¿Qué tienen en común José Luis Del Río y Pedro Pineda?
Todo partió el 24 de octubre, cuando nos reunimos con el empresario José Luis del Río en las oficinas de su family office. Hasta ese lugar llegó Pedro Pineda. No se conocían. Tras más de dos horas de conversación, ambos se comprometieron a subir juntos al escenario del MAS Pitch 2025 -sin pautas ni moderadores- para protagonizar un diálogo sobre las experiencias, las dificultades y los costos reales de hacer empresa en Chile.
Por: Mateo Navas
Publicado: Sábado 6 de diciembre de 2025 a las 21:00 hrs.
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1. El rompehielos: prejuicios y el “clic” de Friosur
Hasta el día del evento, ninguno de los dos protagonistas estaba convencido de sentarse frente a frente, sin pauta, a contrastar sus formas de hacer empresa y sus visiones de mundo.
Para el socio de Falabella, José Luis Del Río, el fundador y CEO de Fintual, Pedro Pineda era una incógnita. “No sabía mucho de él. Entonces vi un video muy antiguo. Estaba con pelo, chascón, hablaba hacia abajo. Era un genio de la codificación”, confesó el empresario. “Yo estudié ingeniería hace mucho tiempo, la tecnología me dejó atrás. ¿De qué íbamos a hablar? Rechacé. Pero después dije: ‘No pierdo nada, lo voy a conocer’”.
Pedro Pineda tampoco quería ir. “Yo también tenía prejuicios. Es más grave mi caso, porque no te conocía y te googleé”, le lanzó a Del Río. Sin embargo, un video cambió el escenario. El fundador de Fintual se topó con el registro de un premio al Emprendedor del Año donde hablaba el presidente del sindicato de Friosur, la pesquera ligada a la familia Del Río. “Cuando escuché lo que dijo, cómo se refirió a ti, dije: ‘Parece que sí me interesa’. Fui con los mismos prejuicios, pero ha sido una buena sorpresa”.
Del Río fue tajante con su mea culpa: “Me di cuenta de que era un prejuicioso idiota. (Pedro) es un tipo encantador, brillante, apasionado, emprendedor. Siento que tenemos muchas cosas parecidas, a pesar de la diferencia de edad”.
2. El método Suzuki y la anti-democracia
Para Del Río, el paradigma del alto ejecutivo que toma decisiones en solitario es falso. La lección la recibió a los 32 años, cuando le tocó ser chofer de Osamu Suzuki, el legendario fundador de la automotriz japonesa. Suzuki fue la primera marca que la familia sumó a Derco (la firma de distribución automotriz que hoy pertenece al holding Inchcape), y fue en ese viaje donde el japonés le entregó el principio de delegación que desmontaría su visión de liderazgo.
“Le pregunté cómo tomaba decisiones. Y me dijo: ‘Yo no tomo decisiones. Yo me dedico a educar’”, relató el empresario chileno. La lógica lo marcó de por vida: si el líder educa bien a sus ejecutivos, ellos deciden. El dueño, dijo Del Río, “sólo sanciona al final”. “Me ayudó a evitar este paradigma estúpido de que uno es bueno para decidir. No existe eso”.
Pineda recogió el guante: “Un buen día de trabajo para mí es si tomé cero decisiones”.
Luego, el fundador de Fintual marcó una línea roja: “Una forma de hacerme enojar es que me digan ‘se decidió’ o ‘se votó’. Eso me enardece. No creo en la democracia dentro de las compañías. Con suerte creo en la democracia fuera de ella”.
Para Pineda, las decisiones deben tener nombre y apellido. Si se vota, se diluye la responsabilidad. También dijo que desconfía del consenso. “Si siempre tomas decisiones mayoritarias, no te necesito. Pongo una votación en Slack y listo. Las decisiones que más aprecio son las minoritarias”, explicó, argumentando que a veces la opción que sólo tiene el 10% de apoyo es la correcta.
¿El punto de encuentro? El concepto norteamericano de disagree and commit. Del Río citó un mentor: “Le oí una vez a mi amigo y mentor Arnoldo Hax que decía que la definición de un buen equipo es cuando cualquier tema delicado, importante, se discute a muerte. Cada uno dice exactamente lo que piensa. Se pelea, se discute, pero una vez que se ha discutido harto, decide quien tiene que decidir. Y después todos están con esa decisión. Nunca existió la discusión anterior. A mí me encanta. Creo que eso es formar equipos”.
