Por Claudia Marín

Aunque era un problema que se arrastraba hace décadas, el terremoto del año pasado terminó de echar abajo numerosas cornisas, gárgolas, capiteles y adornos en edificios antiguos de gran parte del país. Un año antes había nacido Pisani, una empresa viñamarina dedicada a recuperar los efectos del tiempo en los ornamentos de los edificios.
La empresa fue creada por los hermanos y diseñadores industriales Gustavo y Nicolás Orellana tras ver las malas condiciones de muchas construcciones. “Empezamos a estudiar las tipologías arquitectónicas y entendimos que eso pasaba por una mala mezcla de materiales que se usó en el 1900 en Valparaíso, en Chile y Latinoamérica”, cuenta Gustavo, gerente general de Pisani.
A partir de eso crearon un nuevo tipo de moldaje que utiliza polímeros, basado en la industria de los efectos especiales y en el mundo del diseño náutico, donde se usan materiales livianos y de alta resistencia.
El resultado fue un sistema que permite obtener figuras arquitectónicas más livianas y flexibles, lo que ayuda al edificio a comportarse como un solo bloque frente a un sismo. Los adornos son más fieles al modelo original y requieren un menor tiempo de elaboración.
“Esta innovación en moldajes y en el peso de los ornamentos nos abrió paso a todas las otras áreas de la restauración, como madera, piedra y adobe”, dice Orellana.
Pisani espera cerrar este año con ventas por US$ 1 millón y abrir una sucursal en la Región del Maule. A raíz del terremoto, incluso decidieron postergar la idea de internacionalizarse, ya que dicen que en este momento el mercado chileno es el más atractivo de Latinoamérica para el negocio de la restauración.