Diez meses de incertidumbre y dos elecciones generales sin un ganador claro fueron necesarias para que España contara con un gobierno, el que podría concretarse este sábado, cuando el presidente en ejercicio, Mariano Rajoy, enfrente un nuevo debate de investidura con la promesa de abstención del socialismo.
La victoria del abogado de 61 años es incompleta. Con el fracaso de sus intentos de cortejar el apoyo del PSOE, su rival histórico, Rajoy gobernará en minoría, con la misión de reconstruir una escena política que ha sido duramente criticada por el largo estancamiento.
“Cuando no se dispone de una mayoría parlamentaria, sólo quedan dos opciones”, sostuvo ayer la autoridad, en su discurso ante el congreso. “O un gobierno de coalición, o una serie de acuerdos que eviten una legislatura estéril”, sentenció.
Ante la ausencia del primero, el gobernante buscará el segundo. En su intervención, prometió que su gobierno buscará “acuerdo, negociación, cesión y entendimiento” y que negociará reformas clave en pensiones, educación, empleo, financiamiento autonómico y la corrupción, temas en los que propuso un “acuerdo amplio”.
Para buscar respaldo en su intento, el gobernante declaró ayer que “la inestabilidad política se ha convertido en el mayor riesgo para nuestra economía. España no necesita más retrasos e incertidumbres. Ahora debemos salir al paso con un gobierno que puede gobernar”.
La primera votación de investidura se llevará a cabo hoy y, para quedarse con la presidencia, Rajoy necesitaría una mayoría absoluta que no tiene. En su segundo intento, este sábado, sólo requiere más votos a favor que en contra, lo cual sería posible gracias a la decisión del PSOE de abstenerse en la instancia.
En minoría
“La aritmética parlamentaria subyacente no ha cambiado”, escribió el columnista del diario británico Financial Times, Tobias Buck, haciendo hincapié en que el gobernante PP controla sólo 137 de los 350 escaños del congreso y, sumados con Ciudadanos –que apoyará la investidura con algunas reservas–, aún no logra una mayoría. “En otras palabras, el primer ministro tendrá que rogar en cada ley que quiera tramitar. Liderará un gobierno en minoría ante una mayoría hostil desde el primer día”.
De lograr ser investido este sábado, el desafío inmediato de Rajoy será responder ante la presión de la Unión Europea de reducir su déficit: España prometió mantenerlo dentro de 3,1% del PIB en 2017, pero podría llegar a un 3,6% en la práctica. “De alguna manera, la nueva administración de Rajoy tendrá que encontrar aumentos de impuestos o reducciones de gasto por cerca de 5.000 millones de euros”, calcula Buck.
De ahí en adelante, agregó, “es difícil ver mucho espacio para acción política y legislativa”.
Tensión en Cataluña
El nuevo gobierno de Rajoy enfrentará también la tensión creciente con las aspiraciones independentistas en Cataluña. A mediados del próximo año, el parlamento de la región busca aprobar una serie de medidas que formalizarán el quiebre con el resto del país, entre ellas una ley que afirma la soberanía de la legislatura regional.
La principal arma del gobernante será la corte constitucional del país, que en diciembre pasado falló en contra del parlamento catalán.
Aunque tenga éxito en mantener la unidad del país, –algo que parece probable, dado que la mayoría de los partidos rechaza la secesión catalana y esa opción ha perdido respaldo popular– Rajoy probablemente no logre modernizar el sistema político regionalista de España. Ese desafío quedará en manos del próximo gobernante.