3. El arte de negociar y el ejemplo de 31 Minutos
Pineda admitió que, antes de la reunión, hizo due diligence. Llamó a conocidos para perfilar a Del Río y un dato se repitió: “Es duro y bueno para negociar”, le dijeron. Al pedirle la receta en vivo, el empresario destapó una estrategia menos frontal de lo que su fama sugería.
“Lo primero es darse cuenta de que en una negociación no puedes ganar todo. Ponerte en los zapatos del otro y tratar de satisfacer todo lo que se pueda. Porque esto de ganar uno solo, si llegaras a cerrar un trato, se va a perder solo. Hay que darle espacio al otro”, reflexionó Del Río.
Luego, profundizó en su táctica: “Si quieres que te cuente un secreto, es no hacer demasiado lo que pretendo hacer yo. Tratar de irme por el lado, y de repente van saliendo cosas”.
Pineda escuchó, pero hizo un contrapunto: hay zonas donde el consenso es negativo. Para explicarlo, recurrió a una historia de la cultura pop chilena. “A los gallos de 31 Minutos les costaba hacer los títeres. Decían ‘el color no me gusta’, ‘la voz no me gusta’, ‘la forma que tiene es rara’. Les costaba llegar a algo. Y cuando llegaban, no les gustaba a ninguno de los dos. Entonces en un minuto dijeron: ‘Mira, tú haz los tuyos, yo hago los míos. Hagamos cada uno los que le gusta’. Y ahí fue cuando les empezó a ir mejor”, relató el fundador de Fintual.
Y sentenció: “En particular la creatividad no se negocia. Tiene que haber una persona que dirige, que diseña, que escucha, que aprende, que recoge, pero no negocia. ¿Amarillo? No, va a ser verde. Y eso está muy claro en el marketing. Pero en las decisiones empresariales no se nota tan claro. Hay a veces gente que negocia sólo para que la otra persona no se sienta mal”.
4. Por qué emprender: gente simpática y grados de libertad
Cuando Del Río le preguntó qué lo movía a emprender, Pineda descartó el altruismo y apuntó al pragmatismo. “Construir empresas es la forma que encontré para construir el mundo en el que quiero vivir”, empezó. “Había otros caminos: secretario general de la ONU o ser político. Y me di cuenta de que en ambos lugares no iba a lograr mucho”, bromeó.
“Me gusta mucho rodearme de gente simpática e inteligente, con algún desafío difícil y pasarlo bien”, siguió.
“Te gusta hacer cosas difíciles... por eso estudiaste física teórica, mecánica cuántica... “, le replicó Del Río. “Claro. Éramos ocho en la generación y yo era el octavo más capo”, respondió Pineda.
Y cuando tocó definir la plata, el fundador de Fintual reflexionó: “El dinero lo asocio con grados de libertad no más. Con poder hacer cosas, más que con la riqueza propiamente tal. La gente que ahorra e invierte en Fintual, finalmente lo que está haciendo es construir patrimonio para aumentar sus grados de libertad: poder mandar a la punta del cerro a su jefe, poder ir de viaje con su familia, o hacer algo que quieran hacer. Eso es lo que hacemos”.
Y agregó: “Pienso mucho en que nos vamos a morir, entonces quiero aprovechar este tiempo con gente con la que pueda aprender y también reír”.
Del Río conectó de inmediato. “A mí me tocó partir trabajando a mediados y finales de los ‘70, donde había una crisis económica enorme. La cesantía era del orden del 35%. La gran motivación que tuve fue dar empleo”, recordó. “En el fondo pienso que tengo una motivación social”.
Pese a las décadas de diferencia, ambos coincidieron en la idea de que sólo perseguir el dinero es un error. Por eso, Del Río cerró con un consejo: “La verdad, algo que tú me confesaste es que el dinero es lo que menos importa. Les recomiendo a los emprendedores: hagan algo grande y el dinero llega solo. Y creo que eso es muy cierto”.
5. El lado B: despidos, levantar capital y la “guerra” política
Ante la pregunta sobre qué es lo más difícil de hacer empresa, ambos respondieron sin filtro. Pineda se tomó 10 segundos para pensar y partió confesando que sus temores no tienen que ver con el producto, sino con el rol de CEO. “Lo más difícil y desagradable es tener que despedir personas y levantar capital. Esas son las dos cosas de mi trabajo que como CEO me toca hacer y son las que no me gustan, porque ambas me alejan de lo que quiero hacer: construir algo con otras personas”, explicó el fundador de Fintual.
Pineda aprovechó de lanzar un dato de coyuntura, un guiño a un posible nuevo negocio como AFP: “La mala noticia es que dicen que voy a tener que levantar capital ahora porque hay una reforma de pensiones. Entonces dicen que voy a tener que hacer algo así. Estoy un poco deprimido”.
