye con fondos para que las empresas incursionen en esta industria. “Es una actividad de alto riesgo, donde si todo resulta bien, toma al menos cinco años crear una tecnología. No hay inversionistas ni instituciones bancarias que financien ante la incertidumbre que existe”, señala.
Interés hay. De hecho, Corfo ya tiene dos emprendimientos apoyados, de las universidades Católica y de Chile, y el Conicyt tampoco se ha quedado atrás: hace cinco años partió con financiamiento para apoyar tecnologías astronómicas y este año contempla US$ 1 millón para apoyar proyectos, el doble que el año pasado. Mónica Rubio, asesora de Astronomía de Conicyt, señala que hay diez universidades que están potenciando el capital humano, y que se acaba de sumar la facultad de Ingeniería de la U. Diego Portales.
Los ojos del mundo también están puestos en Chile. China manifestó su interés de formar un centro de Investigación Chileno-Chino en astronomía y astrofísica, con sedes en Santiago y Beijing, comprometiendo al menos US$ 3 millones por año. Rubio explica que sólo falta que Chile defina sus prioridades.