A lo largo de su carrera presidencial, Donald Trump ha atacado a la Reserva Federal y a su presidente Jerome Powell con bravuconería pública y amenazas verbales para intentar salirse con la suya con las tasas de interés.
Pero la noche del lunes, el ataque del presidente estadounidense al banco central más importante del mundo alcanzó el siguiente nivel, diciendo que destituiría a la gobernadora Lisa Cook de su cargo con “efecto inmediato”.
El golpe de Trump representa uno de los desafíos más graves a la Reserva Federal desde que se independizó hace 74 años, y marca una sorprendente escalada en el ataque del presidente al establishment económico estadounidense.
Cook, la primera mujer afroamericana en formar parte de la junta de gobernadores de la Fed, prometió luchar contra Trump y permanecer en el cargo, diciendo que el presidente “no tiene autoridad” para despedirla.
Sin embargo, la acción de Trump mostró una determinación implacable por apoderarse de la toma decisiones en la banca central, incluso a costa de la independencia que durante décadas ayudó a sostener la fe en la elaboración de políticas económicas estadounidenses y el estatus del dólar como moneda de reserva.
“Esto no tiene precedentes”, dijo Lev Menand, profesor de leyes en Columbia. “Si esta destitución se mantiene… significará algo cercano al fin de la independencia del banco central en Estados Unidos”.
David Wessel, director del Hutchins Center for Fiscal and Monetary Policy en la Institución Brookings, entregó una advertencia aún más severa. “El Presidente Trump parece decidido a controlar la Reserva Federal y usará cualquier medio a su disposición para conseguir la mayoría en la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal”, dijo. “Esta es una forma más en que el presidente está socavando los cimientos de nuestra democracia”.
El ataque de Trump sobre Cook, a quien el director federal de Vivienda del presidente acusó de mentir en la documentación de su hipoteca, ocurre apenas unas semanas después de la destitución del director de la Oficina de Estadísticas Laborales tras un informe de empleo mensual que apuntaba a una fuerte desaceleración en la contratación en los últimos meses.
El presidente también desafió la independencia de los jueces del país al utilizar su autoridad ejecutiva para atacar al mundo académico, a grupos de medios de comunicación y a bufetes de abogados.
Pero sus acciones en contra de agencias económicas desconcertó a los inversionistas, quienes están cada vez más preocupados por las instituciones que durante mucho tiempo han estado a la vanguardia del análisis de datos y la toma de decisiones políticas.
Tras la intervención de Trump, los inversores vendieron bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo, lo que elevó el rendimiento a 30 años 0,05 puntos porcentuales hasta un 4,94%. El dólar también sufrió una baja frente a sus pares.
“A menos que el mercado de bonos responda mal a los ataques a la independencia de la Fed, no hay motivos para que la administración cambie su tono: poco a poco están tomando control de la institución y parece haber poco que se interponga en su camino”, dijo Eric Winograd, economista senior de renta fija en AllianceBernstein.
La huella de Trump ya está en la Fed. Dos de sus siete miembros, Christopher Waller y Michelle Bowman, fueron seleccionados por él durante su primer mandato.
Este mes, Adriana Kugler, quien fue elegida gobernadora por el expresidente Joe Biden, anunció que renunciaría antes de que finalice su mandato el próximo año, lo que llevó a Trump a elegir a Stephen Miran, uno de sus asesores económicos más cercanos, para ocupar el lugar de Kugler.
Si Trump logra destituir a Cook, cuyo mandato finaliza en 2038, sus nominados asumirían el control de la junta de gobernadores, compuesta por siete miembros. Además, los presidentes de las 12 Feds regionales, con mandatos de cinco años, deberán ser renovados a finales de febrero de 2026. La decisión de renovar sus mandatos recae en la junta de la Fed.
“Si el presidente tuviera éxito (en derrocar a Cook), el resultado sería trascendental”, dijo Michael Ferroli, economista jefe para Estados Unidos en JPMorgan.
En su carta a Cook, Trump citó las acusaciones de fraude hipotecario presentadas por Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiamiento de Viviendas (FHA), antes de su etapa en la Reserva Federal, como justificación para destituirla. La semana pasada, el Departamento de Justicia solicitó a Powell que destituyera a Cook, pero la fiscalía no la ha acusado de irregularidades.
El abogado de Cook, Abbe David Lowell, dijo la noche del lunes que “tomaremos las acciones que sean necesarias”.
El primer paso de Cook para contraatacar probablemente sea solicitar una orden judicial preliminar ante un tribunal federal de distrito. Este camino fue trazado por Gwynne Wilcox, de la Junta Nacional de Relaciones Laborales, y Cathy Harris, presidenta de la Junta de Protección de Sistemas de Mérito, ambas despedidas por Trump a principios de este año.
Si una orden judicial fuera concedida, la administración Trump casi con seguridad apelaría la decisión ante un tribunal superior, y el caso finalmente llegaría a la Corte Suprema.
La iniciativa de Trump de despedir a Cook llega justo en el momento en que la Fed está avanzando en la dirección de política monetaria que él mismo defiende: un recorte de la tasa de interés a partir de septiembre.
“Desde el punto de vista de un inversor en bonos, simplemente agrega un poco más de incertidumbre y demasiado énfasis en la Fed, en contrario a la economía subyacente y lo que nos dicen los datos”, dijo Jack McIntyre, gerente de cartera de Brandywine Global Investment Management.
Steven Englander, estratega jefe para Norteamérica de Standard Chartered, afirmó que la decisión de Trump podría interpretarse como una advertencia a los funcionarios de la Reserva Federal de que se enfrentarán a “una fuerte presión legal, financiera y política si se desvían demasiado de la línea de administración”. Esto podría traducirse en tasas más bajas y un dólar más barato, añadió.
Aun así, el ataque de Trump dejará una marca y generará más comparaciones con líderes autoritarios de los mercados emergentes –como el hombre turco Recep Tayyip Erdogan– que han tratado de doblegar la política monetaria a su voluntad, aplastando la confianza en su gestión económica.
“La situación en Estados Unidos y lo que hemos visto en Turquía resultan inquietantemente familiares”, dijo Lars Christensen, director de la consultora Paice. “La credibilidad de una institución tarda en erosionarse. Pero una vez que se rompa la confianza, el costo es inmenso”.