Del Río, desde la vereda industrial, identificó un enemigo distinto: el Estado. Puso como ejemplo su pesquera en Aysén (Friosur): “Eso no se lo deseo a nadie, es terrible. Los políticos van y se reparten los pescados a sus distintas regiones. Les da lo mismo lo que pase con los empresarios, con los trabajadores”, disparó. Su descripción de operar en sectores regulados fue lapidaria: “Es batallar contra la naturaleza, contra el mar, los políticos. Para qué te digo... los gobiernos, las subsecretarías. Ufff, espantoso”.
Sin embargo, destacó que en esa misma empresa implementaron un modelo de propiedad inédito en Chile, impulsado por la lealtad de los trabajadores y la visión de sus socios escandinavos.
“Decidimos que les íbamos a entregar a los trabajadores el 20% de la propiedad con un esquema muy interesante: un aumento de capital que nosotros no suscribimos, permitiendo que ellos lo paguen en 15 años”, detalló Del Río. La fórmula se paga sola: “Hoy, 250 trabajadores de Friosur, con los dividendos -tienen derecho a full dividendo- han ido pagando sus acciones y ya son dueños de un tercio (de ese paquete). Llevamos cinco o seis años”.
Fue ese dato el que terminó de convencer a Pineda de asistir al encuentro: “Cuando supe eso, dije ‘ya: juntémonos a hablar’”.
6. Manual para fundadores: contra el “dropout” y el mito del genio solitario
Al momento de aconsejar a las nuevas generaciones, Pineda disparó contra uno de los clichés más repetidos de la cultura startupera de Silicon Valley, y que lentamente está llegando a Chile: abandonar los estudios para emprender.
“Primero, que terminen el colegio. Está de moda en EEUU... antes era ‘me salgo de Harvard, me salgo de Stanford’, ahora está de moda el ‘me salgo de tercero medio’. Pero no. Termina el colegio. Esos años no vuelven. Hacer una startup es fácil, pero tener cuarto medio se pierde”, sentenció.
Luego, el fundador de Fintual hizo una lectura sobre el valor del talento humano en la era de los algoritmos: “La inteligencia está pasando a ser un commodity. Con la inteligencia artificial, el ser inteligente ya no es tan importante como hace 10 años. Es más importante la agencia, la capacidad de hacer que las cosas pasen. Y eso lo tiene una persona sólo con convicción”.
Del Río coincidió en el fondo y desmitificó la figura del inventor. “Estoy contrario a este concepto de innovación en el que un hombre inteligente se cierra, se pone a pensar e innova. La innovación no es eso: es articular redes, aprender de otros y tratar de detectar anomalías, cosas que no están funcionando”, explicó.
Para el empresario, antes de lanzarse a la piscina propia, hay que saber nadar en agua ajena. Recomendó “tener un año o dos en una empresa, ojalá pequeña, para ver las distintas funciones”, y cerró con un requisito intransable para quien quiera escalar: “Que manejen muy bien el inglés... es el idioma del mundo. Es la única forma de hacer una empresa global”.
7. Manejar el riesgo
La última pregunta fue al hueso: ¿Cómo se relacionan con el riesgo?
Pineda partió y sorprendió a algunos startuperos con su respuesta.
“Como compañía, te diría que somos adversos al riesgo. A diferencia de otras startups que son más agresivas, yo no puedo: necesito dos o tres años de runway (caja) tranquilo, porque tengo un deber fiduciario. Administro mucho patrimonio. Entonces, en ese caso, soy más conservador. Más aburrido”, admitió el fundador de Fintual.
Su lógica es la siguiente: con la plata de los clientes se gestiona el riesgo según el propio perfil de inversión; y con la empresa, Pineda prefiere la seguridad.
Del Río coincidió en la prudencia financiera (“es una locura partir sin saber quién te va a fondear o cuál es tu burn rate”, señaló), pero desafió la definición misma de la palabra. Para el empresario, el miedo al riesgo es un error de concepto.
“Para mí, el riesgo es una distribución de probabilidades, no es determinístico. Yo siempre les digo a los emprendedores jóvenes que ustedes tienen el riesgo de tener mucho éxito. No sé por qué hay una concepción de que el riesgo es malo”, explicó. Su fórmula no es evitarlo, sino manipularlo: “Lo que uno hace es manejar esa distribución. Cargarla un poco hacia los eventos positivos. Darle un sesgo hacia lo positivo”, dijo Del Río.
“Y no tomar riesgos es arriesgado”, lanzó Pineda.
“Exactamente. Te pierdes oportunidades que pueden ser muy buenas”, remató Del Río.
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