Por A. Chávez / c. torres
Al rojo sigue el soterrado conflicto que mantiene enfrentados a los ministros de Economía, Pablo Longueira y de Hacienda, Felipe Larraín. Es que la pugna que tienen ambas autoridades y que el pasado lunes volvió a quedar en evidencia cuando el otrora senador UDI anunciara que por mandato del presidente de la República se introducirían cambios al sistema que mitiga el alza en el precio de las bencinas, lo que más tarde fue descartado por el titular de las finanzas públicas, tuvo ayer un nuevo round.
Ello, porque tal como lo ha hecho desde que se instaló en Economía, Longueira volvió a referirse a temas que no son propios de su cartera y anticipó que el proyecto de ley de Presupuestos 2012, tema que es competencia de Larraín, sería ingresado al Congreso un día antes que venza el plazo perentorio que tiene el Ejecutivo para cumplir con dicho trámite.
“Vamos a ingresar, el jueves, la Ley de Presupuesto 2012, con un crecimiento en el gasto de un 5%”, dijo el ex senador durante un seminario organizado por EuroAmerica, reiterando también que la propuesta que enviará el gobierno, contará con un fuerte énfasis en educación, salud y seguridad.
El anuncio, que enciende los ánimos en vísperas de una discusión que ya se augura compleja dado los enfrentados que están los ánimos entre el gobierno y la oposición, no pasó desapercibido para los parlamentarios. Y es que junto con reconocer que las discrepancias entre ambos secretarios de Estado eran un tema “predecible dada las diferencias de estilo que ostenta cada uno”, a nivel de pasillo admiten que “a muchos en la Concertación les gustaría discutir el presupuesto con Longueira, porque pese a que puede ser muy duro en sus posiciones, con él uno se puede sentar a conversar”, dice una fuente de la oposición.
Es que a juicio del mismo personero, con la llegada de Longueira y su irrupción en los temas más cercanos a la ciudadanía se produjo un punto de inflexión en el área económica del gobierno y donde a la fecha se había impuesto un perfil más técnico a cargo de un “ortodoxo” como califican a Larraín.
Los más duros, en tanto, aseguran que la arremetida de Longueira es sólo una consecuencia más de la intervención de la UDI en el gobierno y que el incidente por el tema del alza de las bencinas se viene a sumar a otros episodios como el apoyo de la cúpula del gremialismo al alcalde de Providencia, Cristian Labbé y con ello “la quitada de piso” al ministro de Educación, Felipe Bulnes, además del protagonismo del ex senador, Andrés Chadwick, en las vocerías en La Moneda por sobre el titular de Interior, Rodrigo Hinzpeter.
Larraín ¿inválidado?
El episodio tampoco fue indiferente para las filas del ministro aludido. De hecho, ayer mismo el diputado Gustavo Hasbún encabezó un punto de prensa para anunciar que el ministro de Hacienda a partir de ahora “deja de ser un interlocutor válido”, entre otras cosas dada “su intransigencia” para abordar determinados temas.
Sobre este último punto un parlamentario gremialista reconoce que el trabajo con el titular de Hacienda se ha vuelto algo “complejo” porque precisamente es “muy poca la información que comparte”, por lo que acusa que hasta la concurrencia a las tradicionales reuniones de coordinación se ha visto afectada.
Al interior del gremialismo también defienden la gestión del titular de Economía, enfatizando que Longueira se ha hecho cargo de los temas que quiere escuchar la ciudadanía y que además el ministro es un personero con una línea política bien clara y que ya lo demostró al lograr un acuerdo en materia de pesca.
Un argumento que también admite un personero de gobierno al señalar que “el ministro de Hacienda tiene propiedad y derecho en la discusión técnica pero que todos los ministros tienen derecho a opinar y que Longueira es un ministro con tonelaje político y que de ello nadie se debe sorprender”. Los diputados de la UDI, en tanto, continuarán hoy con su defensa a la gestión de Longueira y su colega de Energía, Rodrigo Álvarez, por modificar el Impuesto a los Combustibles, mientras aún evalúan solicitar una sesión especial para analizar el SIPCO, que a juicio de muchos “no ha servido para nada”.