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La obstinación de Pizarro que complica a la DC

Pese a que sabe que está en una situación prácticamente insostenible por el tema de las boletas de sus hijos a SQM, el presidente de la DC no está dispuesto a ceder aferrándose a que no es su responsabilidad.

Por: Blanca Arthur | Publicado: Lunes 25 de mayo de 2015 a las 04:00 hrs.
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Cuentan que se emocionó hasta quebrarse. En medio de los cuestionamientos que lo tienen en entredicho para continuar ejerciendo como presidente de la Democracia Cristiana, el senador Jorge Pizarro enfrentó hace dos semanas al Consejo Nacional de su partido, donde realizó una autocrítica de lo que ha sido su actitud para encarar la situación en que aparecen comprometidos sus hijos e incluso pidió disculpas, reconociendo que había actuado más como padre que como político.

Pero ese gesto en ningún caso escondía la intención de abandonar el cargo, porque pese a las críticas acompañadas de preocupación que aumentan día a día al interior de la DC por el daño que está produciendo su permanencia, Pizarro no está dispuesto a ceder.

Una postura que ha compartido no sólo con sus cercanos, sino que también ha hecho explícita en estos días, la que se basa en que ni él ni quienes lo respaldan, consideran que el problema que lo tiene cuestionado sea razón suficiente como para hacer insostenible que continúe al mando de la DC.

El argumento que esgrimen es que el caso de las asesorías a SQM por parte de la empresa Ventus Consulting que investiga la Fiscalía afecta a la empresa de sus hijos, por lo que no corresponde que él deba hacerse responsable, ni lo inhabilita para continuar ejerciendo sus funciones.

Pese a que había confidenciado a algunos de quienes lo rodean que estaba pensando en tomar una determinación, finalmente Pizarro optó por mantenerse firme, al desestimar la importancia de la creciente molestia de amplios sectores partidarios, que no ocultan su inquietud ni su decepción por los costos que puede tener para la DC una postura que muchos califican de obstinada.

Críticas por su actitud

En las filas de ese partido nadie desconoce la legitimidad del parlamentario para ejercer su cargo después de haber obtenido una amplia mayoría al conformar una lista a la que se sumaron representantes de todas las principales facciones que cohabitan en la DC.

Tampoco lo acusan de estar comprometido en el caso de las boletas de sus hijos a SQM, porque no tienen antecedentes suficientes como para afirmar que los $ 45 millones que se sabe que recibieron de SQM fueran platas para financiar su campaña, aunque algunos tengan sospechas del destino de los dineros.

Por eso lo que se le cuestiona con más fuerza a Pizarro es la actitud que ha tenido desde que recién electo, apenas se conoció el caso de Ventus, se transformara en el abogado de sus hijos, al justificar que las boletas corresponden a trabajos que sí se realizaron, contrariando el criterio tanto del SII, como de la propia empresa minera, lo que adquirió otros ribetes luego de que uno de sus hijos declarara que las asesorías eran "verbales".

Con su defensa a ultranza de una situación poco clara, los principales dardos en contra el presidente de la DC apuntan a que está frente a un problema de connotaciones éticas, porque al jugarse por una tesis en un caso que investiga la Fiscalía, está comprometiendo no sólo su imagen, sino la de todo el partido.

Desde la militancia de la DC muchos aluden al problema que significa tener a un presidente que está conminado permanentemente a dar explicaciones, situación que comparan con la que le ocurrió en su última etapa al entonces ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, quien terminó fuera principalmente por el daño que el tema de sus boletas le estaba causando al gobierno.

Luego de lo ocurrido posteriormente con el director del SII, Michel Jorratt, a quien lo sacaron para impedir el perjuicio al organismo, no pocos en la DC apuntan a que en el caso de Pizarro, la única diferencia es que no tiene una jefatura que pueda pedirle la renuncia, porque el cuestionamiento no difiere al de las dos situaciones anteriores, si se considera el daño que le ha propinado al partido.

En esa línea no sólo se critica que no tendrá autoridad para representar a la DC en los debates de la agenda, especialmente en la de probidad, sino se alega que su situación le ha quitado toda presencia a la colectividad, dado que el único tema que importa, tal como ocurrió en la etapa final de Peñailillo, es saber si continuará o no en el cargo.

