A los 32 años, Alfonso Larraín Santa María entró al directorio de Concha y Toro. Era 1969 y venía de operar papeles en la Bolsa de Santiago. En ese contexto -y dos años antes- había comenzado a comprar acciones de la viña, que entonces era una compañía influyente, pero lejos del alcance internacional que tendría años más tarde. Lo que vino después fue un ascenso meteórico: en 1973 asumió la gerencia general, luego la vicepresidencia, y en 1998, la presidencia. El jueves pasado, tras casi tres décadas en el cargo, presentó su renuncia al sillón más importante de la mesa.
El hito marca un antes y un después al interior de la compañía. Larraín -hincha de Colo-Colo y del Manchester United, aficionado al vino Don Melchor- es descrito como un ejecutivo meticuloso y muy involucrado en el negocio, especialmente durante los años de expansión internacional de la viña. Tiene una cava con más de mil botellas en su casa de Santiago, y en cada una de sus otras residencias instaló pequeñas bodegas para conservar sus etiquetas favoritas.
En las sesiones de directorio, dicen cercanos, siempre fue detallista. “Hace preguntas que nadie más hace”, cuenta un ejecutivo. En una reunión para revisar la ampliación de instalaciones, con planos desplegados en la sala, Larraín interrumpió la presentación: “¿Dónde está el baño?”, preguntó. No aparecía en los dibujos. Hubo que rediseñar.
Fuera de los directorios, quienes lo conocen lo describen como austero, cuidadoso con los gastos y con un humor que aparece en momentos informales. En comidas de trabajo, suele repetir una frase ya conocida entre sus cercanos: “Pidamos como si fuera con la propia plata”. Hoy, sigue moviéndose en un Subaru usado.
En su lugar quedó Rafael Guilisasti Gana, miembro de la familia con la que los Larraín mantienen el histórico acuerdo de control sobre la viña. En la misma sesión de directorio, Felipe Larraín Vial -hijo mayor de Alfonso y parte del directorio desde 2023- fue nombrado vicepresidente. En el mercado lo describen como el continuador natural de su padre, tanto en la operación de Concha y Toro como en otros negocios menos visibles: inversiones financieras, forestales y agrícolas. También conoce de cerca el negocio vitivinícola, en especial el segmento de alta gama, ya que ejerció como gerente general de Almaviva durante más de 20 años.
La decisión de dejar la presidencia de Concha y Toro no fue aislada. En abril de 2024, Alfonso Larraín Santa María también dejó la mesa de Viconto, la frutícola que controlan en sociedad con los Guilisasti. En su lugar asumió, nuevamente, Felipe Larraín Vial, quien integra ese directorio desde 2002. Él también representa a su familia en Emiliana, la viña orgánica fundada en los ‘90 por Rafael y José Guilisasti.

Testigos comentan que Alfonso Larraín -88 años- ha comenzado a reducir su carga laboral, empujado por la edad y razones personales (de todas formas, sigue activo y mantiene una silla en el directorio de Concha y Toro). No sólo ha salido de cargos de liderazgo, también ha iniciado la reorganización patrimonial hacia la segunda y tercera generación.
En 2020, y tras un proceso que se extendió por dos años, gestionó la donación de una de las sociedades más relevantes del grupo, Agrícola y Forestal Quivolgo Limitada, propietaria de terrenos en distintas regiones del país. En los documentos dejó constancia de su intención de que esos activos siguieran “ligados a su familia”. Para eso, transfirió el 99,97% de los derechos sociales en dicha entidad e informó un patrimonio superior a los $ 17.600 millones.
Hoy, el clan Larraín comienza, de forma paulatina, a ser conducido por la segunda generación. Y en algunos casos, la tercera ya empieza a asumir roles operativos y de representación en algunos negocios.
Origen noble
Más allá de su larga y fluida alianza con los Guilisasti, poco se sabe de la familia Larraín. Son un clan de bajo perfil, confirman amigos y cercanos, y han sido históricamente tradicionales en sus movimientos y decisiones de inversión.
El grupo -que reúne a Alfonso, sus hermanos, hijos y nietos- controla el 9,6% de Concha y Toro, de acuerdo a la última memoria de la viña. En conjunto con los Guilisasti suman el 37,9% de la viña. Es el activo más visible que tienen y también uno de los que entrega mayores retornos. En 2024, la firma obtuvo utilidades por $ 77.400 millones y posteriormente la junta aprobó distribuir el 40% de su utilidad neta a sus accionistas. No es el único negocio con resultados positivos. En Viconto -la frutícola donde poseen un 23,85%- las utilidades llegaron a los US$ 7 millones. En la última junta, se acordó distribuir el 30%.
