El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arremetió ayer nuevamente contra Alemania, a la que acusó de impulsar políticas comerciales y de gasto injustas que perjudican la economía de su país.
A través de Twitter, como es costumbre, el mandatario aseguró que EEUU tiene “un déficit comercial enorme con Alemania, además de que ellos pagan mucho menos de lo que deberían en la OTAN. Muy malo para EEUU. Esto cambiará”.
Sus palabras elevaron las tensiones entre los tradicionales aliados que han venido experimentando roces luego de la cumbre de la OTAN en Bruselas, la semana pasada, y la reunión del G7 el sábado.
En dichos encuentros, el titular de la Casa Blanca criticó a las grandes potencias por su bajo gasto militar y se negó a respaldar el acuerdo climático mundial.
Ello llevó a que este lunes, la canciller germana Angela Merkel expresara sus dudas sobre qué tan confiable es Washington como aliado.
Empresas en la mira
Las empresas alemanas han quedado en el centro de la medición de fuerzas entre Trump y Merkel. Desde el fabricante de autos BMW hasta la gigantesca empresa de ingeniería Siemens han sido señalados por el jefe de Estado.
La semana pasada, Trump aseguró que Alemania es “muy mala” por inundar EEUU con sus autos. Y es que la mayor economía europea registró un superávit comercial récord en 2016 con EEUU, y los vehículos fueron una gran razón.
Washington recibió 107.000 millones de euros de exportaciones germanas en 2016, convirtiéndolo en el mayor mercado de bienes para ese país, mientras que EEUU solo vendió 58.000 millones de euros a la nación europea.
En tanto, BlackRock –la mayor empresa de gestión de inversiones– señaló que la incertidumbre política que siembra el republicano llevará a que Europa crezca mucho más rápido este año que la nación que él lidera.
Según su CEO, Larry Fink, hasta que no haya más seguridad, los directores ejecutivos no invertirán en EEUU. Por el contrario, una Europa liderada por Emmanuel Macron y Angela Merkel, tiene más certeza política, aseguró.
Nueva renuncia
En medio de este nuevo impasse para Trump, ayer renunció su director de comunicación, Mike Dubke, quien dejará el cargo tres meses después de su designación.
La salida se produce en medio de los planes de la Casa Blanca para abordar las acusaciones sobre los supuestos lazos entre Rusia y el equipo de campaña de Trump, en unos planes que incluyen la creación de una “sala de guerra” que permita enfrentar mejor las crecientes interrogantes y las múltiples investigaciones sobre el tema.