Felipe Martino, uno de los tres socios fundadores de Bosque Hundido, comenta que hace cuatro años se inspiraron al encontrar su primer tronco al fondo de un lago en un contexto de recreación. Comenzaron a pensar la idea del negocio. "Reunía muchas cosas que nos gustaban, como estar en la naturaleza, conocer nuevos lugares, bucear, era una aventura. Fuimos investigando otros referentes, sobre el proceso de salvar la madera del agua, y nos dimos cuenta que había una oportunidad".
Uno de sus grandes logros es haber sido uno de los 12 elegidos para ser parte de "Chile creando futuro", la nueva estrategia de Imagen de Chile, que dio protagonismo a los emprendedores locales. "Nos sentimos muy orgullosos que nos hayan llamado a ser de las primeras empresas que salen a mostrar esta nueva forma de hacer las cosas en el país. Esperamos que esto tenga muy buenos resultados tanto para la campaña como para nosotros", comenta el emprendedor.
Martino explica uno de sus principales focos era que el producto pudiera representar el "relato" del sur de Chile, de los bosques y el hacer muebles sin talar. Remarca la importancia de que esta forma de producción evita la tala de árboles, algo que es "piedra angular" del negocio. Bajo esa línea de trabajo, en 2019 se atribuyeron el fondo "Semilla Expande" de Corfo.
Martino explica que hoy tienen "harta pega". A pesar de que en pandemia estuvieron sin funcionar durante cuatro meses, mantuvieron las ventas a través de su sitio web y casi todo lo que tenían en stock previo a la pandemia y al cierre del taller se vendió.
"Tuvimos harto movimiento tanto de productos pequeños como pedidos que nos llegaban para realizar cuando abrieramos el taller", dice el socio, agregando que casi la totalidad de sus trabajos son a pedido.
Del lago a la mesa
Cada proceso es particular. Los tres socios se acercan a los lagos de las zonas de la Araucanía hacia el sur para identificar los troncos a través del buceo, posteriormente utilizan diversas técnicas de levante, hacen una "extracción selectiva de troncos". Luego, estos se llevan a un aserradero que se encarga de realizar los cortes, "pensando en lo que vas a hacer, porque cada tronco es único. Todas esas 'imperfecciones' se buscan incorporar en los cortes para que esté en el producto final", detalla el emprendedor.
El proceso de secado es lo más extenso, ya que los troncos demoran entre uno a tres años en secarse, dependiendo de la especie, por lo que fue uno de sus grandes desafíos al inicio. Luego se llevan al taller de carpintería de Bosque Hundido ubicado en Santiago, donde se arman las piezas. Martino afirma que lo más especial en sus productos es que cada material es particular y tiene su "propia historia" de años en lo profundo del agua.
La empresa estima que cerrará este año con cerca de un 50% de crecimiento y con proyectos de expansión. "Tenemos planes de salir primero con productos de menor tamaño para incorporarlos en mercados con ciertos gustos culinarios e interés en las maderas. Hay ciertos países que tienen bastante cultura maderera y queremos llevar los atributos y el relato de estas maderas. En los que hemos pensado principalmente en Canadá y Estados Unidos", adelanta Martino.
Uno de sus "grandes sueños", dice, es expandir su producción a más creaciones, a partir de nuevas materias primas. "Creemos que hay una serie de elementos en el norte, en la zona central y en el sur, algunos productos naturales como los troncos que rescatamos y otros que son de líneas más industriales que siguen funcionando u otras han desaparecido. Siempre hay 'desechos' que hay que darles una vuelta", comenta.
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