por Matt Steinglass
Amsterdam
Cuando Lodewijk Asscher, viceprimer ministro de Holanda, advirtió este mes que la migración desde Europa del este amenazaba los sueldos y las políticas de bienestar social de su país, él tenía en mente a gente como Viktor.
Viktor, quien no quiere revelar su verdadero nombre, dejó su natal Bulgaria hace tres años. En su país ganaba 350 euros al mes como ingeniero de logística. En Holanda, trabaja como empleado de mantenimiento, ganando hasta 100 euros al día, menos que sus colegas holandeses. No paga impuestos ni seguro social.
Holanda, Reino Unido y varios otros países europeos occidentales han mantenido requisitos de permisos de trabajo para los búlgaros y los rumanos desde que se unieron a la Unión Europea en 2007. Pese a eso, la inmigración desde esas naciones ha subido sostenidamente. Esos requisitos expirarán el 1 de enero, intensificando los temores sobre que la inmigración podría crecer y afectar los salarios y servicios.
Asscher comparó la situación con un “código naranjo”, la advertencia que las autoridades emiten cuando los niveles de agua amenazan con inundar los diques.
Sentado en la cocina de su hermana Maria en un vecindario europeo oriental cerca de Amsterdam, Viktor afirmó que tales preocupaciones eran exageradas. “Hay sólo 7 millones de personas en Bulgaria y 2 millones han emigrado desde la caída del comunismo. La mayoría de la gente que se quiere ir ya se ha ido”, aseguró.
Alguna vez Holanda fue conocida como un asilo para inmigrantes, como los refugiados judíos y protestantes que acudieron en gran número en el siglo XVI.
Pero en la última década, ha sido destruida por los debates por la asimilación, con el populista de derecha Geert Wilders denunciando a los inmigrantes musulmanes, principalmente marroquíes étnicos y turcos. Recientemente, se ha vuelto en contra de los inmigrantes de Europa del este y central, creando un sitio el año pasado para solicitar reclamos sobre su comportamiento.
Esos ataques se aprovechan de los temores de que estos ciudadanos son propensos al crimen y compiten por los trabajos holandeses, haciendo caer los sueldos, particularmente para el trabajo no calificado.