En todas estas empresas (además de Emiliana, por ejemplo) participan mayoritariamente a través de Inversiones Quivolgo. Desde ahí también administran algunas posiciones en el mercado accionario. Por ejemplo, según registros de la CMF, son accionistas de Copec, firma ligada al grupo Angelini. También, cuentan testigos, tienen papeles del Banco de Chile.
La familia Larraín Vial también controla Agrícola y Forestal Quivolgo Limitada, antes conocida como Forestal Quivolgo S.A. Esta entidad concentra los negocios forestales del grupo y gestiona predios destinados a actividades agrícolas. Entre sus activos figuran terrenos ubicados en Melipilla, Paine, Talca y Constitución. En particular, tienen una presencia histórica en la Región del Maule.
La madre de los Larraín Santa María, Gabriela Santa María, nació en Putú, comuna de Constitución, y perteneció a una rama aristocrática del país: era nieta de José Toribio de Larraín, político y militar, y heredero del mayorazgo de Larraín Vicuña. En las últimas décadas, distintos miembros del clan han explorado vías para rehabilitar formalmente esos títulos nobiliarios. Murió en 2018 y fue la última en mantener el título de marquesa.
Agrícola y Forestal Quivolgo también tiene el 50% de la sociedad Agrícola Gabriela Limitada, la cual constituyeron en 2007 junto a la sociedad Inversiones y Asesorías Alcalá Limitada, representada por el hermano de Alfonso, Jorge Larraín Santa María. Y de acuerdo a un documento al que accedió DF MAS de mediados de junio de 2025, Alfonso y Felipe Larraín Vial informaron que el 31 de diciembre de este año dicha entidad dejará de existir.
Vía Agrícola y Forestal Quivolgo, la familia es dueña del fundo Bosques de Puangue, un predio de más de 400 hectáreas ubicado en Melipilla. Ahí operan plantaciones forestales, bodegas y una casa patronal de más de 300 metros cuadrados. Otro activo es Hacienda Lo Águila Norte, en Paine, de 130 hectáreas. Uno de los más relevantes es la Hijuela Las Casas de Quivolgo, en Constitución: 968 hectáreas con rodales forestales, plantaciones de uva y una casona de estilo inglés que supera los mil metros cuadrados, además de otras construcciones menores. También mantienen el fundo El Carmen en Talca, además de otros predios en la Región del Maule. Según registros del Servicio de Impuestos Internos, todos siguen figurando bajo la misma sociedad.
El sucesor
Alfonso Larraín Santa María tuvo cinco hijos junto a Teresa Vial: Felipe, María Teresa, Rodrigo, María Isabel y Alfonso Larraín Vial. De todos, es Felipe quien -coinciden distintos consultados- asumirá el rol central en la continuidad de los negocios familiares. Ya integra diversos directorios (como CyT, Emiliana, Viconto, Greenvic y AMA, la firma de jugos y pulpa de fruta) y representa a Agrícola y Forestal Quivolgo. Aguas arriba, dicen entendidos, está la entidad Mare Nostrum SpA.
Además, Felipe Larraín Vial participa de su propio family office Invals, que es liderado por su gerente general, Francisco Zilleruelo, un ejecutivo con una larga trayectoria en la industria vitivinícola. Trabajó en Almaviva y más recientemente en Viña Seña como director ejecutivo.

En Invals también trabajan dos de los hijos del primogénito de Alfonso Larraín Santa María. Felipe Larraín Lyon (31 años), diseñador gráfico, está a cargo de la gestión de proyectos en el área inmobiliaria. Antes de asumir ese rol, pasó por distintas firmas vinculadas a la familia, como Emiliana, Concha y Toro y Almaviva. Entre 2023 y 2024 cursó un MBA en Barcelona, enfocado en administración de marcas de lujo. También participa Nicolás Larraín Lyon (29), publicista y quien hoy ocupa el cargo de business development dentro del family office.
Otro de los hijos con influencia dentro del grupo es Alfonso Larraín Vial. Ingeniero agrónomo, está a cargo del negocio agrícola. También participa activamente en Invals.
El resto de los hermanos mantiene una vinculación más distante con las operaciones. María Isabel es fotógrafa, Teresa se dedica a la vida familiar y Rodrigo, relacionador público, se dedica al corretaje de seguros.