Debilidad política

Una de las principales preocupaciones que recorren a la DC, es la debilidad política en que está, lo que se confirmó cuando pese a que se suponía que Pizarro es uno de los personeros más cercanos a la presidenta Michelle Bachelet, no fuera considerado en los más mínimo para la conformación del gabinete recién nominado. Es cierto que ocurrió algo similar con el resto de los partidos, pero en su caso se alude a que se puso en Interior a un connotado demócratacristiano, como Jorge Burgos, pero que es reconocidamente de otra línea interna, a lo que se suma que en la Secretaría General de Gobierno, se nominara al socialista Marcelo Díaz, contrincante suyo en la IV región cuando éste peleó por un cupo senatorial.

Con poca interlocución con La Moneda, donde saben que está cuestionado por las bases, se presume que tampoco podrá tener injerencia en los cambios de subsecretarios o Intendentes que se realizarían dentro de corto plazo, lo que ha hecho aumentar la presión para que al menos suspenda el ejercicio de su cargo.

La percepción de las autoridades quedó de manifiesto con las declaraciones del ministro Burgos, cuando afirmó que en su caso probablemente él habría renunciado. Pese a que alabó su fortaleza, las declaraciones se entendieron como una suerte de crítica o al menos que no había incondicionalidad, al punto que algunos cercanos a Pizarro, como el senador Manuel Antonio Matta, salieron a defenderlo.

El compromiso asumido por el presidente de la DC en el Consejo donde hizo una autocrítica, en el sentido de no continuar liderando la defensa de sus hijos, distendió en algo el ambiente, lo que confirma que al menos no todos los parlamentarios están en la línea crítica del diputado Fuad Chahín -quien no asumió la primera vicepresidencia por este episodio- porque muchos sostienen que lo peor para la DC es no resguardar su institucionalidad, lo que implica respetar su decisión, aunque no la compartan.

De hecho, son pocos los que estiman que es sostenible su continuidad, porque hasta quien junto a él encabezaba la disidencia a la gestión de Ignacio Walker, como el diputado Aldo Cornejo, rompió el silencio, al afirmar que no dudaba que si la situación complicaba el bien común partidario, Pizarro tendría que hacer lo que hace una persona que le tiene cariño a la DC: evaluar su presidencia.

Las palabras de Cornejo se interpretaron como un indicio de que estaba dispuesto a plantearse la posibilidad de abandonar o congelar el cargo, como lo planteó en un momento, pero de acuerdo a lo que confidencian algunos de sus más cercanos, sólo lo haría si es que la Fiscalía decide formalizar a sus hijos por el tema de las boletas.

Por ahora la decisión, que impulsan entre otros Gutenberg Martínez es esperar manteniéndose firme, lo que preocupa en amplios sectores de la DC donde se teme que en este período puedan aparecer más antecedentes que comprometan al cuestionado senador o a su familia, especialmente después de conocerse el nexo que él mismo tenía con SQM o cuando se sepa la información que entregue Giorgio Martelli.

¿Junta Nacional?

Una muestra de que Pizarro no está en disposición de abandonar su cargo, es que rearmó la mesa, jugándose por la nominación de la senadora Carolina Goic, como primera vicepresidenta, con lo que buscó blindarse de las críticas del sector de Chahín al cual pertenece la parlamentaria, lo que amenazó con la rebelión de la diputada Yasna Provoste, quien aspiraba al cargo, a la que atajó asumiendo el compromiso de darle más participación al grupo que representa en las decisiones de la directiva.

Pero los acuerdos cupulares no han impedido que desde las bases aumente la presión, donde se están juntando firmas para que se pueda autoconvocar a una Junta Nacional, a fin de que sea ésta la que decida el destino del cuestionado presidente del partido.

En la DC no están seguros de que esa arremetida pueda prosperar, principalmente porque las máquinas tanto de Pizarro como de Martínez están operando para que no ocurra, entendiendo que el peor escenario es que la Junta –que es soberana- pueda decidir la destitución, lo que sería su lápida política.

Pero aun así, eso no acallará a la militancia, por lo que muchos presumen que su partida es cuestión de tiempo, más de lo que muchos aspiran, pero menos de lo que espera el propio Pizarro, porque los tiempos políticos corren más rápido que los judiciales.

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