La población en Chile está envejeciendo de manera acelerada. Este no es un fenómeno exclusivo de Chile, sino más bien corresponde a una tendencia relativamente generalizada a nivel mundial, que refleja las menores tasas de mortalidad y natalidad que se asocian al crecimiento económico. Las cifras y proyecciones del INE son clarísimas en este punto. La población mayor a 60 años aumentó su participación de 11% a 15% del total entre 2002 y 2012, y se espera que crezca a casi 40% a 2020, versus un avance de 8% para la población menor de 60 años.
Este escenario tiene múltiples dimensiones que requieren ser analizadas. Parte importante de ellas se asocian al diseño de políticas públicas; sin embargo, existe un espacio importante para acciones por parte del sector privado. En particular, la banca requiere diseñar productos y servicios orientados a una población cada vez mayor. Esto puede abarcar tanto aspectos operacionales –accesibilidad a clientes con una mayor prevalencia de discapacidad auditiva, por ejemplo- como el diseño de productos especialmente diseñados para este segmento de la población.
Las denominadas hipotecas reversas es un ejemplo de un producto financiero que podría cumplir un importante rol en el nuevo escenario demográfico. En términos muy simples, este producto contempla que al jubilar una persona, ésta puede emplear su casa como garantía para financiar una mayor jubilación, habitando su casa mientras viva y, al momento de su fallecimiento, los herederos tienen la opción de pagar la deuda y mantener la casa, o liquidarla para pagar la deuda. En otras palabras, este producto permite proveer liquidez (mayores pensiones) a quienes poseen un activo ilíquido (la casa).
Este tipo de producto puede ser especialmente importante en Chile. En primer lugar, la vivienda constituye un importante activo para la mayoría de los hogares. En segundo lugar, pero no por eso menos importante, existe un importante desafío en materia previsional: ¿serán suficientes las cotizaciones? Existen diversos antecedentes que ponen una cierta dosis de incertidumbre: lagunas de cotizaciones, tope saldo imponible, mayores expectativas de vida, etc. De hecho, y en esta línea, el gobierno creó la denominada Comisión Bravo para abordar precisamente estas materias.
La experiencia internacional en las hipotecas reversas indica un importante rol del Estado en su desarrollo. En particular, este se relaciona con establecer criterios y procedimientos objetivos y transparentes para valorizar la vivienda al momento de firmar el contrato así como durante el proceso de liquidación del inmueble al final de dicho contrato. Estados Unidos es un referente en esta materia, donde no sólo el regulador es bastante activo en los temas anteriores, sino además establece como condición necesaria para contratar hipotecas reversas, que los clientes se capaciten en su funcionamiento y así puedan ejercer informadamente sus derechos y obligaciones.
En síntesis, los cambios demográficos requieren de la adecuación de la oferta de productos y servicios financieros acordes con dichas tendencias, lo cual, por cierto, necesita del concurso simultáneo del sector público y privado.