Por Isabel Ramos Jeldres
El año del dragón no va a pasar desapercibido. Después de años de un crecimiento a tasas que bordearon el 10%, China está ingresando a una nueva fase. Una etapa en que la expansión será más lenta, las autoridades impulsarán el consumo interno -en lugar de las exportaciones-, y el país dejará de ser el centro de la mano de obra barata.
BHP, la mayor minera mundial, y Rio Tinto, el segundo mayor exportador mundial de mineral de hierro, pusieron la voz de alerta en marzo al anunciar que la producción de acero de China está bajando, a medida que el gobierno se enfoca más en los consumidores que en los grandes proyectos de infraestructura.
Exportadores de commodities
“El súper ciclo de commodities impulsado por China se está moderando, y los exportadores que han impulsado el auge inmobiliario en los últimos cuatro o cinco años enfrentar un período mucho más difícil”, advirtió el senior fellow del Peterson Institute for International Economics, Nicholas Lardy.
Si bien el sector de los servicios y el consumo abren nuevas oportunidades de inversión, los controles a los precios de las propiedades y la menor dependencia de las exportaciones ponen presión directa sobre los exportadores de commodities.
En la reunión anual del Congreso Popular de China, que se realizó este mes, el primer ministro Wen Jiabao bajó la meta de crecimiento anual a 7,5%, del 8% que había primado en la última década. El aterrizaje, que hasta ahora sería suave, ya se está sintiendo en el sector industrial.
El índice de gerentes de compra (PMI, su sigla en inglés), de manufactura bajó a 48,1 puntos en marzo, desde 49,6 en febrero, informó HSBC y Markit Economics. Las lecturas inferiores a 50 indican una contracción. La producción industrial, por su parte, subió 11,4% en enero y febrero combinados, menos de lo que esperaban los analistas.
En el sector externo, en tanto, el país experimentó en febrero su mayor déficit comercial desde 1989,
US$ 31.500 millones. Pero estas cifras parecen estar alineadas al plan a largo plazo del gobierno, de disminuir la dependencia de las exportaciones y aumentar el consumo interno.
Según el presidente del banco central, Zhou Xiaochuan, el déficit comercial constata que el proceso de reequilibrio de la economía global está en marcha. Un proceso que, advirtió, no se completará en “un período de tiempo corto”. En tanto, el vicegobernador del banco, Yi Gang, afirmó que China ha equilibrado su balanza expandiendo la demanda interna y avanzando en la reestructuración económica.
La semana pasada, el gobierno decidió reducir los aranceles a la importación de productos de consumo y combustibles, además de alentar a los bancos a ampliar los canales de financiamiento para las empresas importadoras. Al mismo tiempo, las autoridades se han enfocado en aumentar la contribución del sector de servicios al Producto Interno Bruto, y reducir el de las exportaciones. Beijing apuesta a subir la participación de los servicios en el PIB a 47% en 2015, desde 43% en 2010 -en EEUU los servicios representan dos tercios del Producto.
Otro de los sectores que ha experimentado cambios importantes es el mercado laboral. Los sueldos han subido 15% anual para los trabajadores migrantes rurales desde 2005. El gobierno está apostando justamente al sector de servicios para impulsar los empleos de los 158 millones de migrantes rurales.
Nuevos consumidores
De forma paralela, el año pasado el gobierno subió la línea de la pobreza a 2.300 yuanes (US$ 365), un alza de 92% respecto de la medida de referencia de 2009. Con ello, además de sincerar las cifras del porcentaje real de pobres de la nación, el gobierno puede enfocar mejor sus políticas públicas.
A fines de 2011, 128 millones de personas estaban cubiertas por el programa de reducción de la pobreza del gobierno, incluyendo un 13,4% del total de los residentes de las zonas rurales, según el director de la Oficina de Reducción de la Pobreza del Consejo Estatal, Fan Xiaojian.
El incremento de los ingresos ha tenido dos efectos principales: ha aumentado el universo de personas con capacidad de consumo y ha subido los precios de las exportaciones.
El aumento de los precios de la tierra, la inflación doméstica, los crecientes costos de la energía y una oferta laboral cada vez más limitada -a medida que la población envejece- se combinan para que el valor de los productos “made in China” sea cada vez mayor.