La Cámara de Comercio de Santiago (CCS) afirmó que estima que para fines de 2008, el crédito de consumo total, bancario y no bancario, ajustará su ritmo de expansión a menos de la
mitad del observado en 2007, es decir, desde un 14% real a una tasa del orden
de 7% real.
Uno de los éxitos
que Chile ostenta de cara a los países avanzados, ha sido la creación de
prósperos mercados de crédito a los hogares, y que han permanecido sólidos en
sus fundamentos, aún en medio de las fuertes turbulencias internacionales del
último año, dijo la CCS.
Pese a que el crédito a
los hogares continuará en desarrollo en los próximos años, afirmó la entidad, la actual coyuntura
apunta a una moderación del dinamismo observado en los últimos años.
El fenómeno
inflacionario, particularmente del rubro alimenticio, está restando espacios al
consumo de bienes durables, impactando en forma directa el avance de los
créditos de consumo. Considerando que alrededor de un 70% de del consumo de
bienes durables es financiado con crédito, el ajuste del primero necesariamente
replica en el segundo.
A la fecha, los
antecedentes muestran que el crecimiento de las ventas de bienes de consumo
durable ha descendido desde 15% promedio en 2007 a un 7% en el primer
cuatrimestre de 2008, y puntualmente a 4% en abril. En el intertanto, los
créditos de consumo totales, bancarios y no bancarios, han perdido cuatro puntos
de crecimiento real.
Por lo anterior, las
proyecciones de la CCS apuntan a que hacia fines de 2008, el crédito de consumo
total, bancario y no bancario, ajustará su ritmo de expansión a menos de la
mitad del observado en 2007, es decir, desde un 14% real, a una tasa del orden
de 7% real, consistentemente con la desaceleración esperada en el consumo
privado y la deuda total, incluida la hipotecaria, desde 15% a 8%.
Los
indicadores de endeudamiento permanecerán estabilizados en niveles similares a
los de 2007, es decir, deuda sobre ingreso disponible en torno al 65% y carga de
deuda sobre ingreso disponibles levemente por sobre el 20%.
Mercado financiero
Los antecedentes dan
cuenta de que la profundidad del mercado financiero chileno de consumo e
hipotecario, propio de los hogares, es muy superior al que posee el resto de la
región latinoamericana, aseguró el gremio.
El conjunto de estos créditos representa alrededor de un
32% del PIB (29% en 2005), por sobre el promedio de los países emergentes, pero
muy por debajo de las economías desarrolladas. En los países de la OCDE la
relación entre la deuda de los hogares y el PIB alcanza en promedio al 79%. En
Holanda y Dinamarca, que encabezan el ranking de endeudamiento de los hogares,
la deuda agregada es equivalente a un 118% del PIB anual.
Los factores que han
permitido este importante desarrollo del mercado de créditos para los hogares en
Chile no han sido casuales o una respuesta exclusiva a fenómenos coyunturales,
como bajas tasas de interés o liquidez financiera. Han respondido más bien a
elementos macro estructurales, como el mismo desarrollo económico, acompañado de
la consolidación de robustas institucionalidades en materia fiscal y monetaria,
las que en conjunto han sido garantía de estabilidad económica, afirmó la CCS.
La deuda no bancaria de consumo representa en la actualidad un
38% del total, en tanto que en 1990 este porcentaje era sólo del orden de un
14%. El telón de fondo ha sido la operación de un régimen de supervisión
transversal, que procura el adecuado resguardo patrimonial de los riesgos
crediticios involucrados en cada una de las instituciones que opera en el
mercado.
El agresivo
desarrollo de la industria crediticia no sólo se ha traducido en un aumento del
volumen de créditos otorgados, sino que también ha producido una importante
masificación en su uso, en términos de proveer un acceso prácticamente universal
de los hogares a la oferta de financiamiento.
Esto es lo que ha permitido, en
definitiva, democratizar transversalmente entre los hogares las oportunidades de
planificar en el tiempo sus decisiones de consumo, permitiéndoles el acceso a
los bienes durables y a la vivienda propia, incorporando gradualmente también a
los segmentos socioeconómicos de menores ingresos. Gracias a ello, en la
actualidad más del 60% de los hogares presenta créditos vigentes , proporción
relativamente similar en cada estrato socioeconómico, desde un mínimo de 53%
observado en el primer quintil, a un máximo de 67% en los segmentos de ingresos
medios.
Una segunda arista
del avance en materia de accesibilidad ha sido la desconcentración regional del
crédito. La creciente participación de agentes crediticios no bancarios ligados
al comercio, ha sido un efectivo vehículo de desconcentración regional, de modo
que en la actualidad, según estimaciones de la CCS, las colocaciones en regiones
han adquirido un alto protagonismo en las carteras de consumo
A diferencia de lo
que ocurre en Chile, la deuda que básicamente se ha expandido en los países
avanzados ha sido la relacionada con la adquisición de activos, pactada a largo
plazo, y respaldada por valores mobiliarios e inmobiliarios, con instrumentos de
alta sofisticación financiera, de financiamiento estructurado y derivados de
crédito.
En efecto, 15 naciones de la OCDE muestran que el 75% de su deuda era
hipotecaria, tras la cual se acumulaba un stock de instrumentos crediticios con
mercados complejos y precios de transacción poco transparentes (y en algunos
casos, incluso inexistentes). En Chile, en tanto, la deuda hipotecaria
representa del orden de 56% del total, sujeta a un mercado de productos más
convencionales en su estructura financiera.
Esta diferencia
atenúa la vulnerabilidad y el riesgo derivado del crédito de los hogares en
Chile, y por ende, del sistema financiero.
El crédito de
consumo presenta menores montos unitarios involucrados y es pactado a plazos más
cortos, lo que le confiere un efecto menos profundo ante los aumentos en las
tasas de interés. Una cuota estándar en este tipo de créditos está constituida
en un 20% por el pago de intereses, en tanto que en los créditos hipotecarios,
pactados a plazos más extensos, el 80% de una cuota media puede corresponder al
pago de intereses.
Adicionalmente, la
carga financiera de los hogares, medida como el pago de deudas sobre el ingreso
disponible, alcanza a un saludable 23%, lo que significa que los hogares pagan,
en promedio, 1 de cada 4 pesos de ingresos a servir y amortizar sus deudas
adquiridas.
Dados los niveles de deuda, la carga financiera podría reducirse en
forma significativa en la medida en que aumenten los plazos promedio de los
créditos y disminuyan -estructuralmente- las tasas de interés, tal como ha
ocurrido en los países desarrollados.