El Massachusetts Institute of Technology (MIT) anunció esta semana el cierre de su Oficina de Comunidad y Equidad (ICEO, sigla en inglés), sumándose a otras casas de estudio que están recortando sus programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en medio del avance de la cruzada anti progresismo impulsada por el Presidente Donald Trump.
La presidenta del MIT, Sally Kornbluth, informó la decisión a través de una carta publicada en el sitio web de la universidad, donde explicó que, además de cerrar la oficina, también se eliminará el cargo de vicepresidenta Encargada de Iniciativas de Inclusión.
Kornbluth aseguró que el compromiso con una comunidad diversa se mantiene, pero que el enfoque ahora estará en iniciativas más localizadas. Agregó que los programas emblemáticos de ICEO serán reubicados en distintas áreas del campus.
“El MIT apuesta por el talento. Nuestro éxito depende de atraer a personas excepcionales, sin importar su origen, y de crear un entorno en el que todos se sientan bienvenidos y respaldados”, escribió.
Presión desde Washington
El cierre de la oficina se da en medio de un endurecimiento de las políticas federales contra los programas de diversidad impulsado por Trump, quien en su regreso a la Casa Blanca firmó una orden ejecutiva que califica a las iniciativas DEI como “discriminatorias”. Desde entonces, varias universidades han ajustado sus políticas en un intento por preservar el acceso a fondos federales clave, especialmente aquellos destinados a investigación científica y médica.
En el caso del MIT, los efectos ya son visibles. Según reportó The New York Post, la universidad vio una baja de hasta US$ 35 millones en subvenciones federales, y planea reducir 8% las admisiones de postgrado para el ciclo académico 2025-2026. Además, se encuentra entre las 45 universidades investigadas por la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación, por denuncias de supuestas prácticas de exclusión racial en sus programas de postgrado.
Contraste con Harvard
Mientras el MIT opta por reestructurar sus políticas de inclusión, la Universidad de Harvard —también bajo la lupa del gobierno— ha adoptado una estrategia completamente distinta.
La institución optó por mantener sus programas DEI, una postura que ya le ha costado la congelación de más de US$ 3 mil millones en fondos federales, además de presiones políticas para realizar cambios en su administración.